Esa noche se fue a la cama pensando en el beso, las mariposas en su estómago se descontrolaban cada vez que que se ponía a evocar lo sucedido. Empezaba a sentirse bastante nerviosa cada vez que creía que el CEO entraría por esa puerta.

Eres innegable esa tensión que se tendía entre ellos, inevitable no pensar en qué podría suceder algo más en cualquier momento. Todo eso la dejaba a la expectativa.

Silvain ingresó a los minutos, ella se hizo la dormida. Aunque luego su respiración que no era para nada pacífica la delató. Silvain sin decir nada, la rodeó por la cintura, ella se volvió topándose con sus ojos.

—¿No puedes dejar de pensar en lo que pasó? Eso te pone intranquila y no podrás dormir bien, ¿no es así?

—Me preocupa en realidad —admitió bajito y tomó su mano —. Me inquieta que mi corazón se vuelva loco, porque nunca antes lo había sentido así. Ahora se dispara con fuerza. ¿Se supone que deba quedar indiferente a lo que pasó?

—¿Te has enamorado de mí?

—¿Eh?

—La ley de atr