AXEL. Lo tenia. Tenia las malditas pruebas que inculpaban a Eleonora y a Petter. Esos jodidos perturbados mataron al padre de Emma de la peor forma posible. Lo envenenaron poco a poco a lo largo de un año y todo por ambición. Un año antes ese pobre hombre había cortado todos y cada uno de los negocios que tenia con mi padre debido a su obsesión por Emma, cosa que, Petter no tomó para nada bien por lo visto. Llevo toda la mañana dandole vueltas a la cabeza, pensando en si debo contarle a Emma todo. Contarle que ellos mataron a su padre, que mi boda con Deborah es un farsa para vengarme de ellos y que todo lo que hice fue por ella. Solo por ella. Dentro de dos semanas tendrá lugar mi boda con Deborah, será entonces cuándo tendremos a los tres juntos y la policía intervendrá cuando los desenmascare delante de toda la alta sociedad de esta cuidad. De igual manera debo conseguir que Emma venga a la boda, solo así lo entenderá todo. —¿Y ahora qué? Miro a Ryder sentado frente a
De alguna manera las palabras de Loren le habían dolido a Matthew, puesto que tiempo atrás había algo que los dos soñaban con hacer, y era en convertirse en marido y mujer, incluso cuando su relación estaba siendo a escondida y podría acabarse en un santiamén, o cuándo podría considerarse casi prohibida. Todo eso había pasado por su cabeza y la escena no se iba de su mente, atesorada por ser un grato recuerdo, algo casi imposible de alcanzar en ese momento y ahora estaba a un paso de hacerlo, pero no era de la forma en la que había soñado. Pero de alguna manera ahora Marcos tenía la oportunidad de conseguir que Loren le recordara todo, tenía esa grandiosa oportunidad de hacer que otra vez Loren volviera a enamorarse de él. —Escucha, yo solo quiero ayudar a tu padre con todo este tema de la compañía en quiebra, no tengo nada en absoluto que ver con lo que está pasando, más bien es un problema que ha causado tu propio padre con el mal manejo que ha tenido durante los últimos años y que
Sus manos temblaban y le latía el corazón con fuerza. Cada segundo la acercaba al final de una espera que entorpecía su respiración. Su matrimonio estaba acabado en tres, dos, uno...Positivo. La tercera prueba arrojando el mismo resultado, marcando el error. En unos días se sometería a la inseminación, ¿cómo se supone que lo haría si ya estaba a la espera de un bebé? Se quedó al filo de la cama, con la mirada perdida. Marlene, la mucama, se dio cuenta de lo mal que estaba Lorena. —¿Puedo saber si le pasa algo? —cuestionó ganando su atención —. La noto triste. Porque tendría un hijo de ella y Max, su amante. Aunque solo fue cosa de una noche, pero suficiente por desgracia, para embarazarse. ¡¿Cómo podría sonreír ante esa terrible noticia?! Nada de eso estuviera pasando si el idiota de Max hubiera usado protección.—Solo necesito estar a solas. —¿Es un test de embarazo? —indagó la mujer, clavando la vista en el objeto que sostenía, Lorena lo ocultó antes de que viera el res
Max: No tiene por qué enterarse. Deja en el olvido lo que pasó y sigue con tu vida. Lorena: ¿Crees que no se dará cuenta de que el bebé que espero no es suyo? Max: Tampoco sospechará de mí, si no abres la boca, no lo sabrá. Lorena: Silvain no es tonto, y si el bebé se parece a ti, y no a él. Estaré perdida. No quiso seguir leyendo, el hombre se sentó en el sofá, estupefacto con los mensajes. Lorena olvidó su teléfono, no tenía contraseña, por eso pudo acceder sin problema. Se encontró dolido, perplejo por semejante revelación. ¡Lorena se acostó con su mejor amigo! Y el hijo que esperaba no era suyo. Se le nubló la vista, frío, incrédulo. En el arrebato de ira, tiró el móvil al suelo, detestando lo que sucedía. Cuando menos lo esperó, la susodicha hizo acto de presencia. Ella se veía tan "perfecta" y "pura", pero salpicada por lo que se atrevió a hacer. —Al fin regresas, Lorena —se levantó del cómodo sofá, que no la llamara "cariño" o "amor", le dejó saber que algo no andaba b
—Ya no puedes estar aquí, no has pagado el alquiler y ya no te puedo seguir teniendo de inquilina. —¿Qué? —se le desorbitó la mirada. El dueño del edificio la estaba echando. Rachel que estuvo llorando sin parar después de que James se fuera, ahora tenía que lidiar con algo más preocupante. —Que debes irte lo antes posible, te daré dos días para buscar un lugar, lo siento.—¿Por qué no me da chance? Le pagaré, pero no me eche, no tengo a dónde ir —rogó. —¿Crees que debería seguir esperando por ti? No podrá ser esta vez. —Tendré un bebé, ¡no puedo quedarme en la calle! —imploró, algunas lágrimas saltaron a la vista. El dueño se volvió y negó con la cabeza. —¿Un bebé? A sabiendas de tu situación debiste ser más responsable, Rachel —recriminó, dando su veredicto sin conocer el caso. Ni siquiera tenía la culpa de sus circunstancias actuales. El universo conspiraba en su contra. Se preparó un té y lo bebió de a sorbos pequeños, queriendo calmar sus nervios. Intentando a toda cost
—Y-yo... Lo siento mucho. Le temblaba todo el cuerpo y más estando bajo su poderosa mirada que la sometía de los pies a la cabeza. El nerviosismo a la par de su inseguridad, se presentaba en su interior, dando latigazos. No se suponía que las cosas tenían que empezar así, ya recibía un grito de su parte y ni siquiera la había contratado aún. Ese hombre era un tirano, pero se lo buscó, tenía que haber tocado antes de entrar, no aventarse de la nada. Igual estaba exagerando. —¿Lo lamentas? —exclamó embravecido, acercándose a pasos agigantados, la chica retrocedió, huyendo de su cercanía azarosa —. No puedes andar por allí lamentado todo, suplicando o pidiendo disculpas. ¿Sabes por qué? Porque detesto a ese tipo de personas, siempre son incompetentes y cometerán error tras error. —Está invadiendo mi espacio, señor —reclamó dejando caer los brazos a los costados, respiraba irregular. Una ladina sonrisa afloró en los labios del CEO, a sabiendas de lo que provocaba en ella. ¿Quién l
Agus Lander, ingeniero de desarrollo de software, hizo acto de presencia en el despacho, tras ver salir a una joven que eludir, fue imposible. —¿No es algo extraña esa chica? —fue lo primero que dijo, al irrumpir, se sentó, dejando la portátil sobre el escritorio. —¿De qué hablas? —La que ha salido. Enormes gafas, cabello corto... —Rachel, se llama Rachel y es la nueva limpiadora de mi oficina. El moreno abrió sus ojos verdes con sorpresa. —Al menos las anteriores eran atractivas. ¿Qué hay de esta? No me digas que pasado mañana ya la vas a despedir —se burló. —Agus, tenlo por seguro que se irá, al principio todas están dispuestas a seguir demandas y hacer lo que al pie de la letra se les pide, luego se olvidan, un mínimo error cometen y se acabó. Ella no será la excepción. —Eres demasiado duro —señaló, antes de mostrarle algo en la portátil. —¿Leandro ha podido solucionar lo de la app? —se refirió al experto en ciberseguridad. —Ah, trabaja en ello. Se quedó incluso toda la n
Lo vio de reojo, caminando a su lado. Hacía tanto frío, es que a la joven ni siquiera le dio tiempo de tomar un abrigo y protegerse, solo tuvo chance de correr y escapar lejos de ese viejo pervertido. —¿No deberías ir con la policía? —No, no puedo hacer eso cuando le debo mucho dinero, aún no pago el arriendo —confesó resoplando, la luna esa noche colgando sobre ellos, estaba en su mejor apogeo del año, pero el clima no era agradable. Silvain se dio cuenta de que la joven se estaba abrazando a sí misma intentando entrar en calor y aunque no solía ser un tipo tan considerado con las personas que apenas conocía, saber que era la hermana de Peter lo forzó a actuar como todo un caballero. Se despojó de su gabardina y amablemente la dejó sobre sus hombros, tomando por sorpresa a Rachel. —Gracias —susurró tímida y avergonzada.Silvain solo carraspeó la garganta. —¿Le debes mucho dinero a ese hombre? —Varios meses de alquiler —declaró haciendo un puchero —. Pero dijo que me daría dos