—¿Qué quieres? Supongo que sabes que es demasiado tarde para que me estés llamando. Ni siquiera sé por qué te estoy atendiendo. —Yo... —se aclaró la garganta, sin saber cómo empezar, justo eso era lo que estaba evitando, molestar a su jefe, pero no pudo hacerlo, no tenía ni siquiera alguien más a quien pudiera acudir —. Lo siento mucho por llamarlo a esta hora. Necesitaba saber si usted... Podría darme un adelanto, sé que es demasiado pronto, sin embargo es una urgencia. Silvain se quedó en el taburete, resoplando, porque eso era algo que podía decirle después. A la mañana siguiente en el trabajo, pero no, ella lo llamaba para decirle precisamente en ese instante. —¿Sí sabes qué debo descontar el dinero de tu alojo en ese hotel? Así que, lo que te daré de adelanto no es demasiado, ¿de acuerdo? —le dejó saber. —Lo entiendo...La verdad es que Rachel estaba asustada después de recibir esa llamada de parte del dueño del edificio, que casi cruzó los límites con ella exigiendo que le p
Silvain empezó a desesperarse, dando vueltas en la cama sin parar, incapaz de conciliar el sueño, a menudo no solía tener problema para dormirse, pero el insomnio lo tenía encarcelado y no parecía entregarle la libertad, ni sentía los párpados pesados. ¿Se debía tal vez a la ingesta de café? Eso quería pensar, aunque la razón resultaba ser esa limpiadora nueva. Ella tenía toda la culpa. Caminó a la cocina y tomó agua. ¿Es que no podría pegar un solo ojo en toda la noche? Si al menos fuera una empleada nada más y no estuviera conectada con Peter, seguiría con calma, pero su llegada inevitablemente había desatado en su interior olas enfurecidas que podrían tirarlo al fondo de los abisales sin avisar. Justamente la incertidumbre lo mataba, no saber lo que pasaría, detestaba lo impredecible que podría ser la intención de esa chica al entrar a su compañía. Y se quedaba pensativo, quizás estaba siendo demasiado paranoico al creer que ella sabía sobre esa aplicación, probablemente Pet
—He tenido demasiado contratiempo en la mañana y lo lamento mucho. No sé volverá a repetir, sé muy bien que le dije que iba a cumplir con el horario al pie de la letra, que nunca faltaría ni llegaría tarde, asumo toda la culpa y le pido que me dé una oportunidad para demostrarle que...—¿Podrías dejar de hablar? —rugió mirando la hora en su reloj de muñeca —. Faltan menos de tres minutos para que haga una presentación importante y me estás quitando el tiempo, hablaremos de eso cuando regrese, mientras tanto quédate limpiando el despacho.Y se fue de allí, pasando de ella, dejándola paralizada en su lugar, la muchacha no hizo más que botar el aire que había retenido y entró a la oficina para comenzar a limpiar. Ni siquiera había nada sucio, todo estaba impecable, no entendía la obsesión de este tipo por tener una limpiadora todo el día, si en realidad no había nada que hacer, supuso que debía fingir otra vez que limpiaba. —Es demasiado grosero, no sé quién se cree solo porque tiene d
Miraba a su alrededor, y aunque se había esforzado para hacer de la compañía un sitio productivo, no encontraba su nombre en aquel éxito que tenía. Sentía que no le pertenecía, que era ajeno a ello, por ende, no lo merecía. Se fue a su despacho, quería quedarse a solas, la limpiadora aún estaba presente. —Debes mover esas cosas de allí, toma la caja y llévala a otro sitio, no puede seguir en ese sitio —indicó dejándola temblorosa con su poderosa voz que retumbó en todos sus sentidos. Ya sentía escalofríos de los pies a la cabeza, nervios serpenteando a través de su fisonomía. La había tomado por sorpresa, se giró y lo vio a los ojos. —Bien, señor. Se hizo líos al intentar mover la caja de ahí y darse cuenta de que estaba pesada. No pudo moverla. Pero Silvain parecía enfadado y no quería ser regañada otra vez, es por eso que lo siguió intentando, aunque solo consiguió perder el equilibrio y si no cayó de espalda al suelo, es porque a tiempo el CEO la atrapó en sus brazos. Su tor
Lo mínimo que podía hacer era encargarse de recoger los envases y tirarlos a la basura. —Como puedes ver, aquí dentro no hay nada que hacer. Ya todo está en orden. Pero debes cumplir con el horario, ¿no? —Sí. Le prestó suma atención, sabiendo que le diría que hiciera alguna tarea. —Por eso, te pediré que te encargues de recoger una ropa en la lavandería. ¿Podrás tomarte solo media hora? Supo que tenía que hacer eso porque la chica de los recados había sido despedida, hasta que no encontrara a una sustituta, además de limpiadora le haría de mandadera. Suspiró. De todos modos se le estaba pagando por hacer su trabajo. No tenía que quejarse o algo parecido. —Bien, puedo hacerlo. Solo me tomaré el tiempo que me pide, ¿voy en este momento? —Sí, voy a confiar en ti y te entregaré mi tarjeta personal para que efectúes el pago. Aceptó la tarjeta negra, entre sus manos. No se imaginaba cuanto dinero había en su cuenta bancaria, llena de muchos ceros. —De acuerdo, con permiso. —Ra
—¿Crees que vas a venir a retirar lo que dejaste? Ya vete olvidando de eso, porque lo tiré todo a la basura y el camión pasó esta mañana, con suerte encontrarás algo tuyo —confesó mordaz, sin el más mínimo tacto y Rachel se quedó devastada, apuñando las manos a cada costado, comenzaba a atrofiarse su respiración y sentía mucha ira contenida. El estropicio no podía ser peor. Envalentonada y lacerada al mismo tiempo. —¿¡Como rayos pudiste deshacerte de algo que no te pertenece!? No tenías ningún derecho de hacerlo. Eres un ingrato incluso te pagué todo lo que te debía, aún así te atreviste a echar todo a la basura como si nada. —¿¡Y qué demonios harás!? Es tan ridículo venir a reclamar cuando tú misma fallaste al acumular tantas deudas conmigo, ahora no pretendas venir como si nada, encima no apareciste ayer y las personas que alquilaron la pieza necesitaban el espacio libre. ¿Acaso eres tan importante como para hacer esperar a los demás porque no te dignabas en venir por tus cosas?
No recordaba ni una sola vez que alguien se inquietara por ella, no una persona además de su hermano, incluso cuando queriendo ayudarle solo le colocó un problema encima. Si bien anteriormente se había puesto muy triste al evocar el pasado, en ese momento estaba el doble de emocional, leyendo un poco sobre las mujeres embarazadas comprendía que las hormonas estaban haciendo de las suyas, así que la empezaban a dominar. —Lo siento, señor Boseman, Solo estoy un poco alterada por lo que ha sucedido y lo menos qué esperaba es que usted apareciera de pronto. No he querido hablarle de esa forma y mucho menos faltarle respeto, por eso le pido perdón. —No, no debes hacerlo. Supongo que siempre aparezco en los momentos menos oportunos. Tal vez debería irme, no quiero seguir siendo una molestia —emitió dejándola y se retiró. La joven esperó a que estuviera a una distancia de ella y cayó de rodillas sobre el suelo, llorando como una tonta. Su vida era un completo desastre, no sabía cómo arre
Habían transcurrido algunos días desde que la joven comenzó a laborar en esa compañía prestigiosa, siendo todo un desafío acoplarse a todo lo que le exigía su jefe. Pero sin ninguna posibilidad a encontrar otro empleo con rapidez y con una buena remuneración, entonces no le quedaba otra opción que quedarse ahí y resistir.Ese viernes, milagrosamente tenía el día libre. No sabía cómo era posible que Silvain le dejara tomarse un descanso. Al fin la muchacha podía tener un respiro. Estaba sentada sacando cuentas, tratando de encontrar la forma de adquirir algunas cosas y sobrevivir la siguiente semana, por mucho que calculara al final no le alcanzaría. Se desinfló. Era demasiado poquito lo que le quedaba en la cuenta, se abstrajo en la cantidad de problemas que le venían a la cabeza de solo saber que no podía manejar la situación. Descartaba la idea de pedir un préstamo, tendría que pagar después altos intereses y ahora no estaba para despilfarrar el dinero, de esa forma tenía que pe