Lorena se puso histérica cuando se enteró de que la mujer había sido despedida por idiota, aunque pensándolo bien, ella tampoco recordaba que su marido tuviera cámaras de seguridad, por toda a oficina pero la idiota de Madeline tenía que seremos para la vida e intentar acceder a las mismas para borrar la evidencia no lo hizo. —¿Cómo te has atrevido a pronunciar mi nombre? ¡Silvain no podía enterarse de que yo estaba detrás de todo esto! Madeline pidió clemencia y no dejaba de llorar, no quiso en ningún momento decir quién le pidió que indagara en los asuntos del empresario, pero ante esa mirada intensiva y ese poder que la sometía, no se pudo quedar callada. Fue imposible. Lo reveló todo. —P-porque él no dejaba de verme con furia. Tuve mucho miedo. —¡Sabía que no tenía que pedirle a una tonta como tú que te hicieras cargo! Es que no eres capaz de nada en absoluto. Mierda, eres una maldita buena para nada. La chica sollozó y más cuando tiró de su cabello con fiereza. No tendría
Lorena se presentó en la cita, una que los paparazzis no esperaban. Pero ya sacaban fotos. —Tanto tiempo sin vernos. Eres el primero que insiste que no aparezca más nunca en tu vida, pero también la primera persona en citarme aquí. ¿No parece eso contradictorio un poco? El CEO apretó la mandíbula lleno de furia, porque su cinismo estaba en un nivel muy alto, se le debía caer la cara por ser tan osada. —No te hagas la desetendida, que sabes muy bien la razón por la que te he llamado a este lugar y no me mientas en la cara, no te atrevas a seguir con este absurdo juego. —¿Qué quieres? —Quiero que des un paso atrás, que retrocedas y me dejes tranquilo, que por ningún medio vuelvas a interferir en mis asuntos, ¿lo entiendes? —soltó hastiado y ella se mordió el labio, antes de arreglar su cabello. —¿Es todo? —¿Te parece poco hacer que contrate a una mujer que está vinculada a ti para conseguir quién sabe qué en mi despacho? Podría denunciar fácilmente, ella misma ha dado tu nombre.
—¿No te pasa qué a veces puedes hacer cosas en el pasado de las que ahora te arrepientes? —le preguntó a Leandro de forma repentina, se notaba a simple vista que se encontraba martirizado, y el tipo tuvo más curiosidad por saber qué era eso que estaba pasando. No era solo el trabajo. Leandro se llevó la bebida a sus labios. El líquido quemó un poco su garganta. Empezó a sentirse un poco mareado, ya era suficiente por esa noche. Beber a raudales no era una buena idea en absoluto y menos cuando tenía que ir a trabajar, la mejor opción era ser responsable, así se evitaría dolores de cabeza y un posible accidente de tránsito. Solo era precavido. También notó que él bebió mucho. —¿No te parece que es suficiente por el día de hoy? Ya no bebas más —el tipo de buena manera hizo el amago de quitarle la siguiente copa, pero el CEO se lo impidió. —De acuerdo, yo puedo beber, no me lo impidas —declaró bufando. —No será responsable de ti, así que no sigas. Podría pasar algo malo por ahí, y
Silvain se había despertado con un tremendo dolor de cabeza, se sostuvo la misma entre sus manos, aturdido con lo terrible que se sentía, eso le pasaba por haber ingerido alcohol como si no hubiera mañana, ahora estaba viviendo las consecuencias; sabía que tenía que ir al trabajo, y más cuando ameritaba de su presencia diversas reuniones; ese día tenía el horario apretadísimo y faltar significaba un gran problema para él. —¿Quieres tylenol? Escuché que funciona para...—Sé para que es —le interrumpió no queriendo ser brusco, pero sus palabras fueron duras de todos modos; la chica salió de la habitación, solo lo quería ayudar, no era menester que se dirigiera a ella de ese modo. Era tan grosero. Silvain maldijo, tampoco pretendía ser así con ella. Marie apareció ese día de imprevisto, alegrándose de ver la muchacha, ella solía visitarla a menudo, y Rachel siempre trataba de mantener una sonrisa en su rostro, pero elevar sus comisuras ese día fue imposible. —¿Todo bien? Aunque por t
Cinthia y su hija, estaban en la casa encargándose de la limpieza, por esa razón la muchacha no se sentía tan sola, al menos entre ellas conversaban un poco. —Rachel, ¿quieres que te prepare algo se comer? Estoy desocupada porque ya terminé de hacer la limpieza en las habitaciones y mi hija se encargará de la cocina. Puedo prepararte algo, ya llegó la hora del mediodía y debes alimentarte a tiempoAmbas eran demasiado delicadas y atentas con ella. Cinthia siempre tan cálida y maternal. —Podría prepararme yo misma el almuerzo aunque suena genial que lo hagas por mí. Sin embargo, tengo demasiadas restricciones en cuanto a la comida... no puedo devorar lo que me plazca, siempre me debo quedar al margen de ciertos alimentos debido a mi diabetes. —Lo entiendo muy bien, mi padre también tenía diabetes, así que siempre cocinaba para él, con el tiempo me acostumbré a comer lo mismo, es más saludable después de todo. —Lo entiendo, supongo que él ya no está contigo. —No, hace mucho que mur
Se levantó del suelo lo más rápido que pudo, avergonzada por haber sido encontrada con las manos en la masa, revisando lo que no le pertenecía, independientemente de la razón por la que estaba hurgando entre las pertenencias de Silvain, no tenía pretexto para salvarse. —Silvain... —dijo casi sin aliento, a lo que él expiró. —¿Si sabes qué puedes preguntarme lo que sea en lugar de comenzar a revisar mis cosas? —¿Lo que sea? No creo que quieras hablar sobre tu divorcio o de esa separación que te marcó. Silvain, debo confesarte algo, todo este tiempo te lo estuve ocultando pero ya no puedo seguir haciéndolo, debes ponerte al tanto de la situación y te lo diré hoy mismo —resolvió decidida, él no tenía idea. —Solo deja todo allí, y vayamos afuera —le pidió. La joven lo siguió. Ambos terminaron sentados en el diván al pies de la cama. —Siento mucho lo de hace un momento, la verdad no pensaba revisar nada sin tu permiso, pero todo el día desde que vi la noticia estaba cuestionando muc
—Jefe, no es mi intención interrumpirlo, pero afuera está el señor Boseman y quiere verle. —¿Mi padre? —Sí, él está afuera —confirmó suspirando. —De acuerdo. Hazle saber que pase —se desinfló. —Con su permiso. Sabía que su padre se quedaría un buen rato y no solo estaba de paso, seguramente para averiguar cómo iban los planes del próximo lanzamiento, se dejó caer a la espera de su aparición, no pasó mucho tiempo cuando él ingresó a verlo. —¿Tú y Lorena en el mismo sitio? Hace un momento vi las fotos y me quedé impactado. No pensé que ustedes después de todo se volverían a ver... ¿Acaso es una reconciliación secreta? Algo así a estas alturas es terrible. —Te pediré que no te precipites a los hechos, no es lo que estás pensando —pronunció exhalando. —¿Ah no? Ahora estás en primera plana de diversas revistas, páginas de internet... los tabloides te señalan a ti y a Lorena. ¿No eres ya lo suficiente adulto para tomar en cuenta que este tipo de encuentros son tela que cortar para l
Eso era lo que tanto a la joven la descolocada, porque sentía que su corazón se iba a salir, que explotaría debido a todas las sensaciones que experimentaba en ese precioso instante. Él la llevaba más allá de la estratosfera, dejándola completamente aturdida en una situación que la perdía. Porque... ¿qué era exactamente eso y cómo lo debía tomar? Supuso que aún debían averiguarlo, aunque él era de los dos, el que menos estaba seguro. Al separarse presionó su frente y le sonrió. El corazón de Rachel latía al ritmo de un galopeo veloz. —Gracias por todo, Silvain, eres realmente bueno. Otra vez el hombre asumía que se había dejado llevar por el momento... Y por esa razón la besó, de manera que correspondió con una sonrisa pero no emitió ni una sola palabra al respecto, mientras que su joven esposa Rachel sentía que todo colisionaba dentro de su ser; era ese cosquilleo constante atravesando cada parte de su fisonomía, cada vez que se dejaba envolver por su roce y bajo su mirada se en