Eso era lo que tanto a la joven la descolocada, porque sentía que su corazón se iba a salir, que explotaría debido a todas las sensaciones que experimentaba en ese precioso instante. Él la llevaba más allá de la estratosfera, dejándola completamente aturdida en una situación que la perdía. Porque... ¿qué era exactamente eso y cómo lo debía tomar? Supuso que aún debían averiguarlo, aunque él era de los dos, el que menos estaba seguro. Al separarse presionó su frente y le sonrió. El corazón de Rachel latía al ritmo de un galopeo veloz. —Gracias por todo, Silvain, eres realmente bueno. Otra vez el hombre asumía que se había dejado llevar por el momento... Y por esa razón la besó, de manera que correspondió con una sonrisa pero no emitió ni una sola palabra al respecto, mientras que su joven esposa Rachel sentía que todo colisionaba dentro de su ser; era ese cosquilleo constante atravesando cada parte de su fisonomía, cada vez que se dejaba envolver por su roce y bajo su mirada se en
Se apresuró en ponerse algo bonito, su suegra estaba de visita y le dio una sugerencia respecto a la ropa, ella se lo tomó de maravilla porque le hacía falta... había tardado demasiado. Era increíblemente difícil escoger solo una prenda de vestir cuando tenía un ropero repleto de diversos vestidos y más. No pasó demasiado tiempo cuando se encontró lista, ya podía sentirse bien consigo misma. Cuando se miró frente al espejo de cuerpo completo, supo que la sugerencia era la correcta, el vestido maternal le quedaba preciso, gracil y bonito al mismo tiempo. —¿Lo ves? Solo es cuestión de evaluar un poco más lo que elegimos a la hora de vestirnos, no todo nos va a quedar bien, pero cada cuerpo encontrará lo acertado. Porque todos son importantes. ¿Te pasará recogiendo? —Eso me dijo hace rato cuando me llamó, creo que terminaba de firmar unos papeles y vendría por mí... Muchas gracias. —De acuerdo... Ustedes se ven tan enamorados que me recuerdan a mí y mi marido cuando nos casamos reci
Jerome se estaba arreglando junto a su esposa para ir a ese evento, pese a los inconvenientes que habían surgido con su hijo y tantas discrepancias, no podía faltar a ese evento importante. Marie ya solo se ponía perfume, y estaría completamente lista. ...No estaba satisfecha con el silencio, porque Rachel esperaba que le diera de una vez por todas una definición a todo eso, sus ojos cayeron sobre la florecilla, era tan bonito el colgante. Pero, detrás de todo eso, ¿por qué se lo dio? Es lo que más quería saber. Y no conseguía la respuesta. La fiesta se llevó a cabo en un lujoso salón que poseía la compañía y estaba destinado para ese tipo de eventos, en aquel lugar nunca había estado la joven por eso se le abrieron sus ojos de par en par, al observar todo a su alrededor aunque dejó a orillas el escrutinio al darse cuenta de que ella era quién estaba siendo observada con la misma impresión inyectada en todos esos pares de ojos. Estaba enganchada del brazo de su esposo y se aferr
A la hora de subir la cremallera del vestido, le tuvo que pedir ayuda a Silvain y para quitarlo también, tan solo con sentir el roce de sus dedos deslizando el cierre, apretó los párpados con fuerza.De pronto el aire en la habitación era demasiado escaso, al punto de sentir que se iba a extinguir el oxígeno, ella respiraba con dificultad y los latidos de su corazón eran fuertes. Su órgano vital se batía contra su pecho y se sentía despiadado. Silvain se inclinó y posó su barbilla en su hombro, haciendo que se paralizara. Él causaba mucho en ella. —Estuviste bien hoy, ¿nerviosa? —Lo estaba. —¿Y ahora? —¿A qué te refieres? —siguió expirando, en cualquier momento se iba a desvanecer y más al tenerlo cerca. No podía con tanto. Él la giró, y conectó con sus ojos, esa mirada en la que inevitablemente perdía en cuestión. —Mañana es la cita, ¿no? —le dijo, de repente con un poco de duda y ella creyendo que seguiría por otro rumbo, que al fin y al cabo la ponía incómoda. —Sí, así e
La despertó con un beso en la mejilla. La chica gruñó, moviéndose sobre la colcha. —Rachel, oh vamos... Levántate de una vez, o vas a llegar tarde, sé que no quieres eso. ¿Deberíamos faltar a la cita? Ante eso, abrió los ojos de inmediato y negó con la cabeza. —Lo siento, eso no sería correcto —con la voz pastosa y adormilada se miraba tan tierna. —Incluso desperté temprano para preparar el desayuno, toma una ducha y ven a desayunar conmigo —volvió a repetir, antes de salir de la habitación. Ella se quedó al borde de la cama, aún con las extremidades llenas de fatiga. Nunca antes había sentido tanta molestia, que ahora. Pero era completamente normal estando embarazada que se agotara más rápido. Hizo un puchero. Definitivamente no estaba dentro de sus planes convertirse en mamá, pero ya que las cosas se habían dado así, se estaba adaptando. Además, ahora sentía un verdadero apego por sus chiquillos. Ellos lo eran todo para ella. Se vistió con prontitud y desayunó junto al CEO,
Se recordó a sí mismo, mirando a la nada, sí, cuando una vez intentó aventarse al vacío; él, comenzaba a sentirse un poco perturbado por lo que pasó y eso que estaba a punto de hacer, una ligera sensación de que debía retractarse lo sacudió, pero no fue suficiente para que diera un paso atrás. Una lágrima silenciosa escapó. Ahora que lo suyo se volvía más real, le dolía, el peso de la culpa lo oprimía. De alguna manera deseaba volver el tiempo atrás y hacer algo diferente, también intentar decir la verdad. Pero... ¿acaso no habrían consecuencias? Sabía que sí lo hacía, todo se vendría abajo, eso es lo que no quería. Justamente estaba evitando un derrumbamiento, o que la enorme mentira acabara con él y lo dejara sepultado. Peter una y mil veces se aparecía en su mente, no se alejaba de ninguna manera. Finalmente lo tiró, dándose cuenta de que era un error, que ya no podía devolver el tiempo. Maldijo en voz baja. —¿Por qué tuve que enamorarme de su hermana? Justo de ti, Rachel..
Miraron una película interesante esa noche y durmieron abrazados como un par de enamorados, dejando el papel y la interpretación de esposos a un lado, para vivirlo de verdad. Rachel sentía que flotaba sobre una nube, que la vida le sonreía y finalmente le entregaba un capítulo sin tachones. Era ella, alguien tan afortunada por tener a Silvain a su lado.En las peores de las tormentas apareció en su vida y ahora no hacía más que iluminar sus días. Silvain se despidió de ella con un beso en los labios y se marchó al trabajo, pero le prometió que volvería pronto. Pero Rachel, con el aviso de que su madre no podría ir a verle ese día, le escribió a su esposo diciéndole que saldría y cualquier cosa lo llamaría. Rachel no esperó encontrarse de imprevisto a Leandro. —¿Qué hace la esposa de Silvain andando sola a esta hora? —¿Que sea su esposa me impide salir sola o también debo andar con seguridad detrás mío? —No he querido decir eso. Estoy sorprendido de verte, pero no es desagradable
—Te eché de menos —fue lo único que se atrevió a decir tirándose a los brazos de esa persona a la que se aferraba con todas sus fuerzas.Rachel deseaba con todo su corazón que no tuviera nada que ver con ese robo, quizás todo era un malentendido, algo que desde el principio aseguró y llegó a conjeturar. Puede que el trabajo de su hermano no fue hurtado, tal vez las cosas habían sucedido de otra forma. Silvain se quedó un poco confundido, no porque le dijo que lo extrañó, sino que no parecía ser lo que inicialmente tenía pensado expresarle. En todo caso el sentimiento era mutuo y correspondió a su cariño, a ese abrazo efusivo, al separarse dejó un beso sobre su delicada frente y le regaló una sonrisa cariñosa. —Te prometo que estaré antes los próximos días, incluso si estás con la señora Cinthia y Carla, me inquieto al no saberte conmigo —dejó un beso casto en sus labios, mientras ella pensaba, ¿cómo podría ser él, una mala persona? —. Vayamos a comer. Se quedaba con esa versión que