La despertó con un beso en la mejilla. La chica gruñó, moviéndose sobre la colcha. —Rachel, oh vamos... Levántate de una vez, o vas a llegar tarde, sé que no quieres eso. ¿Deberíamos faltar a la cita? Ante eso, abrió los ojos de inmediato y negó con la cabeza. —Lo siento, eso no sería correcto —con la voz pastosa y adormilada se miraba tan tierna. —Incluso desperté temprano para preparar el desayuno, toma una ducha y ven a desayunar conmigo —volvió a repetir, antes de salir de la habitación. Ella se quedó al borde de la cama, aún con las extremidades llenas de fatiga. Nunca antes había sentido tanta molestia, que ahora. Pero era completamente normal estando embarazada que se agotara más rápido. Hizo un puchero. Definitivamente no estaba dentro de sus planes convertirse en mamá, pero ya que las cosas se habían dado así, se estaba adaptando. Además, ahora sentía un verdadero apego por sus chiquillos. Ellos lo eran todo para ella. Se vistió con prontitud y desayunó junto al CEO,
Se recordó a sí mismo, mirando a la nada, sí, cuando una vez intentó aventarse al vacío; él, comenzaba a sentirse un poco perturbado por lo que pasó y eso que estaba a punto de hacer, una ligera sensación de que debía retractarse lo sacudió, pero no fue suficiente para que diera un paso atrás. Una lágrima silenciosa escapó. Ahora que lo suyo se volvía más real, le dolía, el peso de la culpa lo oprimía. De alguna manera deseaba volver el tiempo atrás y hacer algo diferente, también intentar decir la verdad. Pero... ¿acaso no habrían consecuencias? Sabía que sí lo hacía, todo se vendría abajo, eso es lo que no quería. Justamente estaba evitando un derrumbamiento, o que la enorme mentira acabara con él y lo dejara sepultado. Peter una y mil veces se aparecía en su mente, no se alejaba de ninguna manera. Finalmente lo tiró, dándose cuenta de que era un error, que ya no podía devolver el tiempo. Maldijo en voz baja. —¿Por qué tuve que enamorarme de su hermana? Justo de ti, Rachel..
Miraron una película interesante esa noche y durmieron abrazados como un par de enamorados, dejando el papel y la interpretación de esposos a un lado, para vivirlo de verdad. Rachel sentía que flotaba sobre una nube, que la vida le sonreía y finalmente le entregaba un capítulo sin tachones. Era ella, alguien tan afortunada por tener a Silvain a su lado.En las peores de las tormentas apareció en su vida y ahora no hacía más que iluminar sus días. Silvain se despidió de ella con un beso en los labios y se marchó al trabajo, pero le prometió que volvería pronto. Pero Rachel, con el aviso de que su madre no podría ir a verle ese día, le escribió a su esposo diciéndole que saldría y cualquier cosa lo llamaría. Rachel no esperó encontrarse de imprevisto a Leandro. —¿Qué hace la esposa de Silvain andando sola a esta hora? —¿Que sea su esposa me impide salir sola o también debo andar con seguridad detrás mío? —No he querido decir eso. Estoy sorprendido de verte, pero no es desagradable
—Te eché de menos —fue lo único que se atrevió a decir tirándose a los brazos de esa persona a la que se aferraba con todas sus fuerzas.Rachel deseaba con todo su corazón que no tuviera nada que ver con ese robo, quizás todo era un malentendido, algo que desde el principio aseguró y llegó a conjeturar. Puede que el trabajo de su hermano no fue hurtado, tal vez las cosas habían sucedido de otra forma. Silvain se quedó un poco confundido, no porque le dijo que lo extrañó, sino que no parecía ser lo que inicialmente tenía pensado expresarle. En todo caso el sentimiento era mutuo y correspondió a su cariño, a ese abrazo efusivo, al separarse dejó un beso sobre su delicada frente y le regaló una sonrisa cariñosa. —Te prometo que estaré antes los próximos días, incluso si estás con la señora Cinthia y Carla, me inquieto al no saberte conmigo —dejó un beso casto en sus labios, mientras ella pensaba, ¿cómo podría ser él, una mala persona? —. Vayamos a comer. Se quedaba con esa versión que
Sus ojos se posaron en aquella tormenta opacada y rodeada de hinchazón. Seguramente había estado llorando durante un largo tiempo. Pero existía algo más que el CEO no pudo descifrar. A medida que se fue acercando a ella, notó enojo en sus orbes. —¡Exijo una explicación, Silvain! Todo este tiempo creí que no podía existir una mejor persona que tú, pero ahora que lo pienso, cada una de las cosas que hiciste por mamá y por mí fueron estudiadas con profundidad, todo para intentar tapar la realidad. ¿Una compra? ¿es en serio? ¡Mi hermano jamás vendería su trabajo, mucho menos algo que le costó tanto esfuerzo! En todo caso, ¿por qué nunca vimos un solo centavo de ello? Maldición —se tomó la cabeza, bamboleada por un repentino mareo. Silvain se preocupó mucho por ella y también estaba impactado al escucharla. La joven ante su amago de ser tocada, lo miró mal y retrocedió, no permitiendo que lo hiciera. Estaba sumamente molesta con ese hombre. —¿De qué hablas? Sabía de qué, pero aún est
Marie estaba conversando con Paty, ese día que el café estaba siendo muy concurrido. Cuando de pronto surgió el tema de Silvain y sus problemas durante su adolescencia, sobre todo después de lo ocurrido. Patricia hizo mención de lo que pasó su hija cuando joven también, su sobrepeso e inconvenientes con sus compañeros de clase. —Mi hijo también se la pasó mal. No durante su niñez, pero sí hace años atrás, aún más joven —expiró —. Me preocupé demasiado por él en ese momento, incluso tuve que pedirle a la servidumbre que se hiciera cargo y si veía cualquier movimiento extraño me avisara lo más rápido posible, resulta que había intentado quitarse la vida en varias ocasiones... es un tema que no suelo compartir con nadie, pero, supongo que me das la confianza de poder decirte. —Oh, lo siento mucho...En ese preciso momento la madre de Rachel sintió que su mente se iluminó, recordando repentinamente ese suceso de aquel día. ¿Por qué llegaba de repente a su cabeza? —Descuida —bebió de s
Paty se asomó y suspiró, llevaba la bandeja en la mano. No sabía si debía entrar o no. Pero verla así le inquietaba. Todavía seguía noqueada con todo eso del matrimonio arreglado, ni hablar del escándalo que armó el padre de Silvain al enterarse y aparecerse por el café causando un alboroto. Las cosas no estaban bien, en absoluto. Patricia todavía seguía preguntándose como era posible que su hija se casara sin amar a Silvain, pero que se vieran tan bien juntos... Eso ya era muy extraño. —¿Hay algo que aún no me dices, cariño? Ten, come, no debes ni puedes saltarte las comidas y lo sabes —recordó, como toda madre preocupada, a lo que ella asintió. Forzada se veía, no solo por su propio bien, sino por el bienestar de sus bebés, a comer. Aunque el almuerzo de su madre tenía un aspecto delicioso, la verdad es que le supo insípido, debido a la inapetencia y desgana que tenía. —¿Algo más? —Bueno... Esa tal Lorena ese día solo habló del matrimonio falso, no precisamente así, pero...—
Jerome le arrebató la copa de vino; en medio del enojo tiró la botella al suelo, se hizo trizas. —¿¡Te has vuelto loco!? Ya van dos semanas estando así. Deja de beber y ve a la compañía. ¿Acaso crees que te puedes olvidar de tus responsabilidades allá? Porque deberías saber que sigue siendo primordial, incluso si se trata de tu "esposa" —lo dijo de cierta forma indiferente. A él no le gustó el tono que usó, siendo muy despectivo. Lo detestaba con todo su corazón. No tenía idea de nada. De qué en verdad la amaba. —Basta, deberías irte. —No, me quedaré. No te gusta que te digan la verdad, odias que sea sincero contigo —declaró alzando la voz, dejando al hombre completamente iracundo, detestando que siguiera por el mismo rumbo —. Al final tuve razón, todo esto del matrimonio es una farsa y tú, te dejaste manipular por esa mujer. No me digas que de verdad te enamoraste.Casi burlón se lo decía.—Déjame en paz, solo quiero que me dejes tranquilo. No tienes idea de nada. —¿Qué te dej