Zeiren Estaba de pie al lado de Cordelia, y aunque intentaba concentrarme en mantener la calma, no podía ignorar lo que estaba sintiendo.El aura de su hermano… algo en él no cuadraba. Era oscura, turbulenta, densa. Había algo nauseabundo en su ser que me ponía en alerta. Por instinto, la atraje hacia mí, rodeándola con un brazo y poniendo distancia entre ellos.No confiaba en ese individuo, ni un poquito.Mi mirada la recorrió y noté cómo estaba vestida Eloah. Una simple camiseta que apenas le llegaba a los muslos. Cada movimiento hacía que la tela se levantara un poco, y me mordí la cara interna de la mejilla para no gruñir."¿Por qué tiene que verla así?" pensé, mientras la rabia se encendía en mi interior.Cuando su hermano ofreció ropa me sorprendió. "Al menos hace algo útil," pensé con cinismo. Pero entonces vi quién entregaba la mochila. El ex de mi Eloah. El imbécil que ya se había cruzado mi camino antes.Mi mente estaba nublada, no solo por la presencia de esos dos, si n
Cordelia El aire estaba frío, pero todo mi cuerpo ardía. Veía cómo los lobos atacaban a Zeiren, uno tras otro, y cada mordida, cada rasguño, era como si lo sintiera yo misma.Mi pecho se contraía con un dolor insoportable. Mi corazón latía tan fuerte que pensaba que iba a romperse. Zeiren estaba ahí, luchando por protegerme, y yo no podía hacer nada.—¡Zeiren! —grité, mi voz apenas audible sobre el rugido de los lobos.Intenté moverme, correr hacia él, hacer algo, lo que fuera... Pero mis piernas no respondían. "¡No puedo verlo morir!" pensé desesperada. "¡No puedo perderlo! ¡No así!""Déjame entrar..."Una voz resonó en mi mente, tan clara y fuerte que por un momento pensé que alguien estaba detrás de mí. Me giré, pero no había nadie."¿Quién eres?" pregunté en mi mente. El miedo de haberme vuelto loca se instaló en mi pecho."Soy tu destino" respondió la voz, suave pero imponente. "¿Vas a dejarlo morir, Cordelia?"Mi cuerpo se tensó."No… no quiero que muera. Pero, ¿qué puedo hac
Cordelia—Aún estamos a tiempo —murmuró mirando a Zeiren.—Ni se te ocurra.Kael asintió, aceptando mis palabras sin intentar defenderse.—Estoy aquí para disculparme. —Se acercó un par de pasos, pero se detuvo cuando lo fulminé con la mirada—. No sabíamos quiénes eran. Solo supimos que alguien había entrado en nuestro territorio. Es mi deber protegerlo.—¡Protegerlo! —espeté, alzando la voz mientras volvía a escurrir el trapo en el tarro de agua—. ¿Y protegerlo significa atacar a quien sea sin hacer preguntas?Kael soltó un suspiro y se pasó una mano por el cabello oscuro, incómodo con mi reacción.—Fue un error, lo admito. Pero ahora entiendo mejor lo que pasó. —Sus ojos bajaron un momento hacia Zeiren, que seguía inconsciente sobre la mesa—. Él es un nephelim, ¿verdad?Mi mano se detuvo a mitad del movimiento.—¿Un qué? —pregunté, frunciendo el ceño mientras me giraba para mirarlo de frente.Kael alzó una ceja, sorprendido por mi ignorancia.—No lo sabías —Su tono sugería más una a
ZeirenEl dolor me atravesaba como pequeñas agujas en cada centímetro de mi piel. No solo el físico. Aunque las heridas en mi piel aún ardían como un puto tormento de mierda… ese otro dolor, más profundo, era el que me quemaba desde dentro.Estaba consciente desde que me dejaron en esta mesa. Escuché su conversación. Cada maldita palabra.Mate.La palabra rebotaba en mi cabeza como un eco insistente e implacable.No podía ser verdad.No debía serlo.Los lobos habían reconocido algo entre nosotros, algo que yo había intentado ignorar, que había tratado de enterrar bajo capas de negación. Pero ahora estaba ahí, flotando en el aire, imposible de esquivar.Ella… mi Eloah… mi mate.Cada fibra de mi ser me gritaba que abriera los ojos, que le dijera que estaba equivocada, que se alejara, pero no lo hice. No podía hacerlo.Porque parte de mí, la parte más egoísta y desesperada, quería que se quedara, deseaba que fuera mía. ¡Solo mía!Pero la verdad era que, si abría los ojos, no sabría có
ZeirenSe lanzó sobre mí sentándose a horcajadas en mi regazo. Sus brazos se cerraron alrededor de mi cuello. Su pecho se presionó contra el mío con fuerza.Mi respiración se detuvo. Su calor, su olor, la forma en que se aferraba a mí… Todo era demasiado.—¿Estás bien…? —murmuró contra mi cuello, su voz temblando—. ¿Estás bien…?Quise decirle que sí, que estaba bien, pero las palabras no salieron. Mis brazos, actuando por instinto, la rodearon con fuerza, acercándola más a mí.Ella se separó un poco para mirarme. Sus ojos estaban rojos, llenos de lágrimas que intentaba contener. No pasó desapercibido ese brillo especial que tenía ahora.No quise poner en palabras qué era... estaba demasiado metido en mi mismo, intentando organizar lo que yo estaba sintiendo.—No vuelvas a asustarme así —susurró, con un tono que era una súplica y un regaño al mismo tiempo.—Cordelia… —murmuré, pero no pude decir nada más.Porque ella no me dejó.Sus labios sellaron los míos, con una necesidad que me t
Cordelia Lo sentía en cada fibra de mi ser.Zeiren estaba sobre mí, dentro de mí, y la intensidad del momento me tenía atrapada entre el placer y el dolor. Desde el momento en que me miró con esos ojos llenos de duda, supe que era real. Que no estaba luchando contra su deseo, si no contra algo mucho más profundo. Contra la idea de que no merecía esto. Que no me merecía a mí.Y eso era lo que más me dolía.Lo había sentido desde el principio, esa reticencia en sus movimientos, la tensión en sus manos cuando recorrieron mi piel como si estuviera hecha de cristal. Pero cuando finalmente cedió, cuando dejó de luchar contra lo inevitable y se entregó a mí, fue como si el universo entero se alineara en ese instante.Primero, no podía creer que realmente él no había estado con nadie antes.Eso me sorprendió, pero también me hizo sentir un calor en el pecho al saber que yo era la primera.La primera en tocarlo de esta forma.La primera en conocerlo de verdad.Pero ahora… ahora estaba en
ZeirenCordelia estaba sobre mí, usando mi pecho como almohada, y yo no podía apartar los ojos de ella. Su cabello estaba desordenado, y el brillo de satisfacción en sus ojos me tenía completamente hipnotizado. No había nada más en el mundo en ese momento, solo ella y la calidez que aún recorría mi cuerpo después de lo que acabábamos de compartir.Y lo hicimos en grande... De todas las poses que me enseñó, ya tenía mis favoritas; en cuatro y ella montándome. Aunque sabía que nos faltaban más por explorar. "Dios, si de verdad existe uno, mi Eloah es increíble."Por primera vez en mi vida, me sentía completo. Ella había llenado un vacío que había estado en mí desde... siempre.—¿En qué piensas? —preguntó en un susurro. Sus ojos grises explorando los míos sin perderse ningún movimiento.Solté un suspiro, llevé una mano a su espalda y la acaricié con suavidad, dejando que las yemas de mis dedos recorrieran la línea de su columna.—En ti —respondí con sinceridad—. Y en que no sé si te m
Zeiren —Nací en los suburbios de la Metrópolis. Pero no el lugar que conoces. Mi hogar era la zona donde los que están arriba no se atreven a mirar. Ahí es donde viven los olvidados.—La parte oculta… —murmuró mi mujer—. He oído rumores, pero nunca imaginé que...—Es peor de lo que puedas imaginar —dije con amargura—. Mi madre y mi tía hacían lo que podían para sobrevivir. Vendían sus cuerpos. Trataban de ocultármelo, pero yo lo sabía.Ella acarició mi mejilla con delicadeza, su gesto cargado de cariño.—Mi tía me contó que, cuando mi madre quedó embarazada, nunca supo con certeza quién era mi padre; solo sabía que era un ángel. Por los clientes que recibió para esa fecha.No era que realmente me importara quien era él, pero no podía dejar de culparlo por el final de mi familia.—Un ángel que nunca estuvo. No sé quién es, ni me importa. Pero tener su sangre me marcó para siempre. Para todos los demás, soy un error. Algo que no debería existir.Los ojos de Cor se llenaron de lágrimas.