Capítulo 83
Jimena lloraba cada vez más desconsolada, y su volumen aumentaba como si tuviera un megáfono.

Walter vio lo afligida que estaba y su corazón se derritió al instante. Le acarició suavemente el cabello y la consoló con ternura: —Ya, ya, no llores más. Esto no es para tanto.

Al escuchar eso, Mariana volteó a mirarlo, llena de asombro.

¿En serio estaba diciendo que regalarle a la abuela un loto nevado falso en su fiesta de cumpleaños, delante de celebridades de diversas industrias, no era gran cosa?

Miró a Jimena y de repente comprendió lo que significaba que el niño que sabe llorar consigue los dulces.

Tal vez así era: los favoritos siempre se salían con la suya.

Ya no tenía ganas de quedarse a presenciar su demostración de afecto, así que soltó una frase y se fue: —Me voy.

—Mariana... —Walter la llamó, queriendo seguirla, pero Jimena lo abrazó con fuerza—. Walter, todos en la fiesta de anoche me estaban cuestionando. Me sentí tan humillada.

Mariana no se detuvo, y se marchó sin mirar a
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