Mariana, masticando papas fritas, se reía mientras veía la imagen en la pantalla de su celular.Jimena se había plantado frente a ella con una actitud arrogante, alardeando de haber conseguido el loto nevado y de su cercanía con Dios M. Pero en el fondo, suplicaba de manera tan humilde por una simple hierba.Inicialmente, Mariana pensó en rechazar la oferta, pero se le ocurrió un plan al saber que la compradora era Jimena. Hacía tiempo que guardaba resentimiento hacia esa mujer y nunca había encontrado el momento para ponerla en su lugar. Ahora que la oportunidad había llegado, decidió llevar a cabo una pequeña travesura. ¿No sería demasiado, verdad?Con ese pensamiento, Mariana inició sesión en la cuenta de la base y empezó a charlar con la otra parte.M: [Cien millones.]L: [Es poco dinero. Si puedes conseguir el loto nevado, eso no es nada.]M: [Hablemos en persona.]L: [De acuerdo.]M: [Pero quiero que tu jefa hable conmigo.]L: [¿Por qué?]M: [A las ocho en punto, en la sala númer
Jimena entró en la sala reservada, pero la encontró vacía.Su guardaespaldas murmuró: —Señorita, ¿este Dios M es de fiar?Ella lo miró severamente y respondió con confianza: —¡Claro que sí!A sus ojos, Dios M era la clave para encontrar el loto nevado, así que cualquiera que lo cuestionara se ganaría su ira.Jimena se sentó en el sofá, sacó su celular con alegría y envió un mensaje a Walter: [No necesitas seguirlo buscando. ¡Ya lo encontré!]Tras enviarlo, tarareaba una melodía y balanceaba sus piernas como si ya viera la luz del triunfo.El tiempo transcurrió hasta las ocho en punto, y Jimena se levantó emocionada, lista para recibir a esta misteriosa persona. Después de todo, Dios M rara vez se mostraba, y ¿que ella pudiera verlo era un gran honor, verdad?Con una brillante sonrisa en su cara, se paseaba de un lado a otro, esperando su llegada. Sin embargo, a medida que se acercaba las ocho y media, Dios M aún no aparecía.El guardaespaldas entró y preguntó: —¿Señorita, él aún no lle
¡Jimena estaba que explotaba de rabia!Había esperado toda la noche, desde las ocho hasta las doce y media, pero al final, él canceló de repente, ¡diciendo que no podía llegar a la cita!¿No estaba jugando con ella?Siendo la heredera de la familia López, ¿cuándo había sido tratada de esa manera? ¿Quién rayos se creía Dios M que era para dejarla plantada?Furiosa al máximo, justo cuando iba a coger su celular para reclamarle, recibió un mensaje disculpándose: [Lo siento mucho. Podemos reprogramar para mañana durante el día.]Jimena miró la pantalla rechinando los dientes, incrédula de que él tuviera el descaro de proponer otro encuentro.[¿Y no me harás lo mismo que hoy? Te digo que estoy muy molesta.]M: [Por supuesto que no. Lamento mucho lo de hoy. Mañana puedo llevar el loto nevado a nuestra cita. Claro, si te molesté hoy y prefieres no verme, lo entenderé y no te quitaré más tiempo.]¿Llevaría el loto nevado a la cita?Esa promesa funcionó como un hechizo, haciendo que Jimena olvi
Mariana salió del bar cuando estaba cayendo un aguacero. El cielo parecía una niña llorona, con el rostro sombrío, limpiando sus lágrimas con relámpagos mientras el trueno sonaba como su sollozo, profundo y débil.Curiosamente, ella tenía una afinidad especial por ese clima. Le encantaba estar acurrucada en casa, viendo series, comiendo snacks y escuchando la lluvia golpear las ventanas, una tranquilidad y comodidad que la embriagaban.Sin embargo, los truenos eran su mayor fobia. Desde aquel incidente en mar donde casi pierde la vida, el sonido atronador de los truenos era como una bomba explotando a su lado, provocándole un miedo que prefería evitar.Justo cuando se disponía a subir a su coche, un Maybach negro captó su atención. La puerta se abrió y un hombre de traje impecable bajó apresuradamente, sosteniendo un paraguas para recibir a Jimena.Al ver esa escena, el corazón de Mariana se agitó.El personaje, tan reverenciado en Yacuanagua, había ido en persona, bajo una lluvia torr
Jimena miraba por la ventana cuando un trueno ensordecedor retumbó, seguido de un relámpago que parecía rasgar el cielo. Jadeó sobresaltada, y murmuró: —Eso realmente me asustó...Walter miró hacia arriba y frunció el ceño, lleno de preocupación.Al pasar junto al coche de Mariana, la lluvia caía a cántaros, permitiéndole sólo vislumbrarla apoyada sobre el volante.Al cabo de un buen rato, el Pagani seguía sin moverse.En ese momento, Mariana, acurrucada sobre el volante, se cubría las orejas intentando bloquear el aterrador sonido de los truenos. Pero los truenos, como si la desafiaran, retumbaban una y otra vez.Cuando levantó la cabeza de nuevo, su rostro estaba pálido como el papel. Rápidamente sacó una manta del asiento trasero y se envolvió en ella, buscando algo de seguridad en la tormenta.Yacuanagua, donde ya comenzaba la vida nocturna en otros tiempos, se veía desolada debido a la tormenta repentina, y las luces del bar lucían especialmente tenues.Mariana se acurrucó en el a
Tras el susto reciente, la mente de Mariana era un revoltijo, así que ni siquiera se dio cuenta de que Walter la seguía sigilosamente.Serafín pisó el acelerador y el coche avanzó como una flecha, tratando de deshacerse del persistente perseguidor. Al notar eso, Walter no se quedó atrás y aceleró también.Los dos vehículos volaban por el viaducto, con el viento y la lluvia golpeando violentamente las ventanas.De repente, Mariana vislumbró el coche de Walter en el espejo retrovisor, se quedó paralizada de asombro y se giró para mirar hacia atrás.Serafín dijo con voz grave: —Walter nos está siguiendo.Una ola de confusión inundó a Mariana. ¿Qué hacía él allí? ¿No se suponía que debía estar llevando a Jimena a casa?Frunció el ceño, buscando una explicación razonable. —Quizás sólo coincidió el camino.Pero Serafín no lo creía así; después de todo, por la forma en que Walter los perseguía, no parecía ser mera coincidencia.Ambos coches iniciaron una persecución trepidante bajo la torment
Más tarde, Mariana se vio en un apuro y tuvo que pedir ayuda a Tobías, quien, a pesar de haber jurado antes cortar lazos padre-hija con ella, se apresuró a llegar a la villa para apoyarla, incluso cuando los vientos rompían las ramas de los árboles.A la mañana siguiente, él también le hizo un maíz frito con queso, pero tras unas palabras críticas sobre Walter, tuvieron una discusión acalorada y ella, en un arrebato de ira, arrojó al suelo la comida que había preparado con tanto esmero.Pensando en eso, Mariana no pudo evitar que se le llenaran los ojos de lágrimas.Había sido justa con Walter, con todos, excepto con aquellos que realmente la amaban.—¿Lloras por comer? ¿Es tan rico? —Tobías tomó un bocado de maíz, hablando con la boca llena— Es el mismo sabor de siempre. ¿Tienes que llorar por algo así?Mariana no respondió, simplemente bajó la cabeza mientras las lágrimas caían incontrolables.Tobías finalmente se dio cuenta de que algo andaba mal, se acercó preocupado y preguntó: —¿
Jimena se quedó con la boca entreabierta y una expresión de asombro en su rostro, como si no pudiera creer el profundo interés de Mariana por Dios M.—Mira, te ves como una maga que puede traer hasta a grandes como Dios M —alardeó Mariana sin reservas—. Yo, en cambio, s+plo sé lo que me cuentan los demás.Jimena sonrió con suficiencia ante el comentario. Como la hija de la familia López, naturalmente, todo lo que deseaba estaba al alcance de su mano.—Aunque nuestra familia tiene cierta influencia, palidece en comparación con las cuatro más poderosas familias. Fuimos amigas antes, ¿por qué no me llevas contigo hoy para abrir mis ojos? —propuso Mariana con una actitud bastante humilde, buscando ganarse la confianza de Jimena.Como esperaba, Jimena se alegró al escuchar eso, tanto que casi suelta una carcajada. Siempre disfrutaba cuando otros la miraban con admiración, y más aún cuando quien la elogiaba era Mariana.Sonriendo, respondió: —Pero primero tengo que pedirle permiso a Dios M,