Capítulo 38
Walter abrió bruscamente los ojos, y respiró agitado, como si quisiera decir algo. —Yo...

No obstante, en ese momento, se escuchó la voz clara de Jimena desde fuera: —¡Walter!

Mariana saltó como un resorte lejos de Walter y se enderezó antes de mirar hacia la puerta.

Allí, Jimena se mordía el labio inferior, sosteniendo en su mano derecha una caja de almuerzo que emanaba aromas deliciosos, con la mirada fija en Mariana donde se reflejaba un destello de hostilidad.

Mariana se movió un poco hacia un lado y, con una sonrisa en los labios, explicó: —No te equivoques. Walter simplemente me confundió contigo.

Jimena se rio fríamente. —¿Ah, sí?

¿Cómo podría creer en las mentiras de esa mujer? Entonces, miró a Walter acostado en la cama y preguntó con un tono ligeramente burlón: —¿Fue inoportuna mi visita, Walter?

Mariana no quería problemas, así que contó una pequeña mentira: —No te hagas. Tenía malestar estomacal y justo yo estaba cerca, así que lo traje al hospital.

Cuanto más miraba Jimena
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