Capítulo 42
—¿Qué estás diciendo? ¡Ella debe venir!

Walter levantó la vista y su mirada se posó en la pared vacía detrás del sofá, con las palabras de Mariana resonando en su mente como un eco: —Walter, no vuelvas a buscarme.

Tomó aire profundamente y, como si hubiera tomado una decisión, confesó: —Abuela, tengo que decirte que entre Mariana y yo... tuvimos problemas. Nosotros... planeamos divorciarnos.

Al escuchar eso, Nerea se quedó estupefacta y luego su ira estalló como un volcán. —¡Eres un desgraciado! ¡Tú, tú...!

De repente, el otro lado se quedó en silencio, acelerando el latido del corazón de Walter, quien llamó nerviosamente: —¿Abuela? ¿Abuela, sigues ahí?

No hubo respuesta, lo que le causó un pánico creciente. Inmediatamente se puso en pie y marcó el número de su madre, Abril: —¡Mamá, por favor ve a ver si abuela está bien!

***

En el hospital a altas horas de la madrugada, Nerea yacía en la cama, con el rostro tan pálido como un papel. El médico, después de examinarla, les indicó seriam
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