Capítulo 215
Mariana se movió ágilmente de lado, así que el cuchillo de Tomás pasó de largo como un ave que falla en su ataque, dejando solo una ráfaga de viento.

Él apretó los dientes con rabia, y las venas se le marcaron en la frente mientras gritaba: —¡Si tienes agallas, no te apartes!

Mariana suspiró internamente. No era tonta, ¿cómo iba a quedarse quieta esperando que la matara?

Bajo la mirada feroz de Tomás, se levantó despacio, y con un ligero movimiento de la muñeca, una aguja de plata resbaló de su manga, quedando perfectamente entre sus dedos.

Tomás, al ver que no podía acercarse a Mariana, de repente dirigió su mirada hacia Aurora.

Aurora notó su intención y se quedó paralizada como una marioneta. Tomás, aprovechando el momento, se lanzó hacia ella, la agarró del brazo y la arrastró hacia él, presionando el cuchillo contra su cuello.

—¡Déjanos salir, o la mato! —rugió.

Mariana se quedó otra vez impresionada por la locura del hombre.

—Tomás, ella es tu esposa. ¡Piensa en todo lo que pasar
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