Capítulo 125
Al escuchar esas palabras, el rostro de Mariana se oscureció en un instante, como una tormenta de verano. En voz baja, preguntó: —¿Me estás amenazando?

Paulo y Adriana, al ver la situación, se levantaron apresuradamente y los observaron salir. La puerta del privado fue golpeada con fuerza, emitiendo un estruendo que los dejó afuera.

Walter, con la cabeza baja, miraba a Mariana luchando en sus brazos, y sus ojos mostraban una creciente furia. —Menos mal que te diste cuenta.

Mariana intentó liberarse de su abrazo, pero él la sostuvo aún más fuerte.

Frunciendo el ceño, Mariana de repente tuvo una revelación y preguntó: —Al Grupo Guzmán ni le hace falta ese terreno. Estás atacando a Serafín a propósito, ¿verdad?

—¿A propósito? ¡Él no tiene ese honor! —respondió Walter, su voz fría como el hielo.

—¡Suéltame primero! —protestó Mariana, mirándolo con desdén.

Walter, sin inmutarse, presionó el botón del ascensor. Un camarero lo vio y lo saludó respetuosamente: —Señor Guzmán.

—¡Suéltame ya! —gr
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