Capítulo 128
Walter, con la palma de la mano tan caliente como un horno, la colocó sobre Mariana. Se inclinó hacia ella, con un tono lleno de advertencia: —Mariana, escucha bien. Mientras no tengamos el certificado de divorcio, tendrás que comportarte como la señora Guzmán y dejar de causar problemas. Si te atreves a engañarme...

Entrecerró los ojos, en los cuales brillaba una luz peligrosa, como la de un leopardo a punto de lanzarse sobre su presa.

Mariana apretó los puños a los lados de sus piernas, mientras lo escuchaba decir fríamente: —No me culpes por ser despiadado contigo.

Ella sabía bien de lo que era capaz Walter, su crueldad era suficiente para helar la sangre.

Asimismo, sus amenazas no eran palabras vacías. Si realmente lo enfurecía, quizás toda la familia Chávez pagaría las consecuencias.

Sin embargo...

—Walter, ¿no te sobreestimas un poco?

¿Cómo podría ella permitir que él atacara a su familia?

¿Realmente pensaba que ella era alguien fácil de intimidar?

Había cedido y retrocedido sólo
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