Capítulo 127
Al escuchar esas palabras, Mariana sintió un nudo en la garganta y sus ojos se llenaron instantáneamente de lágrimas.

Comparado con el hecho de que Walter no la amara, sus palabras mordaces eran como innumerables agujas que la hacían difícil respirar.

Al verla así, ahogada en sollozos, Walter se sintió como un general victorioso, completamente satisfecho. —¿Por qué lloras? ¿Acaso dije algo mal?

Extendió la mano y le levantó la barbilla. Esos ojos, que normalmente eran amables, ahora parecían dos espadas afiladas, tan penetrantes que daban miedo.

—Mariana, será mejor que te aguantes. ¡Tú te lo buscaste!

Después de decir eso, los besos cayeron sobre su rostro como una lluvia densa. El ambiente en el auto ya era pesado, y estos se sentían como una cadena, casi asfixiando a Mariana varias veces.

Su cuerpo parecía congelado, incapaz de moverse, pero el calor que emanaba del hombre era como una llama ardiente, casi quemándola.

«Mariana, será mejor que te aguantes. ¡Tú te lo buscaste!»

Sí, to
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