MILENADespués de que Esteban se marchó, llamé a Jorge Alonso, mi mejor amigo, para que viniera a hacerme compañía. Casi media hora después, apareció con su short ajustado, mostrando ese cuerpo atlético que siempre me ha parecido irresistible. Es mi confidente, mi apoyo incondicional, y a pesar de la tentación que representa su presencia, sé que puedo confiar en él para escucharme y aconsejarme.—Hola, mi reina, mi diosa, mi princesa. ¿Cómo estás? —dice con su voz dulce y reconfortante.—De maravilla —respondo, tratando de mantener el ánimo a flote a pesar del dolor.—Eso se nota a simple vista, mi muñeca. Pero mírate, esta tarde estás radiante como siempre. ¿Dónde compraste ese bikini? Te envidio, con ese cuerpazo hasta la frialdad de Esteban se derrite.—Ni lo menciones, cariño —digo, sintiendo una punzada de molestia al recordar a Esteban.—¿Qué te hizo ahora ese miserable? No me digas que se atrevió a despreciarte.—Ni siquiera me miró.—No, eso es terrible, ese hombre está loco.
EstebanCuando regresamos a casa, Milena ya no estaba. Beatriz nos informó que se marchó hace media hora con su amigo Jorge, luego de que mi pequeña ratona ensuciara su vestido con chocolate y le pegara un chicle en su cabello. Unas pequeñas travesuras que le dieron como premio una rica pizza de triple queso.—La mejor pizza que he probado —manifiesta Roger con la boca llena—. Aunque lo mejor es la película, nunca pensé que me gustaran tanto las películas animadas. Son realmente bonitas y sensibles, creo que voy a llorar.—Yo te daré amor, tío Roger—pronuncia Fernanda.—Gracias, princesa —responde abrazándola, conmovido por su ternura.A las ocho, mi princesa quiso ir a la cama y, por supuesto, me preguntó si su padre llegaría para darle el beso de buenas noches.—Papá tiene trabajo extra que hacer —miento, pues sé que aún no acepta que su padre busque una nueva madre—. Hoy llegará tarde y, como verás, solo este caballero te llevará a resguardar a tu castillo para velar tu sueño.—¿P
JennyLos nervios siguen aumentando, quizás porque no estoy segura de continuar con esta farsa. Carlos no merece que le mienta, prolongando un romance que nunca podrá ser. Me odio por pretender engañarme con un falso amor. Intentar borrar un recuerdo tan poderoso como el de Esteban es casi imposible. Lo único que lograré es lastimarlo.—Carlos no tarda en llegar, ¿ya estás lista? —pregunta Amelia al aparecer por la puerta para recordarme la llegada de ese adorable príncipe.—Creo que sí —respondo con melancolía.—Todavía estás a tiempo de poner fin a esta mentira, amiga. Sé que Esteban se equivocó, pero no era necesario llegar a esto —me dice con comprensión.—Es que no lo busqué, simplemente sucedió. No pude decirle que no. Las cosas fueron evolucionando y sin darme cuenta, estaba aceptando ser su prometida.—¡Eh, mírame! —se agacha frente a mí y toma mis manos— Te conozco bien. Sé que no quisiste hacerlo, pero debes ponerle fin ahora que estás a tiempo. No dejes que se enamore más d
No me siento capaz de romper su corazón. Es tan lindo y tierno, y estoy a punto de convertirme en un monstruo. Algunas risas acompañaron nuestra salida al auto. Abrió la puerta delantera.“Ya valió madre”Durante el viaje intercambiamos algunas ideas y hasta sonreímos, pero no puedo prestar atención a nada de lo que dice, pues su voz sensual y tan masculina atraviesa mis sentidos y parece desnudarme. Definitivamente, no lo noté en la isla. ¿Siempre ha sido así? Con esa dulce mirada que parece acariciar mi cuerpo y no me siento incómoda. Tal vez solo un poco estúpida por no querer seguir mi camino a su lado y abandonarlo por quedarme sola, porque Esteban va a casarse con Milena.El tiempo pasa rápido, poco después detiene el auto y quedamos frente a uno de los restaurantes más elegantes de la ciudad, por no decir uno de los más caros: El Cielo. Se baja del auto para ayudarme a bajar y luego de cerrar la puerta, vuelve a ofrecerme su brazo para entrar. No puede evitar sobresaltarse; el
Cuando escucho a Carlos llamarme, ignoro su llamado y continuo caminando, hasta que me toma del brazo. Me había alcanzado corriendo.—¿A dónde vas? — interroga, preocupado.—A casa —respondo sin mirarlo.—No quiero que te vayas sola. Yo te llevo— me dice Carlos, preocupado.—Carlos… —retiro el anillo de mi dedo, sin mirarlo—, lo siento —ahora lo miro, tomo su mano y dejo el anillo en su palma, cerrándola—, no quise salir huyendo, pero no encontré otra manera de decirte que esto es un error.—¿Por qué?—Porque no va a funcionar, tengo miedo de hacerte daño. No quiero que sufras más de lo que ya lo has hecho. No estoy lista…—No siempre hay que estar huyendo de las oportunidades que nos da la vida. Una puerta se cierra y otra se abre, pero si permanecemos mirando adentro, podemos perdernos de la luz que hay detrás. Déjame enseñarte el camino —vuelve a colocar el anillo en mi dedo—. Prometo que nunca vas a arrepentirte de tomar mi mano. Cierra la puerta del ayer, deja que el dolor se ale
CarlosLlego a casa muy feliz, sin percatarme del gran silencio que reina en el ambiente. Ya pasaban las diez de la noche y Fernanda, seguramente, estaba dormida. Subo hasta su habitación para dejarle un beso de buenas noches y arroparla.Al entrar, descubro a Esteban dormido junto a ella, con el libro de cuentos en el pecho. Le doy unos toques con suavidad para despertarlo. Abre los ojos y se sorprende.—¡Uy, lo siento! — susurra somnoliento antes de levantarse con cuidado. —Supongo que me quedé dormido al final del cuento.—A medio cuento ya te estás durmiendo, nunca has sido un gran lector.—Es la verdad— sale de la habitación.Me acerco a la cama para acomodar a Fernanda y tras dejarle un beso en la frente, abandono la recámara en silencio.— ¿Cómo te fue? —Pregunta de inmediato mi hermano.—Supongo que bien.—¿Pasó algo?—¿Mamá ya regresó? — pregunta, mirando inquieto hacia su habitación.—No sabría decirte, hasta antes de dormirme no la oí llegar.—Entiendo. Acompáñame.Bajamos
EstebanSería poco sincero decir que dormí bien; por el contrario, pasé la noche dando vueltas a lo que mi hermano había dicho sobre su cita y mi situación actual. Sé que Jenny me ama, pero ha aceptado ser solo mi novia.Por la mañana, fui el primero en llegar al comedor. Los desayunos familiares de los domingos son imperdibles. Al menos en esos días, mamá parece ser un poco más humana y comprensiva conmigo; sin embargo, hoy lucía extraordinariamente feliz. Supongo que ya está al tanto de la buena noticia."Este es el primer día en años que me siento realmente orgullosa de mis hijos", dijo, mirándome. Su comentario me tomó por sorpresa. ¿Desde cuándo se sentía así? "Ya me enteré de que volverás a la universidad", agregó.Lo entendí, era por eso."Sí", respondí, "creo que es momento de cambiar mi vida. He decidido dar un cambio radical, comenzando por mi matrimonio", dije, sonriendo de forma forzada."Me alegra que finalmente hayas decidido enmendar tus errores y construir un camino pr
JennySigo nerviosa por este encuentro. Jamás en mi vida he sentido tanto miedo como cuando los tres estuvimos frente a frente, Carlos me sujeta la mano y Esteban me mira de esa manera lujuriosa que siento palpitar mi sexo, por unos segundos vuelvo a ese preciso momento en que entregamos al placer eterno. Más, cuando Milena apareció no me quedó de otra que reprimir mis emociones y aguantarme la rabia de golpearla por ser tan … afortunada de tenerlo. ¿Será feliz como imagino?Después del almuerzo fuimos a la alberca, Fernanda me pidió jugar con ella, es una niña agradable, dulce, inteligente y ama mucho a su padre, nunca antes he convivido con un niño, pero debe decir que lo estoy haciendo bien. Las horas pasaron y Milena se fue, sentí un gran alivio, pues ya no soportaba la idea de verla derrochando gran amor.—Mi tío Esteban es muy guapo, ¿verdad? —dice la pequeña.—Sin duda… Digo… tiene lo suyo.—Mi papi también es guapo.—Por supuesto, además es inteligente, comprensivo, ama a su