Justo el auto se detiene por el cambio de luces de un semáforo, sin pensar en lo que hago, abandono el auto rápido. La parada de buses esta a unas cuadras y a pesar de saber que esa zona no es del todo buena, tiento al destino.—¿A dónde crees que vas? —grita.—Lejos de ti.—Sube al auto.—Vete a la mierda—grito acelerando el paso.—¡Jenny! — me llama una y otra vez, en tanto me alejo, dejando el dedo medio en alto.¿Qué puede pasar? Ya estoy cerca de la estación, hay mucha gente y también un grupo de indeseables caminando en dirección opuesta.“Lo único que me falta, espero que no sean ladrones”Cruzo a su lado, tranquila, evitando chocar con ellos y con la mirada esquiva.Desprendían olor a alcohol y lo que menos deseo es un enfrentamiento innecesario. Pero ellos no piensan lo mismo, uno de ellos me toca el trasero.—Rico, mami— Expresa riendo, seguido de todos sus amigos, formando una gran carcajada.No te detengas Jenn, ignora a ese cretino. Me digo, ya unos paso delante de ellos.
Nuestra patética discusión sirvió para desorientar a los sujetos y desbaratar el círculo en el que nos metieron, y la varilla en mis manos fue de gran ayuda. Más, no fue suficiente, me atraparon y lanzaron contra la pared, caí pesadamente sobre unos escombros y grito de dolor, antes de que me levanten tirándome del cabello.Eso provocó que Esteban desvié la mirada y la navaja lo roce, eso parece desde mi ángulo.“¡Esteban!” grito por impulso al ver su gesto de dolor.En eso puede dar un pisotón al estúpido que me aprisiona y un cabezazo.¡Mierda! En la tele no se ve que duela tanto. La vista se me nubla y me dejo caer de rodillas. Fue en ese instante que se oyeron las sirenas del patrullero; los transeúntes ya habían llamado a la policía. Los sujetos se levantaron rápidamente y huyeron a prisa, dejando a uno de ellos tirado en el piso. Esteban se acerca y me ayuda a levantar, siguo con los ojos cerrados del dolor.— ¿Estás bien? —dice tomando mi cara entre sus manos para revisar algun
JennySus manos se deslizan por mi espalda y me descontrolo por completo. El mundo vuelve a detenerse, estoy cediendo ante esos labios tibios que me adormilan. ¡No! No es solo un beso, ese ese maldito beso placentero, insaciable que me destruye los sentidos. El sofocación sube, a cada segundo se hace menos probable el poder seguir fingiendo indiferencia ¿a quién engaño? Lo amo, lo deseo, soy una maldita adicta al calor de su cuerpo, a sus besos, a sus caricias ardientes que estremecen mi ser. Él lo sabe y aprovecha cada espacio que le doy, mientras lucho con mi conciencia.En eso, una llamada entrante separa nuestros labios, con gran pesar.—Debo contestar— le digo.—Sí, debes hacerlo— se muerde ligeramente la labio inferior y me mata.Busco el teléfono en mi cartera y al ver en la pantalla el nombre de Carlos mi corazón se descontrola. No digo nada, solo fijo mi mirada aturdida en él y me acomodo en el asiento. Acepto la llamada y estoy a punto de hablar, cuando Esteban acomoda mis
De pronto la necesidad de ser uno solo, nos gobierna, nos domina, nos induce a pecar. Me acerca a su pecho y lentamente sus manos van desabotonándome la blusa. No somos capaces de separar nuestros labios, ni ponerle freno al fuego que nos consume con zapatos y todo.De un leve tirón me acomoda sobre sus muslos, haciéndome sentir su erección bajo ese pantalón azul marino. No hacen falta las palabras, las caricias y besos húmedos dicen todo lo que callan nuestras almas. Ahí, a un lado de la carretera, nuestros cuerpos vuelven a entregarse a ese amor infinito que no queremos dejar escapar. Los minutos corren lento dentro del auto, es un ambiente mágico donde todo puede ser posible. Estoy haciendo cosas que jamás planee hacer en la vida.—Te amo, Jenn. Te amo — Susurra, apegándome a su pecho, mientras muevo las caderas tomando el ritmo de esa carnosa polla que me destroza por dentro.A medio desvestir y sudorosos, nos entrelazamos entre suspiros y miradas llenas de pasión. El tiempo pa
EstebanLa mantengo entre mis brazos, disfrutado de su compañía los últimos minutos, antes de volver a encender el auto para llevarla a su casa.—Soy tan feliz ahora.— ¿Y a qué se debe tal dicha? —me dice Jenny de una manera tan dulce.—Pues, acabo de recuperar a la mujer que amo…—¿Lo hiciste? — mi mira sonriendo.—Si y no voy a perderla, nunca más.En eso una llamada me sobresalta. Dejo el asiento para buscar mi saco en la parte trasera. Era mi hermano, en tanto le contesto Jenny me observa nerviosa.—Hola, hermano— dice Carlos—¿Dejaste a Jenny en su casa?—Si, ¿Por qué?—Le envié unos mensajes y no los ha leído.—Le enviaste unos mensajes y no los ha leído— repito para que ella escuche— Quizas ya esté dormida o se haya quedado sin batería.—Es lo más probable. ¿Y a qué hora regresas?—Me desvié de camino, estoy tomando la ruta larga.—Entiendo. Solo protégete, ya con una loca en la familia es suficiente, no quiero imaginar mi vida con dos Milena.—El infierno— menciono—. Estaré bi
Trago saliva e involuntariamente muerdo mis labios antes de poner manos a la obra. Los minutos corren y sigo sufriendo con esas miradas de pasión que brotaban de sus ojos, ya no puedo soportar la cercanía de sus labios y esa sonrisa pícara que me descontrola.—Puedes mirar hacia la pared, por favor.—Te pongo nerviosa.—Sí— grito entre dientes—Mira para otro lado.Dejando a un lado las sensaciones de excitación que provoca el roce contra su piel, finalmente termino colocando las tiras de sutura cutánea esterilizadas, en sus heridas abiertas.—Eso es todo.—Gracias. —Susurra rodeándome por la cintura con sus brazos candentes, que mi corazón descontrola. No puede evitar tener ese deseo de estar cerca, cerrar los ojos y esperar a que sus labios me besen.—No va a pasar de nuevo, no aquí, Amelia está en la habitación.—Está durmiendo— susurra acercándose a mis labios—no haremos ruido.Estampa sus labios cálidos sobre los míos, besándome lento, para luego ir aumentando el ritmo, convirtién
(JENNY)* Solo un sueño*En medio de la oscuridad, una luz repentina ilumina el auto de Esteban. Con algo de miedo, camino hacia él, mirando a mi alrededor; no hay nadie más, únicamente el negro vacío a miles de kilómetros. De repente detengo mis pasos al escuchar la voz sexy de Carlos a mis espaldas.— ¿Por qué te gusta ser la chica mala? — susurra mientras me abraza por detrás, deslizando sus manos fuertes y grandes alrededor de su cintura, envolviéndome, haciéndome temblar — Tu forma de ser me vuelve loco. Deja un beso húmedo en mi nuca, erizándome la piel, con su aliento cálido.Luego escucho a Esteban gritar, me doy la vuelta lentamente y puedo ver que está peleando con esos mismos tipos, pero ahora están todos sobre él. Me estremece y aparto la mirada.— ¿Por qué no quieres mirar? Él está luchando por ti. Lo amas y aunque lo niegues ante mí, lo prefieres a él— insiste Carlos—¡Mira! Somos muy parecidos; sin embargo, tenemos esa diferencia única que te encanta. — susurra pegado a
Esteban — Semanas despuésCarlos me pidió que fuera a la empresa para almorzar juntos. Por un momento me gana la nostalgia y me detengo afuera, observando la empresa; mi padre solía traerme cuando era pequeño y hasta hace unos años cruzaba esas puertas de su mano, prometiéndole que el día que volviera sería ejerciendo un puesto importante en ella. ¿Qué soy ahora? Un fracaso, una gran decepción para la familia.Espero un momento hasta que los recuerdos se evaporan y entonces ingreso, sintiendo un poco de alivio. Saludo a los presentes y al estar cerca de la oficina de Carlos, siento mucha nostalgia. El sentir que estoy robándole a su prometida me destroza.—Buenas tardes, joven Esteban— me saluda la secretaria.—Buenas tardes, Katty, ¿está ocupado mi hermano?—No, he hecho, te está esperando.—Gracias.Toco la puerta e ingreso. Ver a Carlos en la silla que ocupaba mi padre es grato.—Qué bueno que llegaste, hermano— se pone de pie— creí que tenías algo planeado para excusarte a venir.