Carlos se carcajea.—Ahora ya comprendo por qué amas a la otra chica. ¿La conoceré alguna vez?—Creo que no tendré más remedio al final.—Deja el desánimo y échale ganas. Si se aman, nada ni nadie podrá separarlos. Pero, deben aclarar su situación, eso de ser amantes y adornarle la cabeza al pobre hombre, no es correcto. Nosotros somos personas de bien.—Así es hermano— respondo con nostalgia.—¿Por qué el desánimo?—Porque seré feliz, a costa de la infelicidad de otro.—No tienes la culpa de haberte enamorado. Ninguno de los dos debería sentir vergüenza por su amor.—¿sabes? Me siento como en la canción de Romeo Santos. Esa de, ella y yo.—No lo digas, ellos eran amigos y eso de quitarle la esposa al otro por el deseo carnal, no se hace, es llegar a lo más bajo. Al final lo que se vive en la traición y eso no justifica el dizque amor que sienten ambos. Como diría mi padre, aquí y en China eso es una pendejada que no se perdona.—Sí, verdad.—Yo no lo haría jamás. Más aún si es mi m
MilenaComo siempre, Jorge Alonso parece tener un plan en mente para solucionar mis problemas con Esteban. Su entusiasmo es contagioso, pero me preocupa la dirección que podría tomar todo esto.—Cálmate un poco, Jorge. ¿Realmente crees que este plan es una buena idea? —pregunto, tratando de contener mi ansiedad.Él me mira con determinación. —Confía en mí, amiga. Este será el plan perfecto al estilo de las películas románticas. Pero necesitamos que Esteban asista a mi fiesta esta noche.—¿Y si se niega?—Haz lo que sea necesario para que confirme su asistencia. Luego, déjame encargarme del resto. Mi casa estará vacía hasta la madrugada, así que tendremos todo el tiempo para ejecutar el plan.No puedo evitar sentir un nudo en el estómago mientras escucho sus palabras. ¿Realmente estoy dispuesta a ir tan lejos por Esteban?—Jorge, no sé si pueda hacer esto. Manipular a Esteban de esta manera... No me parece correcto.—Piensa en lo que quieres, amiga. ¿Quieres volver a estar con él?Asie
Se aleja riendo, mientras yo subo a prepararme para recibir a mi amor rebelde.Aun en la habitación se escucha la música, verifico la temperatura del vino, coloco las copas en su lugar y las pastillitas las oculto bajo mi brasier. Retoco mi maquillaje y acomodo mi sexy vestido de vuelo rojo, con ese provocativo escote delantero.Esparzo un fino y delicado perfume floral con toques dulces como la miel y el pachuli, azar y jazmín, así como naranja amarga y frambuesa uhm, una delicia para el olfato. Me siento en la cama y espero que llegue el momento, pero antes, apago las luces, y dejo solo la luz del velador.La espera desespera, más aún cuando le hago un par de llamadas y no me contesta. Cuando pasa una hora, la rabia se apodera de mi ser, empiezo a tirar todo a mi alrededor. Entonces, recibo un mensaje de Jorge.“Prepárate reina, ya va subiendo”Vuelvo a sentarme en la cama con las piernas cruzadas. Cuando la puerta se abre, Esteban entra y tras él, la entrada se cierra con llave. Se
JennyAl asomarme por la ventana, veo a Esteban y Carlos parados frente a la casa, rodeados por un grupo de mariachis. Esteban sostiene un ramo de flores y parece estar diciendo algo con una sonrisa nerviosa en el rostro, mientras que Carlos lo mira con sorpresa y confusión.—¿Qué están haciendo aquí? —pregunto incrédula, sintiendo una mezcla de emociones.—Parece que Esteban ha traído a los mariachis para... ¿serenata? —Amelia responde, con los ojos brillantes de emoción.No puedo evitar sentirme abrumada por la situación. ¿Qué significa esto? ¿Esteban está tratando de reconquistar a Carlos? Las preguntas inundan mi mente mientras observo la escena desde la ventana, sin poder apartar la mirada.Por poco me da un infarto, los dos cantando a dúo para mí. Mis ojos solo se enfocan en Esteban cantar y la piel se me va poniendo chinita por su melodiosa voz.—¿Ahora qué hago? —pregunto, sintiendo la ansiedad aumentar con cada segundo.—Pues bajar, brujita. Tus dos amores esperan por ti —res
EstebanDespués de la larga noche, regresamos a casa. Carlos se veía decepcionado y yo, un poco aliviado pero también miserable.—Te dije que llamaras antes, para asegurarte de que se encontraba en casa —me recuerda Carlos.—Sí, debí hacerlo, pero quería sorprenderla —respondo, sintiéndome culpable por no haber tomado esa precaución.—Después de todo, no se desperdició la serenata, su amiga disfrutó de ella —comenta Carlos, buscando ver el lado positivo de la situación.—Sí, lo bueno es que le dará el recado —asiento, reconociendo que Amelia sabrá transmitirle lo sucedido a Jenny.—Sin duda —concluye Carlos, resignado ante la situación.—¿Ya sabes lo que pasó con Milena? —pregunta Carlos, cambiando de tema.—Aún Roger no me llama, pero considero que está haciéndose cargo de lo que la princesa desee —respondo, reflexionando sobre la situación de Milena.—Me extraña que Milena no esté explotando el teléfono en llamadas —comenta Carlos, con una expresión de sorpresa.—Bloqueé su número,
Esteban — semanas despuésDespués de la fallida serenata, Jenny ha tratado de mantenerse alejada de Carlos hasta poder terminar con él. Ha inventado excusas y jornadas laborales, sin embargo, no ha podido alejarse de sus mensajes tiernos y sus llamadas románticas, de las que he sido testigo algunas veces. No está listo para rendirse y, enfocado en su deber de buen novio, ha planeado un fin de semana familiar para liberarse del estrés de sus muchos días ocupados y, de algún modo, acercarse más a Jenny.—Estoy seguro de que serán días fabulosos. Sol, playa, arena, chicas guapas en bikini y Roger y yo listos para disfrutar del amor —le digo señalando hacia donde se encontraba mi amigo con Milena.—No puedo creer que ese par estén saliendo —menciona mi hermano, sorprendido.—El día de la fiesta de Jorge, terminaron encerrados en la misma habitación, unas horas juntos, la buena música, la plática agradable hicieron la magia.—¡Joder! ¿Y ya es oficial?—Creo que sí. Desde el día posterior a
CarlosAl día siguienteJenny estaba distante, temerosa de tomar mi mano. Los segundos en que la toqué, fue como si quisiera escapar de mí. En este momento, caminamos juntos desde hace unos minutos y no dice nada, aunque tengo la impresión de que quiere hacerlo.—Carlos, tenemos que hablar de nosotros — dice al fin.— ¿Qué está pasando? Te he visto preocupada y distante en el camino hacia aquí. ¿Sigues preocupada por la falta de trabajo?—En parte, pero ...—No te preocupes, de hecho, te iba a proponer que trabajes para mí. Serás mi secretaria virtual los fines de semana. El trabajo es muy cómodo y el jefe es un encanto —le sonrío.—Carlos, te lo agradezco mucho, pero no me parece conveniente que ...—No tendremos contacto físico, no te preocupes por distracciones durante el horario laboral —vuelvo a sonreír con encanto—. Dime que sí.—No es conveniente, lo siento —se aleja.La dejo caminar unos metros, sintiendo que el corazón se deshace en mi pecho. Y voy tras ella.—Dime por qué no
CARLOSElla me mira con un dejo de duda, pero tras un respiro profundo, decide seguirme. Su mirada vacila entre la curiosidad y la timidez.—¿A dónde iremos? —pregunta, con su voz temblando ligeramente.—Ya verás —le sonrío, mientras tomo unas toallas y la conduzco hacia la playa. La brisa marina acaricia nuestras caras y el sonido de las olas nos envuelve en una atmósfera mágica.Corremos bajando las escaleras, la arena fresca y húmeda bajo nuestros pies. Nos dirigimos hacia unas rocas grandes que se alzan solitarias en la playa. Me detengo y miro a mi alrededor, el mar reflejando el resplandor tenue de la luna.—Este lugar tiene la mejor vista de todas —le digo, con la voz cargada de nostalgia—. Cuando sale el sol, es realmente hermoso. Solía venir con mi padre para ver el atardecer y el amanecer de Año Nuevo. Cuando el cielo se llena de estrellas y aparece la luna, todo se vuelve mágico.—Debe serlo —responde, su voz suavizada por la admiración mientras contempla el horizonte.—¿Qu