Capítuo 98

Carlos se carcajea.

—Ahora ya comprendo por qué amas a la otra chica. ¿La conoceré alguna vez?

—Creo que no tendré más remedio al final.

—Deja el desánimo y échale ganas. Si se aman, nada ni nadie podrá separarlos. Pero, deben aclarar su situación, eso de ser amantes y adornarle la cabeza al pobre hombre, no es correcto. Nosotros somos personas de bien.

—Así es hermano— respondo con nostalgia.

—¿Por qué el desánimo?

—Porque seré feliz, a costa de la infelicidad de otro.

—No tienes la culpa de haberte enamorado. Ninguno de los dos debería sentir vergüenza por su amor.

—¿sabes? Me siento como en la canción de Romeo Santos. Esa de, ella y yo.

—No lo digas, ellos eran amigos y eso de quitarle la esposa al otro por el deseo carnal, no se hace, es llegar a lo más bajo. Al final lo que se vive en la traición y eso no justifica el dizque amor que sienten ambos. Como diría mi padre, aquí y en China eso es una pendejada que no se perdona.

—Sí, verdad.

—Yo no lo haría jamás. Más aún si es mi m
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