Esteban — semanas despuésDespués de la fallida serenata, Jenny ha tratado de mantenerse alejada de Carlos hasta poder terminar con él. Ha inventado excusas y jornadas laborales, sin embargo, no ha podido alejarse de sus mensajes tiernos y sus llamadas románticas, de las que he sido testigo algunas veces. No está listo para rendirse y, enfocado en su deber de buen novio, ha planeado un fin de semana familiar para liberarse del estrés de sus muchos días ocupados y, de algún modo, acercarse más a Jenny.—Estoy seguro de que serán días fabulosos. Sol, playa, arena, chicas guapas en bikini y Roger y yo listos para disfrutar del amor —le digo señalando hacia donde se encontraba mi amigo con Milena.—No puedo creer que ese par estén saliendo —menciona mi hermano, sorprendido.—El día de la fiesta de Jorge, terminaron encerrados en la misma habitación, unas horas juntos, la buena música, la plática agradable hicieron la magia.—¡Joder! ¿Y ya es oficial?—Creo que sí. Desde el día posterior a
CarlosAl día siguienteJenny estaba distante, temerosa de tomar mi mano. Los segundos en que la toqué, fue como si quisiera escapar de mí. En este momento, caminamos juntos desde hace unos minutos y no dice nada, aunque tengo la impresión de que quiere hacerlo.—Carlos, tenemos que hablar de nosotros — dice al fin.— ¿Qué está pasando? Te he visto preocupada y distante en el camino hacia aquí. ¿Sigues preocupada por la falta de trabajo?—En parte, pero ...—No te preocupes, de hecho, te iba a proponer que trabajes para mí. Serás mi secretaria virtual los fines de semana. El trabajo es muy cómodo y el jefe es un encanto —le sonrío.—Carlos, te lo agradezco mucho, pero no me parece conveniente que ...—No tendremos contacto físico, no te preocupes por distracciones durante el horario laboral —vuelvo a sonreír con encanto—. Dime que sí.—No es conveniente, lo siento —se aleja.La dejo caminar unos metros, sintiendo que el corazón se deshace en mi pecho. Y voy tras ella.—Dime por qué no
CARLOSElla me mira con un dejo de duda, pero tras un respiro profundo, decide seguirme. Su mirada vacila entre la curiosidad y la timidez.—¿A dónde iremos? —pregunta, con su voz temblando ligeramente.—Ya verás —le sonrío, mientras tomo unas toallas y la conduzco hacia la playa. La brisa marina acaricia nuestras caras y el sonido de las olas nos envuelve en una atmósfera mágica.Corremos bajando las escaleras, la arena fresca y húmeda bajo nuestros pies. Nos dirigimos hacia unas rocas grandes que se alzan solitarias en la playa. Me detengo y miro a mi alrededor, el mar reflejando el resplandor tenue de la luna.—Este lugar tiene la mejor vista de todas —le digo, con la voz cargada de nostalgia—. Cuando sale el sol, es realmente hermoso. Solía venir con mi padre para ver el atardecer y el amanecer de Año Nuevo. Cuando el cielo se llena de estrellas y aparece la luna, todo se vuelve mágico.—Debe serlo —responde, su voz suavizada por la admiración mientras contempla el horizonte.—¿Qu
JennyLa conversación con Esteban durante toda la noche había sido decisiva, estábamos decididos a poner fin al romance. Aunque sonaba cruel, sabíamos que era lo correcto para no seguir haciéndole daño a Carlos.Después de hablar con Amelia por teléfono y reafirmar mi decisión, me preparé para el momento difícil que se avecinaba. No podía seguir engañando a Carlos, no lo amaba y era hora de hacerle entender que nuestra relación no podía continuar.—No puedo seguir mintiéndole, no lo amo y debo poner fin a esto antes de que sea demasiado tarde —le confesé a Amelia.—¿Confesarás que estás enamorada de su hermano? —preguntó con su característico tono de consejera.—No exactamente... Todavía no es prudente hacerlo.—Le dará un golpe cuando lo descubra.—Solo espero que para entonces pueda perdonarnos a ambos.—¡Ay, amiga! Buena suerte.—Carlos no merece esto. Solo quiere amor y…—No puedes darle lo que quiere. Estás haciendo lo correcto. No es demasiado tarde para corregir las cosas. No t
ESTEBANMientras esperábamos en el pasillo, la dulzura de Fernanda me provocaba un gran remordimiento.—Quiero que mi papá se case con Jenny, verlos juntos fue como si hubiera visto a mi mamá. Papá la ama y seguro que estará muy feliz con ella, nunca lo había visto tan vivo. ¿Tú también lo visitaste, tío? Hacen una hermosa pareja y no quiero a nadie más como una nueva mamá que Jenny.—¿Estás contenta con ella? —pregunto, acariciando su cabello.—Muy feliz, ella se preocupa por mi papá, como lo hacía mamá.— ¿Has pensado en la posibilidad de que no se casen?—Eso sería imposible, se aman.—Hay parejas que no están destinadas a estar juntas, aunque se vean muy felices.— ¿Crees que solo están juntos porque me gusta verlos juntos?—Es difícil de explicar.—Realmente quiero que sean felices.—Yo también. Pero tienes que analizar todas las opciones. No todo lo que brilla es oro, y no todas las personas que sonríen juntas están felices.—¿Tú también la quieres?—Hay cosas que no se pueden e
Jenny — tres mes despuésHan pasado dos meses desde que Carlos y yo quedamos como amigos. Nuestras vidas han dado un giro radical, pues las personas menos esperadas han formado una pareja y se han adaptado a un gran cambio. Roger, por ejemplo; él y Milena son tan distintos, sin embargo, al parecer, era lo que ella necesitaba para ser más humana. Los hemos visto correr por el parque, hasta comer un helado en la plaza. Obviamente, sus amistades y sus padres han puesto el grito en el cielo, pero desafiando todo lo que ella representa, su felicidad se ha mantenido al frente. Por supuesto, esta relación dejó al descubierto el misterio de la familia Montoya.Hace unos años, habían quebrado y el matrimonio con Esteban era un arma para salvarla. Sin embargo, Carlos se ofreció a darles una salida, compró su deuda. No sé mucho de ello, pero se supone que con eso no perderían la empresa y podrían recuperarla cuando pagaran sus deudas, cosa que les llevará algunos años. Pero con la nueva sociedad
Esteban—¿Por qué te enojas tanto? Jenny ya no es nada tuyo — intento calmar sus gritos.—Lo que me molesta es que me hayan visto la cara de idiota. Me duele que mi propio hermano haya jugado conmigo.—No quisimos… — trata de hablar Jenny.—No quiero que digas nada — le grita Carlos. — Tú menos que nadie tiene derecho a abrir la boca.—No le hables así, si quieres pelear con alguien, hazlo conmigo, aquí el culpable soy yo — le recalco.—En efecto, lo eres, eres un maldito traidor.—Creí que entendías los juegos del destino. Cuando me enamoré de Jenny no sabía que sería tu novia — le aclaro.—Confié en ti y me traicionaste.—Deja de ver el pasado y enfócate en el presente, ya eres feliz con Camila, déjanos vivir tranquilos.—No menciones a Camila. Esa mujer es una santa.—Entonces, ¿qué haces aquí, reclamando algo que ya no es tuyo, que nunca fue tuyo? Así que te pediré que te vayas. Estamos viviendo un gran amor, nos amamos y no le hacemos daño a nadie.—Se siguen escondiendo como los
Meses despuésCristina. Decidí dar un paso importante en mi vida: contarle la verdad a mis hijos sobre mi cáncer. Las quimioterapias duelen, pero también ayudan a mejorar. No voy a morirme y ahora menos que nunca quiero hacerlo. He perdido tanto tiempo en el odio que permití que mi corazón se secara. Quiero volver a vivir; ansío que estos próximos años que me queden de vida sean de dicha pura.Debo admitir que cuando supe lo que hizo Esteban, me enfurecí mucho. Lo juzgué, lo lastimé con mis palabras, incluso lo golpeé deseando borrar su daño. Pero con el paso de los días y las semanas, entendí que no fue culpable. Las cosas simplemente se dieron conforme a su destino, y el perdón fue la puerta que se abrió para liberar la tristeza de mi corazón. Tener a Esteban en casa me sirvió no solo para apreciar sus logros, sino también para valorar el esfuerzo que ha hecho para convertirse en el hijo del que siempre quise sentirme orgullosa. Siempre se ha esforzado, y fui yo quien no quiso verl