Jenny — tres mes despuésHan pasado dos meses desde que Carlos y yo quedamos como amigos. Nuestras vidas han dado un giro radical, pues las personas menos esperadas han formado una pareja y se han adaptado a un gran cambio. Roger, por ejemplo; él y Milena son tan distintos, sin embargo, al parecer, era lo que ella necesitaba para ser más humana. Los hemos visto correr por el parque, hasta comer un helado en la plaza. Obviamente, sus amistades y sus padres han puesto el grito en el cielo, pero desafiando todo lo que ella representa, su felicidad se ha mantenido al frente. Por supuesto, esta relación dejó al descubierto el misterio de la familia Montoya.Hace unos años, habían quebrado y el matrimonio con Esteban era un arma para salvarla. Sin embargo, Carlos se ofreció a darles una salida, compró su deuda. No sé mucho de ello, pero se supone que con eso no perderían la empresa y podrían recuperarla cuando pagaran sus deudas, cosa que les llevará algunos años. Pero con la nueva sociedad
Esteban—¿Por qué te enojas tanto? Jenny ya no es nada tuyo — intento calmar sus gritos.—Lo que me molesta es que me hayan visto la cara de idiota. Me duele que mi propio hermano haya jugado conmigo.—No quisimos… — trata de hablar Jenny.—No quiero que digas nada — le grita Carlos. — Tú menos que nadie tiene derecho a abrir la boca.—No le hables así, si quieres pelear con alguien, hazlo conmigo, aquí el culpable soy yo — le recalco.—En efecto, lo eres, eres un maldito traidor.—Creí que entendías los juegos del destino. Cuando me enamoré de Jenny no sabía que sería tu novia — le aclaro.—Confié en ti y me traicionaste.—Deja de ver el pasado y enfócate en el presente, ya eres feliz con Camila, déjanos vivir tranquilos.—No menciones a Camila. Esa mujer es una santa.—Entonces, ¿qué haces aquí, reclamando algo que ya no es tuyo, que nunca fue tuyo? Así que te pediré que te vayas. Estamos viviendo un gran amor, nos amamos y no le hacemos daño a nadie.—Se siguen escondiendo como los
Meses despuésCristina. Decidí dar un paso importante en mi vida: contarle la verdad a mis hijos sobre mi cáncer. Las quimioterapias duelen, pero también ayudan a mejorar. No voy a morirme y ahora menos que nunca quiero hacerlo. He perdido tanto tiempo en el odio que permití que mi corazón se secara. Quiero volver a vivir; ansío que estos próximos años que me queden de vida sean de dicha pura.Debo admitir que cuando supe lo que hizo Esteban, me enfurecí mucho. Lo juzgué, lo lastimé con mis palabras, incluso lo golpeé deseando borrar su daño. Pero con el paso de los días y las semanas, entendí que no fue culpable. Las cosas simplemente se dieron conforme a su destino, y el perdón fue la puerta que se abrió para liberar la tristeza de mi corazón. Tener a Esteban en casa me sirvió no solo para apreciar sus logros, sino también para valorar el esfuerzo que ha hecho para convertirse en el hijo del que siempre quise sentirme orgullosa. Siempre se ha esforzado, y fui yo quien no quiso verl
Unas horas más tarde me dirigí al departamento de Jenny y fue Roger quien bajó para abrir la puerta principal.—¡Roger! ¿Qué haces aquí? —pregunté sorprendido.—Jenny me llamó hace unas horas y me pidió que viniera junto a Milena —respondió con una sonrisa cómplice.—¿En serio?—Sí, dijo que tenía algo que decirnos. Es que sabe que soy parte de la familia, tú y yo somos como hermanos.—Sin duda —le palmeé el hombro, y subimos al tercer piso.Al llegar a la puerta del departamento, Amelia apareció con una sonrisa enigmática.—Jenny te espera en la habitación, y no te emociones por estar cerca de la cama —dijo, guiñándome un ojo.Saludé a Milena, que parecía muy feliz disfrutando de una bebida refrescante.—Hola, Darling —saludó desde la cocina, levantando su vaso en un brindis informal.Un poco extrañado, avancé hasta la puerta de la habitación de Jenny, que estaba entreabierta. Al asomarme, vi a Jenny sentada sobre la cama, luciendo un poco nostálgica. Al verme llegar, se puso de pie
CarlosVenir a España fue la mejor decisión que pude haber tomado. Sin embargo, fue duro para Fernanda separarse de su tío Esteban y su abuelita. Por algunos meses, su mirada apagó su luz y me hizo sentir tan culpable. Su tristeza me apuñalaba el alma y cada día me cuestionaba si fue correcto estar lejos para poder olvidar. De un momento a otro, cambié su destino, pensando solo en mí. Sí, lloré en silencio algunas veces porque me dolía tanto haber arruinado la buena relación que mantenía con Esteban, solo por un error. Creí estar enamorado, me hice ideas hermosas con la mujer equivocada, sin darme cuenta de que mi verdadero destino estaba justo a mi lado. Gracias a Camila, a su amor y paciencia, este trago amargo se fue tornando dulce. Junto a ella, entendí que mi dolor no era tan grande como creía, me ahogaba en un vaso de agua, sin contemplar el mundo de colores que ella, desde mucho, me regalaba. Mirar hacia otro horizonte, enfocándome solo en Camila, en lo que me ofrecía, en el gr
EstebanLos días transcurrieron entre una felicidad excesiva y las ansias de anunciar al mundo que seríamos padres. Cada mañana me despertaba con una sonrisa, sabiendo que pronto nuestra vida cambiaría para siempre. Mientras Jenny viajaba a su ciudad natal con su amiga Amelia para dar la noticia a sus padres, yo me quedaba en la capital, ocupado con los preparativos para la llegada de Carlos y el cumpleaños de Fernanda. Sabía que Jenny volvería a tiempo para esa gran ceremonia, y su ausencia temporal solo aumentaba mi emoción y expectativa.La familia Martinelli se convirtió en el centro de atención de los medios de comunicación durante las próximas semanas. Los periodistas estaban ansiosos por tener la primicia y no dudaban en acechar nuestra casa y oficina, buscando cualquier indicio de confirmación. Pero, por ahora, queríamos mantener nuestra felicidad en privado, compartiéndola solo con aquellos más cercanos a nosotros.La mañana después de que Jenny partiera, me levanté temprano
Al llegar a la casa, una cálida bienvenida nos esperaba. Roger y Milena se habían encargado de reunir a los amigos cercanos para la gran sorpresa. Los abrazos y felicitaciones continuaron, y el ambiente se llenó de risas y conversaciones animadas.—Vamos a celebrar como se debe —anunció Roger, levantando una copa—. ¡Por la familia y por el nuevo miembro que viene en camino!Todos levantamos nuestras copas, brindando por el futuro y por el amor que nos unía. La tarde transcurrió entre anécdotas, risas y momentos de complicidad. La familia Martinelli se sintió como en casa, y la alegría era notable en cada rincón.Carlos y yo nos alejamos un momento de la multitud para hablar en privado. Nos sentamos en el jardín y respiramos el aire fresco de noche.—Carlos, sé que tenemos que hablar —comencé, rompiendo el silencio.Carlos asintió, mirando al suelo. Luego levantó la vista y me miró directamente a los ojos.—Sí, Esteban, hay algo que he llevado dentro por mucho tiempo. Desde aquella no
ESTEBANLa celebración de la primera gran recepción del año está en pleno apogeo, y el ambiente en uno de los locales más populares vibra con entusiasmo. Amigos, familiares, socios y la prensa más exclusiva se han reunido para presenciar un evento memorable. La reaparición de Carlos Martinelli atrae muchas miradas, especialmente porque viene acompañado de una nueva mujer. La sorpresa es mayor cuando se descubre que ella no es otra que la nana de la familia, Camila. Para algunos, este romance era de esperarse, mientras que para otros resulta una inesperada revelación. Sin embargo, lo que opine el mundo exterior no importa; son felices, y eso basta.Los rumores han circulado durante un tiempo, insinuando una traición en la familia y un posible triángulo amoroso que terminó con la separación definitiva de los hermanos. Afortunadamente, nada de eso se confirma y queda como meros murmullos en la sociedad, que siempre busca detalles escabrosos de la vida privada de los demás.Hoy, sin embar