Cuando escucho a Carlos llamarme, ignoro su llamado y continuo caminando, hasta que me toma del brazo. Me había alcanzado corriendo.—¿A dónde vas? — interroga, preocupado.—A casa —respondo sin mirarlo.—No quiero que te vayas sola. Yo te llevo— me dice Carlos, preocupado.—Carlos… —retiro el anillo de mi dedo, sin mirarlo—, lo siento —ahora lo miro, tomo su mano y dejo el anillo en su palma, cerrándola—, no quise salir huyendo, pero no encontré otra manera de decirte que esto es un error.—¿Por qué?—Porque no va a funcionar, tengo miedo de hacerte daño. No quiero que sufras más de lo que ya lo has hecho. No estoy lista…—No siempre hay que estar huyendo de las oportunidades que nos da la vida. Una puerta se cierra y otra se abre, pero si permanecemos mirando adentro, podemos perdernos de la luz que hay detrás. Déjame enseñarte el camino —vuelve a colocar el anillo en mi dedo—. Prometo que nunca vas a arrepentirte de tomar mi mano. Cierra la puerta del ayer, deja que el dolor se ale
CarlosLlego a casa muy feliz, sin percatarme del gran silencio que reina en el ambiente. Ya pasaban las diez de la noche y Fernanda, seguramente, estaba dormida. Subo hasta su habitación para dejarle un beso de buenas noches y arroparla.Al entrar, descubro a Esteban dormido junto a ella, con el libro de cuentos en el pecho. Le doy unos toques con suavidad para despertarlo. Abre los ojos y se sorprende.—¡Uy, lo siento! — susurra somnoliento antes de levantarse con cuidado. —Supongo que me quedé dormido al final del cuento.—A medio cuento ya te estás durmiendo, nunca has sido un gran lector.—Es la verdad— sale de la habitación.Me acerco a la cama para acomodar a Fernanda y tras dejarle un beso en la frente, abandono la recámara en silencio.— ¿Cómo te fue? —Pregunta de inmediato mi hermano.—Supongo que bien.—¿Pasó algo?—¿Mamá ya regresó? — pregunta, mirando inquieto hacia su habitación.—No sabría decirte, hasta antes de dormirme no la oí llegar.—Entiendo. Acompáñame.Bajamos
EstebanSería poco sincero decir que dormí bien; por el contrario, pasé la noche dando vueltas a lo que mi hermano había dicho sobre su cita y mi situación actual. Sé que Jenny me ama, pero ha aceptado ser solo mi novia.Por la mañana, fui el primero en llegar al comedor. Los desayunos familiares de los domingos son imperdibles. Al menos en esos días, mamá parece ser un poco más humana y comprensiva conmigo; sin embargo, hoy lucía extraordinariamente feliz. Supongo que ya está al tanto de la buena noticia."Este es el primer día en años que me siento realmente orgullosa de mis hijos", dijo, mirándome. Su comentario me tomó por sorpresa. ¿Desde cuándo se sentía así? "Ya me enteré de que volverás a la universidad", agregó.Lo entendí, era por eso."Sí", respondí, "creo que es momento de cambiar mi vida. He decidido dar un cambio radical, comenzando por mi matrimonio", dije, sonriendo de forma forzada."Me alegra que finalmente hayas decidido enmendar tus errores y construir un camino pr
JennySigo nerviosa por este encuentro. Jamás en mi vida he sentido tanto miedo como cuando los tres estuvimos frente a frente, Carlos me sujeta la mano y Esteban me mira de esa manera lujuriosa que siento palpitar mi sexo, por unos segundos vuelvo a ese preciso momento en que entregamos al placer eterno. Más, cuando Milena apareció no me quedó de otra que reprimir mis emociones y aguantarme la rabia de golpearla por ser tan … afortunada de tenerlo. ¿Será feliz como imagino?Después del almuerzo fuimos a la alberca, Fernanda me pidió jugar con ella, es una niña agradable, dulce, inteligente y ama mucho a su padre, nunca antes he convivido con un niño, pero debe decir que lo estoy haciendo bien. Las horas pasaron y Milena se fue, sentí un gran alivio, pues ya no soportaba la idea de verla derrochando gran amor.—Mi tío Esteban es muy guapo, ¿verdad? —dice la pequeña.—Sin duda… Digo… tiene lo suyo.—Mi papi también es guapo.—Por supuesto, además es inteligente, comprensivo, ama a su
Justo el auto se detiene por el cambio de luces de un semáforo, sin pensar en lo que hago, abandono el auto rápido. La parada de buses esta a unas cuadras y a pesar de saber que esa zona no es del todo buena, tiento al destino.—¿A dónde crees que vas? —grita.—Lejos de ti.—Sube al auto.—Vete a la mierda—grito acelerando el paso.—¡Jenny! — me llama una y otra vez, en tanto me alejo, dejando el dedo medio en alto.¿Qué puede pasar? Ya estoy cerca de la estación, hay mucha gente y también un grupo de indeseables caminando en dirección opuesta.“Lo único que me falta, espero que no sean ladrones”Cruzo a su lado, tranquila, evitando chocar con ellos y con la mirada esquiva.Desprendían olor a alcohol y lo que menos deseo es un enfrentamiento innecesario. Pero ellos no piensan lo mismo, uno de ellos me toca el trasero.—Rico, mami— Expresa riendo, seguido de todos sus amigos, formando una gran carcajada.No te detengas Jenn, ignora a ese cretino. Me digo, ya unos paso delante de ellos.
Nuestra patética discusión sirvió para desorientar a los sujetos y desbaratar el círculo en el que nos metieron, y la varilla en mis manos fue de gran ayuda. Más, no fue suficiente, me atraparon y lanzaron contra la pared, caí pesadamente sobre unos escombros y grito de dolor, antes de que me levanten tirándome del cabello.Eso provocó que Esteban desvié la mirada y la navaja lo roce, eso parece desde mi ángulo.“¡Esteban!” grito por impulso al ver su gesto de dolor.En eso puede dar un pisotón al estúpido que me aprisiona y un cabezazo.¡Mierda! En la tele no se ve que duela tanto. La vista se me nubla y me dejo caer de rodillas. Fue en ese instante que se oyeron las sirenas del patrullero; los transeúntes ya habían llamado a la policía. Los sujetos se levantaron rápidamente y huyeron a prisa, dejando a uno de ellos tirado en el piso. Esteban se acerca y me ayuda a levantar, siguo con los ojos cerrados del dolor.— ¿Estás bien? —dice tomando mi cara entre sus manos para revisar algun
JennySus manos se deslizan por mi espalda y me descontrolo por completo. El mundo vuelve a detenerse, estoy cediendo ante esos labios tibios que me adormilan. ¡No! No es solo un beso, ese ese maldito beso placentero, insaciable que me destruye los sentidos. El sofocación sube, a cada segundo se hace menos probable el poder seguir fingiendo indiferencia ¿a quién engaño? Lo amo, lo deseo, soy una maldita adicta al calor de su cuerpo, a sus besos, a sus caricias ardientes que estremecen mi ser. Él lo sabe y aprovecha cada espacio que le doy, mientras lucho con mi conciencia.En eso, una llamada entrante separa nuestros labios, con gran pesar.—Debo contestar— le digo.—Sí, debes hacerlo— se muerde ligeramente la labio inferior y me mata.Busco el teléfono en mi cartera y al ver en la pantalla el nombre de Carlos mi corazón se descontrola. No digo nada, solo fijo mi mirada aturdida en él y me acomodo en el asiento. Acepto la llamada y estoy a punto de hablar, cuando Esteban acomoda mis
De pronto la necesidad de ser uno solo, nos gobierna, nos domina, nos induce a pecar. Me acerca a su pecho y lentamente sus manos van desabotonándome la blusa. No somos capaces de separar nuestros labios, ni ponerle freno al fuego que nos consume con zapatos y todo.De un leve tirón me acomoda sobre sus muslos, haciéndome sentir su erección bajo ese pantalón azul marino. No hacen falta las palabras, las caricias y besos húmedos dicen todo lo que callan nuestras almas. Ahí, a un lado de la carretera, nuestros cuerpos vuelven a entregarse a ese amor infinito que no queremos dejar escapar. Los minutos corren lento dentro del auto, es un ambiente mágico donde todo puede ser posible. Estoy haciendo cosas que jamás planee hacer en la vida.—Te amo, Jenn. Te amo — Susurra, apegándome a su pecho, mientras muevo las caderas tomando el ritmo de esa carnosa polla que me destroza por dentro.A medio desvestir y sudorosos, nos entrelazamos entre suspiros y miradas llenas de pasión. El tiempo pa