—Buen día, joven Esteban, ¿Le ofrezco algo de beber? — interroga María, la empleada de la casa, apareciendo de repente causándome un susto.—Buen día— respondo sobresaltado—No, estoy bien así.—¿Lo asusté?—Un poquito nomás.—Lo siento, no quise…—No te disculpes, no pasa nada. Estaba perdido en esta fotografía.—En los noticieros desde temprano no se habla de otra cosa— La miro un segundo perdido— De la chica— señala — no dejan de hablar de la chica y de su hermano. Disculpe que me entrometa, pero esa mujer más parece una trepadora y arribista. No sé con qué intenciones se coló a la fiesta, pero dicen que vive en un barrio pobre.—¿Y por ser de condición humilde, supones que es arribista? Es lamentable que una mujer como tú haga un comentario como ese.—Lo siento, no quise…—Olvida eso. Solo retírate.María abandona la sala apenada y no me molesta si se siente terrible, ¿Cómo es posible que haya dicho eso? Aunque no haya sido su pensamiento, el que lo repita sin conocerla, me irrita.
—No es eso, solo que la prensa ronda estos lugares y no me gusta aparecer en los diarios.—Entonces, ¿temes que te sigan involucrando conmigo?—Sí, tus padres se hacen ideas equivocadas respecto a lo nuestro, precisamente por ese tipo de fotos. Hace un momento nos fotografiaron.—Mis padres están muy ilusionados con nuestro supuesto matrimonio.—Deja de expresarte de esa manera dulce, como si en realidad fuera a ocurrir.—El que yo ansíe casarme contigo es lo mejor que puede pasarte en la vida, Esteban.—¡Vamos! —me pongo de pie con frustración—. Me acompañas o me voy. ¿Qué es lo que quieres?—Ya ordenamos. ¿Por qué no mejor vas al baño a mojarte la cabeza y pensar en lo que estás intentando hacer? Hay un paparazzi cerca. ¿Quieres que mañana anuncien que Esteban Martinelli dejó a su novia plantada después de ordenar el desayuno?Miro a todos lados y el idiota del fotógrafo sigue mirándonos. A regañadientes, me vuelvo a sentar, sintiendo la tensión en mis hombros mientras ella ríe mira
MilenaEl plan de llamar a la prensa nunca antes había sido tan productivo. Debo reconocer que los consejos locos de mi amigo Jorge Alonso salieron a pedir de boca. Sin embargo, este encuentro con Carlos es más que favorable. Una reunión con él y su acompañante será lo mejor para que de una vez por todas, el inútil de Esteban se quite de la cabeza la idea de terminarme. Debo seguir el consejo de mamá, hacer lo necesario para continuar con el noviazgo. Ese viaje suyo al extranjero por algunos meses me deja algo de respiro.Lejos de lo que dijera Esteban, me acerco a la mesa.—¿¡Carlos!?— saludo sorprendida— Pero qué grata sorpresa, hace tanto que no te veo, ni siquiera me invitaste a tu fiesta de bienvenida. Eres un ingrato.Él se levanta para saludarme y presentarme a Jenny. No puedo negar que es linda, pero en cuanto la prensa se entere de su procedencia, la espantarán. Sin embargo, si Carlos está tan embobado con ella, me conviene fingir hacerla mi amiga.—Encantadísima de conocer a
(Jenny)Carlos pasó por mí antes de la una de la tarde, y Amelia se esmeró en arreglarme, pero al fin y al cabo salí vestida como me sentía cómoda, aunque a la altura de una cita con un hombre tan importante como él.—Estás divina —expresa con los ojos brillantes, aunque lo siento solo como un cumplido.Subo al auto y no quise preguntar a dónde iríamos. Es de esperarse que una persona importante acuda a los lugares más exclusivos de la ciudad. Así que sonrío nerviosa todo el camino. Más bien, me pierdo en mis pensamientos, en recuerdos del ayer, la fiesta y el estúpido pervertido, mi trabajo perdido, y en mirar las calles desde ese lindo automóvil.Salí de mi mundo de ensueño cuando abre la puerta para ayudarme a salir, y me paralizo al ver frente al exclusivo restaurante Milenio Bristo. Ni siquiera con mi sueldo de un mes podría costear un platillo de este local.—¿Estás bien? —interroga, preocupado, al verme ida.—Sí.—Podemos ir a otro sitio si gustas —dice al ver mi cara de espant
Las palabras salen de su boca, y yo solo miro esa sonrisa divina y esa manera de expresarse de su hija. Reacciono cuando dice que tenía que conocerla.—Creo que vamos muy rápido y ya me estoy asustando —expreso, nerviosa—. Aún no empezamos el almuerzo y ya tenemos planes para un desayuno y una cena.—Todo puede hacerse planificando tu horario, yo estoy disponible —dice de inmediato.¡Ay! Eso me recordó mi empleo perdido. Por un instante supongo que me puse triste o enojada, porque la expresión de Carlos cambia al admirarme.—Sí, tengo que acomodarme… a… mis días libres —digo, volviendo a beber un trago de agua.Instantes después, una hermosa rubia se acerca, muy emocionada, habla con Carlos, mirándome de reojo con esa expresión maliciosa, propia de cualquier mujer de clase alta. No puedo evitar sentirme avergonzada, con su ropa de marca y perfume caro, tiene todo el derecho de hacerme sentir inferior con solo unas palabras, tras la presentación.—Qué atuendo más… lindo —sonríe de una
—Adiós —murmura, mirándome directo a los ojos. Por un pequeño instante, perderme en esa mirada dulce me lleva a recordar al sujeto pervertido y desvío la mirada como escapando de un fuego intenso.Supongo que lo toma a mal, porque de inmediato se aleja para subir al auto.Al llegar al departamento, encuentro a Amelia muy ansiosa por escuchar detalles de mi primera cita oficial.—Te vi antes de subir —habla risueña—, tú no pierdes el tiempo. ¿Qué tal besa?—No nos besamos, Amelia. Solo un beso en la mejilla —le aclaro.—¡No puede ser! ¿Qué pasa contigo, vas muy lenta?—Te recuerdo que no estoy compitiendo por conquistarlo. Únicamente acepté su invitación, es todo.Le resto importancia a ese almuerzo, así como la presencia de la irritante novia de Esteban.—¿Te encontraste con la modelo esa?—¿Modelo? —interrogo, sin comprender.—Pues es la imagen de los restaurantes y cafeterías de su familia y de la empresa Martinelli. Es una chica hermosísima y mimada.—Lo de hermosa es exagerado. So
EstebanDespués de un baño refrescante por la mañana, vuelvo a la recámara. Mientras me visto, escucho un mensaje entrante, pero no le presto atención hasta terminar de vestirme. Roger había enviado una fotografía: Jenny y Carlos besándose aparentemente. Luego, un video en el noticiero de media noche.“Por el momento ninguno de los dos ha confirmado el romance, pero las imágenes valen más que mil palabras. Se dice que la pareja confirmó su amor el día de la fiesta de bienvenida realizada el viernes pasado. Y desde entonces no han dejado de mostrarse al público”.—Mierda.Sin esperar más, bajo a desayunar. Escucho murmullos y risas en el comedor. No hay que imaginar a qué se debe ese repentino cambio de humor a solo cinco días de haber regresado el hijo favorito a la mansión. Los veo muy animados, mamá con el periódico en mano y sus lentes puestos, leyendo con una gran sonrisa las noticias mientras toma café. Camila atiende a Fernanda mientras Carlos parece muy preocupado. Imagino que
No digo nada, pero las miradas son suficientes para que cambie su actitud.—No quise decir… —intenta excusarse.Niego con la cabeza y me pongo de pie.—¿A dónde vas? —interroga mamá.—A desayunar fuera, está visto que nunca podré ser parte de tu familia perfecta —respondo enojado, alejándome del comedor.—¡Esteban! —grita mamá—. Te prohíbo que abandones esta casa. ¡Esteban!Hago oídos sordos, alejándome, seguido por Carlos, que me detiene al salir por la puerta para hablar.—No quiero charlar de lo que pasó en el comedor, está demás intentar tapar el sol con un dedo. Me odia, detesta cada palabra que sale de mi boca, soy solo un extraño que los acompaña en la mesa. Estoy cansado de esta situación, Carlos. Haga lo que haga no mejorará mi relación con mamá —le digo.—Huir tampoco es la solución, Esteban.—¿Qué quieres que haga? —grito—. Si lo único que quiere es verme muerto.—Eso no es verdad.—Para ella, solo existe un hijo, y ese eres tú —digo con pesar—. Sería mejor que me vaya del