Capítulo 29

Esteban

Es difícil que un domingo por la mañana toda la familia esté despierta y riendo; creo que aún sigo dormido. Me pellizco y, en efecto, hay risas contagiosas en la casa. Dejo la cama y, después de un rápido aseo, bajo a la cocina, el lugar de donde provenían las risas contagiosas. Mamá, Fernanda y Camila, la niñera, ríen mientras Carlos cocina.

—¿Qué está pasando? — interrogo acercándome a la mesa.

—Buenos días, hermano— responde sonriendo— El aroma de mis arepas te despertaron.

—Buenos días, tío— me abraza Fernanda— papá está preparando un desayuno riquísimo.

—Eso estoy viendo, ratona— refiero.

—Buenos días, hijo— me dice mamá sonriendo. Eso me pareció más extraño, que el que voltee la página ignorando lo que dijo dijese en la noche.

La felicidad de Carlos solo podía significar una cosa: una nueva cita con Jenny, porque ni haber logrado un proyecto grande podría mostrarlo tan feliz.

—¿Puedo saber el porqué de este fabuloso desayuno, hermano? — interrogo tratando de conseguir un
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