Cap 40. Tensa calma

La tarde se tiñe de gris, cuando Brígida llega al castillo. El viento golpeando las ventanas y una tensión latente en el ambiente. Eleonora la recibe en sus aposentos, con una sonrisa cansada pero sincera. La sanadora nota de inmediato las sombras bajo sus ojos y el peso invisible que lleva sobre los hombros.

—Me alegra verte, Brígida. Quisiera haberte visitado en la cabaña, pero Alejandro ha insistido en que permanezca aquí hasta que se descubran a los responsables de lo sucedido con Clara —dice Eleonora, sirviéndole una taza de infusión caliente.

Brígida la observa con una mezcla de orgullo y preocupación. Eleonora ha crecido, ha madurado, se ha convertido en una reina fuerte y valiente. Pero también ve el peligro que la rodea.

—Eres una mujer admirable, Eleonora —dice con suavidad, tomando la taza entre sus manos—. Has luchado con firmeza por el pueblo y por los niños. Es un acto noble y maravilloso. Pero quiero que comprendas algo, querida: cuanto más alto se levanta una estrella,
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