Esto vendrá potente. Una vez dije que el Booktrailer que publiqué en mis redes sociales contenía muchos spoilers, no mentía. Para quiénes prestaron atención vieron mucho y aún hay más allí. Aunque aún faltan los videos que comenzaré a subir con adelantos. No olviden seguirme. ♡♡♡
—Esto nos traerá problemas— dijo Lina frente al incendio que algunos curiosos veía, los mismos entre los que una mujer como ella podía camuflarse—, muchos problemas. Observó el teléfono en el que su esposo no dejaba de enviar mensajes, pues la noticia del encuentro mortal ya se sabía en muchas partes del mundo. —Estoy bien, Eleazar está conmigo y sabes que puedo cuidarme— le dijo al contestar su llamada, a la vez que se movía junto a su guardián entre la multitud.—Lo que sea que pasó me vale tres hectáreas de sacos repletos de excremento —Lina giró los ojos—, pero te doy mi palabra de que cuándo regreses, si traes el mínimo golpe, te encierro en la bóveda del FBI. —Como jodes, Hércules— subió al vehículo en el que Pascal era el conductor y Eleazar se acomodaba en la silla del copiloto. —Sí es tu manera de decir que estás preocupado, lo entiendo. Pero estoy bien, sólo que las cosas…te necesito allí, cuidando de nuestro pequeño destructor. Eso me dará la tranquilidad que quiero. —C
—Tiene que vivir. —No aseguramos… El crujido de la tela fue lo único que se escuchó antes del caos que dejó caer una bandeja con utensilios médicos al suelo Anthony agarró al cirujano por el cuello de la camisa y lo arrastró hacia Harper con un brusco movimiento, deteniéndolo a centímetros del metal que sobresalía de su abdomen. La sangre se acumulaba debajo de la camilla, sangre que dejaba claro que no quería volver a ver. —Ella va a vivir. Su voz era baja, controlada. Letal. Sin lugar a réplicas. —Porque si otra cosa sucede en el quirófano, eso mismo —señaló la punta del hierro con la barbilla— va a cortar sus manos. ¿Comprende, doctor? El médico tragó saliva con dificultad. La punta de la barra metálica se reflejaba en sus pupilas dilatadas, mientras la palidez lo cubría. —Mueva la cabeza si entiende. Con lentitud, el doctor asintió sin mover más que la cabeza. —Bien— Anthony aflojó el agarre, dándole una leve mirada a Asher para marcharse—. Respire, controle
En lo que Lina realizaba una llamada. Minutos después, Asher abría un mapa de la ciudad en el computador. —Trafalgar es prácticamente cenizas— dijo el motociclista—, si queremos encontrar la manera de cómo salió, debemos entender la forma en la cual lo realizó.—¿No creen que esté muerto?— Lina regresaba con esa ligera molestia en el abdomen. La misma sensación que los tres tenían. —Mateo dijo que ni siquiera los Bohemond lo reconocían como un integrante de su familia durante una década, podría desaparecer sin ningún problema— añadió Anthony encerrando una zona que Lina buscó en su computador, para hacer un señalamiento de dónde conseguir cámaras con imágenes. —Quiero imágenes de ese bastardo, quiero conocer el rostro de esa sabandija. Lo que sabían era que una flota de helicópteros se había movilizado luego de que la alerta fuese activada. Recopilaron datos de dónde cayó cada uno, antes de que la mañana llegara. Debían tener la reunión en menos de una hora y ninguno había dormido
Anthony presionó el móvil contra su frente, examinando todo lo ocurrido durante esas horas. Un sólo pensamiento surgió, ese malnacido era más listo de lo que imaginaban. —Hay más, señor— dijo Striker en la llamada siguiente. —Hay un cuerpo que fue identificado como Mateo Crown. Anthony sintió una hoguera en su pecho, una llama que se movió entre sus venas, más ardiente que la lava, más sofocante que el sol en su cenit. Era una furia en ascenso, un incendio devorando todo rastro de razón en su interior. Su respiración se volvió pesada, como si cada bocanada de aire avivara aún más las llamas que lo consumían. Sus dedos se crisparon, bajando el teléfono, aferrándose a la última bocanada de oxígeno, cómo si fuera la única cosa que podía contener el torbellino de emociones que lo atravesaba. Pero no había contención posible. —¿Llevamos el cuerpo hacia usted o viene usted a reconocerlo?— cuestionó con pesar. —Ninguna de las dos opciones— pasó saliva—. Ese cuerpo no es de Mateo. St
Los indicios eran claros, la muerte de Valente Bohemond era un hecho para muchos; todos los socios del clan portugués habían recibido la noticia, lo que obligó a convocar reuniones de emergencia para discutir un reemplazo inmediato, antes de que el caos se desatara por completo. Los esclavos, tanto nuevos como antiguos, se encontraban una vez más en el ojo del huracán, siendo atacados sin piedad. En otro frente, Anthony disponía de escasos minutos para intercambiar palabras con Génesis, su esposa y aliada en medio de aquella tormenta. Ella comprendía, sin necesidad de explicaciones excesivas, la determinación de buscar a Mateo en cada rincón de Europa si fuera preciso. La primera semana había transcurrido, y aunque la recuperación de los heridos avanzaba a un ritmo más lento de lo deseado, las estadísticas frías parecían ignorarlos. No habría más muertos entre ellos. Harper, se aferraba a la vida con una fuerza admirable, desafiando todas las probabilidades. Cada latido de su corazó
—Wild necesita analgésicos y antibióticos— destacó la mujer cruzando los brazos. Cuando se detuvo frente a su hijo, lo hizo sin apuro, con la precisión de quien no necesita apresurarse para imponer su presencia. Sus dedos, largos y esbeltos, tamborilearon apenas contra su codo, un tic minúsculo que delataba su falta de tolerancia hacia lo obvio. —Ahora vas a negarle eso a tu tío— añadió con un tono helado, casi desinteresado. —En ocasiones demostrarles un poco de compasión te hace ganar su lealtad. Valente apenas alzó la mirada, pero la sonrisa que le dedicó no tenía nada de afecto. —¿Cátedras de humanidad, mamá?— murmuró, ladeando ligeramente la cabeza—. Ahora los premios cambiaron de atención a medicamentos. Gran transformación. Zorina reparó su pierna. —No funciona conmigo. Optemos por ser auténticos, porque detesto la falsedad— fue directo. —Además, voy a suponer que no olvidas el lugar de cada quién. Presionó la muleta, sin dejar el semblante de su madre. —Sabes qué no
Con los días transcurriendo tan velozmente, Franzua pudo abrir los ojos, aunque su mirada estaba puesta en la puerta, esperando que lo último que vio al perder el conocimiento fuese mentira. Sin embargo, Ken no iba a regresar. No lo haría, aún cuándo más lo necesitara. Lo había perdido. No volvería cómo otras veces lo hizo. Aunque agradecía para siempre haberla salvado a ella. A la mujer que se metió hasta sus huesos. Fannie en otra habitación intentaba hablar para preguntar por sus amigos, por él, pero su voz fallaba. Cada intento era un susurro áspero, entrecortado, como si su garganta se negara a obedecerla. El disparo en la nuca no la mató, pero el daño estaba hecho. La bala no había atravesado su médula espinal, pero el impacto y la presión afectaron los nervios cercanos a sus cuerdas vocales. Los médicos habían dicho que si no se sometía a tratamiento, el daño podría volverse irreversible, robándole para siempre la voz. —¿Cuál es el diagnóstico? ¿Se puede usar la cura en el
—Demos inicio a todo. Que ese clan no tenga idea de dónde salen tantos golpes— ordenó Valente desde su silla. Mateo Crown estaba con la cabeza abajo, dejando saber su poco conocimiento sobre su entorno. —Interviene sus líneas. Qué cada uno de los peones hagan su tarea. —¿No crees que es muy pronto?— Zorina reparó el aspecto del prisionero. —Justo por eso lo haré ahora— retiró la primera capa de la cáscara de la mandarina en su mano, volvió su mirada hacia su hermana que se adelantara. —No tuviste a un inútil en tus entrañas, mamá. Se puso de pie y le pidió seguirlo. Podía estar inconsciente, pero el cerebro le seguía funcionando. —¿Has escuchado sobre la teoría de que en el mundo tenemos a 7 gemelos?— Zorina alzó una ceja, caminando detrás suyo. —No tuve gemelos y tu buscas a quién se vea idéntico a tí— bufó. —¿Te faltaron hermanos?—Tal vez— le ofreció algunos gajos de fruta. —Uno tú y uno yo, ¿te parece?—Tengo ideas más creativas con él— escuchó el cerrojo ser colocado en la