Es con este capítulo que finalizamos la primera etapa de esta historia. Como una vez dije, fue "tranquila". Harper se merecía un poco de paz. Aunque, tienen el inicio de la segunda etapa seguido de este capítulo(aquí sí no prometo nada). ♥︎♥︎♥︎
A miles de kilómetros de Manhattan, las noticias esperadas no llegaban tan rápido cómo se necesitaban. —¿Es válida?— consultó el rubio que enterraba la aguja en la piel, para luego tirar de ella. —Es real— mencionó el Circe Blaine, el consiliario del clan, el cuál mantenía la mirada al frente, pese a lo tremebundo que resultaba la escena del nuevo líder cosiendo la piel de un individuo con otro. —No pregunté si era real, lo vi también— alcanzó otro de los cuchillos para realizar una incisión más. —Pregunté si era válida. El grito del sujeto que soltaba lágrimas espeluznantes de dolor, veía al consiliario buscando ayuda. La aguja lo torturó al entrar a su piel, cortando aún más con el hilo oscuro que lo unía a la mujer que ya había perdido el conocimiento. —Al tenerla en el lugar donde la solía colocar su padre, hacerse pública y no estar él para desmentir o confirmar, la única forma de validarlo— Valente presionó el botín en el cuerpo unido para tensar el hilo encerado que se ro
La opresión en su pecho, el frío calando sus huesos y el sonido de esa voz seguía resonando en los oídos de la pelirroja, quién debido al aturdimiento atropellaba a quién se interpusiera en su camino, sin darse cuenta de nada. El personal del hospital veía a personas desesperadas entrar, pero no cómo ella. Su presión parecía disminuir, a la vez que buscaba con la mirada a alguien conocido. Pidió referencias, nadie supo decirle nada al respecto. —Necesito que me diga algo de ellos— casi enterró las uñas en el brazo de la enfermera que percibió la desesperación en la mujer. —Permítame, voy a investigar ¿cuáles son los nombres?— tomó un pedazo de papel para dárselo a Harper. Ella tuvo que quedarse en el mismo lugar, con la incertidumbre acabándola en cada latido. No era posible que nadie supiera nada. A los pocos minutos, la misma mujer salió al pasillo, buscándola con la mirada. —El señor Alaric Visconde está siendo intervenido quirúrgicamente, sus múltiples heridas de ba
La pelea mostraba a dos contrincantes con la furia de un ciclón, ambos soltando puños y mortales codazos que eran capaces de romper huesos, pero ante la listeza de cada contendiente, estos solo lograban hacerlos retroceder. Eso se vivía en las cloacas Californianas, en dónde Mateo aplicaba una llave, luego de tomar como prisionero de sus músculos bañados en sangre del sujeto que buscaba la forma de respirar. La sangre goteaba a sus pies, en tanto a quién llamaban el mejor luchador de ese lugar, soltó múltiples palmadas en el suelo húmedo. La multitud se levantó entre vítores y aplausos, mientras Anthony le lanzaba la camisa a su primo al verlo salir fuera del círculo. —Tres minutos fue mucho tiempo— Mateo cerró la camisa, tomando una toalla húmeda que colocó en su nariz, limpiando la sangre que salía en pequeñas gotas. —No he dormido durante 44 horas, no esperes tanto— recibió la botella con agua, caminando junto al líder del clan, el cuál sostenía su rostro en alto, recibiendo lib
Alguna vez, Harper le prometió a cierta persona que podría volver a esa ciudad y cuándo tuvo la oportunidad para comprar un apartamento en el mismo edificio dónde él trabajaba, no dudó en hacerlo. Ahora ese portero la hacía sentir más cómoda al saber que su amabilidad la seguía recibiendo en cuánto volvió. —Permítame ayudarla— se aproximó Ramiro al verla acercarse al edificio cuándo llegó. —¿Necesita que la ayude a llevar estas cajas a su apartamento? —Creo que puedo con todo— contestó la pelirroja hacia el portero que recibió una bolsa que olía realmente bien. —Supongo que no has salido a comer. —El tiempo no me da para eso, señorita— agradeció a la mujer que entró al ascensor, cargando las tres cajas que llevaba una sobre la otra. —Por cierto, su padre vino a buscarla. Dijo que volvería. —Nunca lo dejes entrar sin que te dé autorización— el portero sin entender nada correspondió a su respuesta. No era su asunto, tampoco debía hacer preguntas. No sabía de ellos más que aquello
Mientras tanto en Coímbra, el hombre de cabellera rubia salía de la ducha, bajando inmediatamente luego de vestirse con el jersey de cuello alto que acompañó con un saco oscuro. —¿Necesitas gente que lo acompañe?— el consiliario buscó la mirada de su jefe. —Que se mantengan a una distancia prudente, —miró la hora. —Si esto es lo que imagino, habrá una audiencia dentro de poco. —Señor, no es por interferir, pero ella ahora es la dama… —No será una reunión de negocios, sino un encuentro de dos primos que hace años no se ven—, aclaró ajustando su reloj. —En dos minutos salimos. Circe salió disparado a la salida a avisar, porque un segundo para él era una pérdida de tiempo. —¿Puedo solicitar un permiso?— indagó Yara y su hermano giró para verla. —No le hablas a nadie por la espalda si no avisas de tu presencia antes— acomodó el cuello de su saco, notando su nerviosismo. —¿A dónde? —A dejar flores a las tumbas de Orvyn, Heloíse y papá— mencionó. —El tío Wild me acompañará. W
—Siempre suelo decir que las comidas en familia son necesarias— Valente deslizó el filo sobre el filete que luego tomó con el tenedor. —Generan unión, puedes expresar las acciones de tu día a día y si eres más emocional, decirles que los quieres. Buscó el salero que agitó sobre su plato. —Nunca se sabe cuándo podría ser la última vez. Hay que recordar que los accidentes nunca sabes el momento en qué llegarán— esta vez sí tenía el punto exacto. —Señora, permítame felicitarla. Esta carne es exquisita. La mujer frente a él trató de pedir ayuda, pero la mordaza en su boca evitó que lo lograra. Todos en la mesa tenían el mismo rostro aterrado. Había capturado al hijo menor, logrando que uno de los mayores atara a sus hermanas, para luego hacer que el adolescente lo hiciera con su hermano, ahora todos estaban en la misma mesa, con un invitado que comía con calma. —Antes, mi familia era así— relató tomando un poco más de guarnición—, mi madre solía esperar el tiempo que papá nos dedica
—El traslado lo estamos resolviendo —mencionó Hermes, sosteniendo el tablero que usaba en ese momento—. Si necesita que me haga cargo...Anthony negó con la cabeza, su codo apoyado en el reposabrazos de su silla, mientras observaba la puerta abrirse. Los presentes dirigieron su atención hacia Mateo. Con un ademán, el líder los envió afuera, levantándose al mismo tiempo.La molestia de Anthony hacía sentir el aire escaso, pues su mano de hierro y su habilidad para mantener todo sobre sus hombros, mostraba signos de impaciencia.—¿A qué se debe el mal humor? —Anthony le entregó la hoja con datos.—Me joden los errores, la ineptitud me enferma y ausentarme un día logra que ambos se junten —espetó Mateo, quitándose el abrigo—. Las pérdidas son garrafales, porque al parecer el cerebro lo tienen de adorno.Mateo observó las cifras de producción que habían caído en un solo día y comprendió el motivo que tenía a su primo a punto de estallar. Era justamente por esto que agradecía no tener el c
—Te molesta que congenie con alguien, cuándo claramente para eso me quieres aquí —mencionó la pelirroja, a la vez que su mano era colocada sobre su propia rodilla, sin ser liberada aún. —No te traje aquí para eso— fue directo. —Entonces ¿Quieres que diga lo feliz que hemos sido los últimos meses?— se inclinó un poco hacia el frente, Mateo también lo hizo. —¿Estarías mintiendo?— verlo tan cerca siempre iba a ser un problema que no podía manejar tan fácil. —Muchas notas sostienen que volaste alto, Sultana Escarlata. —Lo hice. Supongo que debería dar las gracias— sonrió hacia él. Aunque Mateo movió su cabeza con una negativa. Su mano apretando un poco más la de la inglesa. —¿Por qué deberías agradecer por un logro que obtuviste sola? A mí no me debes nada, yo no te debo nada, además de una reunión con el consejero— la hizo reír. —Dejemos el humor. A tí no te queda— el mafioso soltó un pesado suspiro. Al menos ella entendía eso. Aunque era la primera. —El esposo siempre saca