Agradezco la espera. Este capítulo es solo para dejarles saber que hoy tendrán maratón.
La pelea mostraba a dos contrincantes con la furia de un ciclón, ambos soltando puños y mortales codazos que eran capaces de romper huesos, pero ante la listeza de cada contendiente, estos solo lograban hacerlos retroceder. Eso se vivía en las cloacas Californianas, en dónde Mateo aplicaba una llave, luego de tomar como prisionero de sus músculos bañados en sangre del sujeto que buscaba la forma de respirar. La sangre goteaba a sus pies, en tanto a quién llamaban el mejor luchador de ese lugar, soltó múltiples palmadas en el suelo húmedo. La multitud se levantó entre vítores y aplausos, mientras Anthony le lanzaba la camisa a su primo al verlo salir fuera del círculo. —Tres minutos fue mucho tiempo— Mateo cerró la camisa, tomando una toalla húmeda que colocó en su nariz, limpiando la sangre que salía en pequeñas gotas. —No he dormido durante 44 horas, no esperes tanto— recibió la botella con agua, caminando junto al líder del clan, el cuál sostenía su rostro en alto, recibiendo lib
Alguna vez, Harper le prometió a cierta persona que podría volver a esa ciudad y cuándo tuvo la oportunidad para comprar un apartamento en el mismo edificio dónde él trabajaba, no dudó en hacerlo. Ahora ese portero la hacía sentir más cómoda al saber que su amabilidad la seguía recibiendo en cuánto volvió. —Permítame ayudarla— se aproximó Ramiro al verla acercarse al edificio cuándo llegó. —¿Necesita que la ayude a llevar estas cajas a su apartamento? —Creo que puedo con todo— contestó la pelirroja hacia el portero que recibió una bolsa que olía realmente bien. —Supongo que no has salido a comer. —El tiempo no me da para eso, señorita— agradeció a la mujer que entró al ascensor, cargando las tres cajas que llevaba una sobre la otra. —Por cierto, su padre vino a buscarla. Dijo que volvería. —Nunca lo dejes entrar sin que te dé autorización— el portero sin entender nada correspondió a su respuesta. No era su asunto, tampoco debía hacer preguntas. No sabía de ellos más que aquello
Mientras tanto en Coímbra, el hombre de cabellera rubia salía de la ducha, bajando inmediatamente luego de vestirse con el jersey de cuello alto que acompañó con un saco oscuro. —¿Necesitas gente que lo acompañe?— el consiliario buscó la mirada de su jefe. —Que se mantengan a una distancia prudente, —miró la hora. —Si esto es lo que imagino, habrá una audiencia dentro de poco. —Señor, no es por interferir, pero ella ahora es la dama… —No será una reunión de negocios, sino un encuentro de dos primos que hace años no se ven—, aclaró ajustando su reloj. —En dos minutos salimos. Circe salió disparado a la salida a avisar, porque un segundo para él era una pérdida de tiempo. —¿Puedo solicitar un permiso?— indagó Yara y su hermano giró para verla. —No le hablas a nadie por la espalda si no avisas de tu presencia antes— acomodó el cuello de su saco, notando su nerviosismo. —¿A dónde? —A dejar flores a las tumbas de Orvyn, Heloíse y papá— mencionó. —El tío Wild me acompañará. W
—Siempre suelo decir que las comidas en familia son necesarias— Valente deslizó el filo sobre el filete que luego tomó con el tenedor. —Generan unión, puedes expresar las acciones de tu día a día y si eres más emocional, decirles que los quieres. Buscó el salero que agitó sobre su plato. —Nunca se sabe cuándo podría ser la última vez. Hay que recordar que los accidentes nunca sabes el momento en qué llegarán— esta vez sí tenía el punto exacto. —Señora, permítame felicitarla. Esta carne es exquisita. La mujer frente a él trató de pedir ayuda, pero la mordaza en su boca evitó que lo lograra. Todos en la mesa tenían el mismo rostro aterrado. Había capturado al hijo menor, logrando que uno de los mayores atara a sus hermanas, para luego hacer que el adolescente lo hiciera con su hermano, ahora todos estaban en la misma mesa, con un invitado que comía con calma. —Antes, mi familia era así— relató tomando un poco más de guarnición—, mi madre solía esperar el tiempo que papá nos dedica
—El traslado lo estamos resolviendo —mencionó Hermes, sosteniendo el tablero que usaba en ese momento—. Si necesita que me haga cargo...Anthony negó con la cabeza, su codo apoyado en el reposabrazos de su silla, mientras observaba la puerta abrirse. Los presentes dirigieron su atención hacia Mateo. Con un ademán, el líder los envió afuera, levantándose al mismo tiempo.La molestia de Anthony hacía sentir el aire escaso, pues su mano de hierro y su habilidad para mantener todo sobre sus hombros, mostraba signos de impaciencia.—¿A qué se debe el mal humor? —Anthony le entregó la hoja con datos.—Me joden los errores, la ineptitud me enferma y ausentarme un día logra que ambos se junten —espetó Mateo, quitándose el abrigo—. Las pérdidas son garrafales, porque al parecer el cerebro lo tienen de adorno.Mateo observó las cifras de producción que habían caído en un solo día y comprendió el motivo que tenía a su primo a punto de estallar. Era justamente por esto que agradecía no tener el c
—Te molesta que congenie con alguien, cuándo claramente para eso me quieres aquí —mencionó la pelirroja, a la vez que su mano era colocada sobre su propia rodilla, sin ser liberada aún. —No te traje aquí para eso— fue directo. —Entonces ¿Quieres que diga lo feliz que hemos sido los últimos meses?— se inclinó un poco hacia el frente, Mateo también lo hizo. —¿Estarías mintiendo?— verlo tan cerca siempre iba a ser un problema que no podía manejar tan fácil. —Muchas notas sostienen que volaste alto, Sultana Escarlata. —Lo hice. Supongo que debería dar las gracias— sonrió hacia él. Aunque Mateo movió su cabeza con una negativa. Su mano apretando un poco más la de la inglesa. —¿Por qué deberías agradecer por un logro que obtuviste sola? A mí no me debes nada, yo no te debo nada, además de una reunión con el consejero— la hizo reír. —Dejemos el humor. A tí no te queda— el mafioso soltó un pesado suspiro. Al menos ella entendía eso. Aunque era la primera. —El esposo siempre saca
—¿Debo agradecer que vengas a verme?— Valente pareció divertirse con el descaro de Clifford. —Cuánto estima te tienes. —No me he estado escondiendo cómo imaginas, solo quise buscar una cantidad de dinero para saldar mi deuda contigo— colocó el maletín que abrió para mostrar los fajos de dinero. Valente lo observó un segundo y luego volvió al rostro del inglés. —Tienes dos millones y ochocientos mil dólares aquí. Puedo conseguir más cuándo Delphine se convierta en marquesa. Solo necesito unas semanas más y… —¿No sientes vergüenza?— cerró el maletín. —De seguro ese es el dinero de Alaric. Luego, ¿por quién vas? ¿Harper? —Estoy diciéndote que puedo pagar todas las pérdidas que tuviste estos años—, replicó con prisa. —No necesitas hacer más. Lo pagaré. —¿Tengo cara de que necesito el dinero, Clifford?— apoyó su espalda en la ventana. —Si buscara eso, créeme, serías el último a quién me acercaría— le dio la vuelta a la fotografía de su padre y hermano—. Tú sabes bien lo que hiciste,
Mateo, en el edificio que usaban cuál lugar de trabajo, escuchaba al hombre que exponía los datos que llevaba para ellos. Debía ser agradable porque representaba números verdaderamente altos, pese a las pérdidas del error que se había dado, el número aún era exorbitante con las ventas en esa ciudad. No deseaba escuchar lo que Vladimir dejaba salir de su boca, Izan no se quedaba atrás con los comentarios sobre su ex esposa. Al parecer no entendían lo que era hacer negocios y dejar los temas personales de lado. No todo era tan… Admitía lo peligroso que era lo que sucedía, pues si algo sabía era que había cosas que no tenía que averiguar lo que ocurriría si lo llevaba al límite. La marca en su dedo aún no desaparecía totalmente y le molestaba tanto que fuera tan obvio que se olvidó de quitarla. Era estúpido que algo cómo ese se le pasara, pero el trabajo siempre llenaría su cabeza. Excusable era. Vio llegar a Hermes por horas de la tarde, pero así cómo ese tipo cuidaba de los secreto