Capítulo 10
El día de firmar el divorcio tampoco fue tranquilo.

Llegué al ayuntamiento débil, apoyada en mi amiga. Mariano y Fabiola ya esperaban en la entrada con el niño. Realmente parecían una familia.

Mariano fruncía el ceño, claramente disgustado. Fabiola le dijo a Mario: —Desde ahora, papá Mariano será tu verdadero padre.

Se aferró al brazo de Mariano, presumida. —Valeria, gracias por dejarnos estar juntos. Cuando nos casemos con Mariano, ¡te enviaremos dulces de boda!

Le di una bofetada que le hizo sangrar el labio.

—¡¿Qué haces?! ¡Valeria, eres una salvaje! —lloró, escondiéndose en los brazos de Mariano.

—Aún soy su esposa, y nadie puede decir nada si la esposa golpea a la amante.

Miré a Mariano con desdén. —Apúrate, o tu amorcito recibirá más.

Después de nuestro divorcio, Mariano y Fabiola se casaron inmediatamente. Los esperé afuera y le entregué unos documentos a Mariano.

—Te sugiero que los abras en casa. No quisiera que te diera un infarto aquí.

Fabiola, actuando como la nueva señora,
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