El pasillo en ese momento no se veía como todos los días en la escuela, ahora mismo solo lucia como un feo cuento de terror, como animales al matadero o carne desfilando por la correa directo al carnicero y luego al mejor postor. La luna brillaba gigante casi irreal en el cielo, alumbraba las rosas con su luz tenue y tenebrosa, el andar de los tacones era parte de lo único que se escuchaba realmente fuera de la música que se abría camino, mientras más cerca se encontraban del patio.
Luz, sombra, luz, sombra, intercalándose una tras otra como si de flashbacks se trataran, pues las columnas antiguas se interponían entre la luz del asteroide en lo que ellas seguían caminando en fila, sin detenerse, sin preocuparse, como si fueran un pequeño ejército de soldados a cuerda yendo entre la ligera niebla de la temporada, con sus rojos vestidos de gala.
El olor a campo se empezaba a sentir, el dulce aroma a pasto y a perfume de rosas que adornaba la fría y húmeda noche, las velas en candelabros, que las guiaban, la alfombra roja que solo se podía ver de lejos, la escamosa ansiedad que las recorría, la necesidad de morderse las uñas sin importar el manicura al que habían sido sometidas horas antes. Solo podían guiarse por las espaldas que iban delante de cada una, entonces ya era hora, se detuvieron frente a la infinita espera de lo inesperado, podría ser tanto una victoria, como también el dulce fracaso al que secretamente muchas estaban esperando.
Era su turno, la música se escuchaba viva en sus oídos, los nervios, el temblar que intentaba disimular para no aparentar lo asustada que estaba en ese momento. Apretó parte de su vestido en sus puños remangándoselo para poder subir la escalera, la luz era tan fuerte y tan densa que no se podían ver más que las siluetas de una elegante decoración, mesas abarrotadas de personas que no estaban aplaudiendo como al inicio de todo aquello o el bullicio por las anteriores a ellas, la puja que se debatía desde el principio. Cada peldaño era más difícil que el otro ¿a qué le temía? ¿Al rechazo? Se detuvo justo en medio de la tarima con un reflector apuntando justo a ella y un silencio que se encontraba lejos de ser bienvenido. Megara trago en seco, y metió un flequillo de cabello tras su oreja, resintiendo mentalmente haber elegido mal los zapatos de esa noche.
Y aquí estaba, con una maleta de mano y un baúl mal empacado por los sirvientes apresurados, debido repentina partida de su joven ama. Escupió el chicle que llevaba desde el diminuto aeropuerto, justo al frente de la gigante puerta del edificio rococó al que se iba adentrando. El solo abrir la puerta le asqueó, el olor penetrante a flores y a popurrí, la edificación antigua, con igual de antiguas recepcionistas y un grupo incontables de jóvenes que pasaban con sus anticuados uniformes y libros en la mano dejándole nada más que una mirada de espanto en cuanto la veían. ¿Por qué? Se preguntaba ella, luego en sus pensamientos encontró la respuesta, y es que ese grupo de campesinas de países prácticamente inexistentes apenas sabían lo que era el internet y la moda grunge, se respondió a si misma con arrogancia. Camin
Era otra, ni el uniforme del jardín de niños la hacía ver tan ridícula. Le costaba respirar, le costaba creerse lo que estaba pasando, pero ¿qué más podía hacer? Nunca había sido abandonada desde la primera vez, o por lo menos no abandonado verdaderamente, sus ojos ardieron un viejo sentimiento de llanto al que no se dignaría a ceder, pero el solo hecho de evitarlo hacia que este cobrara más vida, que le arrancara las fuerzas y las ganas de hacer lo que quisiera. Sacudió la cabeza, no se quedaría allí echándose a morir, tenía que seguir cueste lo que cueste, era muy pronto todavía y seria solo cuestión de tiempo para que sus padres olvidaran los estragos y por lo menos se preocuparan por ella. Tal vez resistir un poco más y fingir ser dócil podría ayudarle a salir de ahí. Miró a
No valía la pena, quedarse marchitándose en la cama, el bullicio que hacían Erika y Alexis para arreglarse en la mañana era más que motivo para no poder seguir durmiendo. Pasó al baño rascando su trasero, se metió el cepillo de dientes en la boca y abrió la llave de la ducha— ¿dormiste desnuda? —Preguntó Erika desde la habitación. —Me dormí tarde —Respondió con la boca llena—Ponme pasta aquí Alex —Alexis estaba sentada en el inodoro, rodó los ojos y le puso pasta dental en el cepillo, salió del baño y amarró su cabello en una cola de caballo con una cinta color rosa viejo, su favorito. —Para la próxima recuerda que el desayuno es a las siete de la mañana —Erika ya solo estaba esperando por las demás, mientras se
Los fines de semana eran esperados en Sta. Rosa, y mucho más por aquellas que no estaba esperando ver a sus padres. Erika y Alexis se habían despertado temprano, para bañarse y arreglarse, pues desde que el reloj de la escuela marcara las diez no quedaría ni el polvo en los pasillos. Alexis soltó su cabello previamente enrollado en unos rulos enormes para así darle un efecto de ondas al mismo, se metió en unos ajustados pantalones de mezclilla claros, y una camisa holgada color rosa viejo, que no dudo en adornar con un delicado bolso, regalo de su abuela y unas zapatillas doradas. La mañana estaba radiante, los pájaros cantaban y ese vuelco en el estómago de cada sábado en la mañana atormentaba a Erika ¿sería que estaría ahí? ¿Se iría con ella esta vez? Cuando pensaba en eso, le daban ganas de quitarse la ropa y
En cuestión de segundos el cielo se cubrió de una nube gris haciendo que todas las estudiantes pasaran sus actividades a los interiores de los edificios, eran ya las tres de la tarde, pero todo lucia tan lúgubre y oscuro que aparentaba las seis. Erika caminó sin ningún apuro bajo la tormentosa lluvia, dio unos cuantos giros de ballet entre los charcos y un casi mágico grand jete que nadie pudo ver, aterrizó encantada con el clima, tirando la cabeza hacia atrás dejándose mojar por las frías gotas de agua. Se sacudió como los animales frente a la puerta del comedor y tomó de una de las mesas un té de limón bien caliente con menta para contrarrestar el posible resfriado que podía venir por ella. Llegó al cuarto creyendo que estaba sola y cuando paso al baño vio a Megara en remojo — ¿Cómo has estado?
La lluvia no había parado, y el sol cada vez se sentía menos, cubierto por las nubes grises, Alexis miró el cielo con cierta nostalgia pues al contrario de Erika, no le gustaban los días lluviosos, no podía verse con Jack, no podía sentir el sol cálido en su piel y solo pensaba en el accidente que la dejó sin sus padres, sacudió la cabeza y volvió a sus estudios, necesitaba graduarse de allí con buenas notas para que su abuela ignorara el hecho de que se iría con Jack desde que tuviera la oportunidad. Tan solo sonó aquella campana, la ligera y dulce melodía que separaba las clases día tras día. Respiró despacio y miró el techo, se quedó allí unos segundos sin hacer más nada que perderse en la inmensidad—Disculpa—Su cuerpo se sacudió trayéndola de nuevo a la tierra—No es nada &mdash
El clima no tenía la intención de mejorar y para estar abrazados sin hablar, el frio jugaba una parte crucial. Después de unos veinte minutos llorando sin importar que los mocos corrieran de su nariz, que el pecho le doliera por la descontrolada respiración, se habían quedado sentados el sillón de la ventana, arropados con una manta y una chimenea que permanecía ahí para esos climas y compañías—tengo hambre—dijo Megara con la voz un poco ronca, habían sido las únicas palabras que había dicho desde que llegó como un animal herido, mojado y con frio en busca de refugio. — ¿Qué quieres comer? —Le preguntó pasando una mano por su cabeza. —No se —Ella se encogió de hombros—No tengo antojo de nada. —Entonces, solo trae
Alexis literalmente había sacado todos los recortes incluyendo los que había ido a imprimir desde que tuvo la oportunidad, poniéndolos de manera organizada sobre un elaborado mural repleto de brillantina. Ya no ocultaba sus planes, y no era la única quien revisaba su dieta, tanto así que el menú de la cafetería se había transformado a panecillos integrales, frutas, comidas al vapor o a la plancha, todo completamente orgánico y bajo en grasa. Petición del consejo estudiantil que estaba encabezado con las promesas de último año incluyendo a Alexis en sus filas, quien no se avergonzaba de reconocer que era la menos brillante entre ellas.En Santa Rosa, no era un misterio que las cosas se manejaran por castas. En último lugar estaban las estudiantes que no destacaban en nada, las parias de la escuela y que aun siendo nada dentro de las clases sociales no estaba tan abajo como lo estaba Mega