El agua que desprendía su cuerpo tenía un color indescriptible, solo sabía que había tenido que usar mucho jabón para sacarse la mescla de sangre y arena que tenía en todo el cuerpo, exhaló rendida ¿Quiénes eran estos tipos? ¿Cómo sabían de los umbras? ¿Cómo saben quién es Demian? Pensó Megara cerrando la llave de la ducha, salió de allí con cuidado de no resbalarse y se envolvió en la toalla mullida, ahí mismo en el baño se puso una camiseta de Demian y uno de sus bóxers. Ya todos estaban ahí abajo haciendo lucir la sala de Demian más pequeña de lo que realmente era.
— ¿Quién es este tipo y por me mira como si fuera un cono de helado? —Cuestionó Victoria quien lucía realmente hermosa con una mano sobre la rodilla de Alexis que se sentaba a su lado, vaya que hab&ia
La palabra normalidad les parecía irreal, habían durado tanto tiempo añorando morir, o tan solo vivir de verdad, salir de esa isla de una vez por todas, sin temor a lo que Demian pudiera repetir aquello. Envejecer, tener descendencia, dejar de perder personas que amaban una y otra vez, por eso mismo todo parecía una trampa— Esto hay que decirlo en una asamblea, no es algo que pese sobre nosotros, hablamos de la vida de 500 habitantes—declaró Victoria.—Vamos Vicky, estoy seguro de que todos los umbras estarían de acuerdo con recuperar su humanidad ¿Qué me dices de los niños? ¿los bebes que han sido bebes eternamente? Es espeluznante —Intentaba convencer Mateo.—Sin contar que habría demasiado pánico, la gente ya no sabe vivir si no es como un Umbra, asumo que se matarían en masa—Aquello era demasiado para Demian que tenía que cargar con
Con la tecnología y el avanzado conocimiento de magia en Avalum, Walter solo tardó unos días en reconstruir el hechizo que trajo todo ese pedazo de avalum a ese plano terrenal, pero la ardua tarea se basaba en como recrear el hechizo sin ocasionar otra explosión que los matara otra vez.Todos se habían reunido en la casa de la playa para tratar los descubrimientos que había hecho Walter en su viaje de regreso a Avalum, Victoria estaba impaciente sentada en el sofá mientras que Alexis veía la televisión a su lado cansada de decirle que tenía que tranquilizarse, en cambio Mateo y Erika con la sangre fría esperaban sentados afuera en las mecedoras, disfrutando de la maravillosa brisa marina que hacia esa noche.— ¿No crees que nos haya embaucado verdad? O sea que solo hubiera querido los secretos del hechizo y largado de aquí—Cuestionó Megara sentada en uno
—No has dicho nada desde ayer —Comentó Mateo a Erika.—No hay mucho que decir, solo estoy aquí por mis amigas —Le respondió—La magia es tan nueva para mí como para cualquier otro, no es un tema en que pueda opinar libremente, así prefiero solo no hacerlo.—Pensé que estabas aquí para darme apoyo como las demás con sus parejas— Se lamentó buscando a la morena.—No eres mi pareja Mateo —Hizo una pausa y lo vio a los ojos—Solo eres la persona con la me acuesto.—Sigue mintiéndote princesa —Le dijo mientras veía como los del aeropuerto se avecinaban—Pero tanto tu como yo sabemos que se te corta la respiración cuando estoy tan cerca de ti—Acusó a centímetros de sus labios, logrando que ella tragara en seco.—Ya quítate, ahí vienen —Él rio qui
El pasillo en ese momento no se veía como todos los días en la escuela, ahora mismo solo lucia como un feo cuento de terror, como animales al matadero o carne desfilando por la correa directo al carnicero y luego al mejor postor. La luna brillaba gigante casi irreal en el cielo, alumbraba las rosas con su luz tenue y tenebrosa, el andar de los tacones era parte de lo único que se escuchaba realmente fuera de la música que se abría camino, mientras más cerca se encontraban del patio.Luz, sombra, luz, sombra, intercalándose una tras otra como si de flashbacks se trataran, pues las columnas antiguas se interponían entre la luz del asteroide en lo que ellas seguían caminando en fila, sin detenerse, sin preocuparse, como si fueran un pequeño ejército de soldados a cuerda yendo entre la ligera niebla de la temporada, con sus rojos vestidos de gala.El olor a campo se empezaba a sentir, el dulce aro
Y aquí estaba, con una maleta de mano y un baúl mal empacado por los sirvientes apresurados, debido repentina partida de su joven ama. Escupió el chicle que llevaba desde el diminuto aeropuerto, justo al frente de la gigante puerta del edificio rococó al que se iba adentrando. El solo abrir la puerta le asqueó, el olor penetrante a flores y a popurrí, la edificación antigua, con igual de antiguas recepcionistas y un grupo incontables de jóvenes que pasaban con sus anticuados uniformes y libros en la mano dejándole nada más que una mirada de espanto en cuanto la veían. ¿Por qué? Se preguntaba ella, luego en sus pensamientos encontró la respuesta, y es que ese grupo de campesinas de países prácticamente inexistentes apenas sabían lo que era el internet y la moda grunge, se respondió a si misma con arrogancia. Camin
Era otra, ni el uniforme del jardín de niños la hacía ver tan ridícula. Le costaba respirar, le costaba creerse lo que estaba pasando, pero ¿qué más podía hacer? Nunca había sido abandonada desde la primera vez, o por lo menos no abandonado verdaderamente, sus ojos ardieron un viejo sentimiento de llanto al que no se dignaría a ceder, pero el solo hecho de evitarlo hacia que este cobrara más vida, que le arrancara las fuerzas y las ganas de hacer lo que quisiera. Sacudió la cabeza, no se quedaría allí echándose a morir, tenía que seguir cueste lo que cueste, era muy pronto todavía y seria solo cuestión de tiempo para que sus padres olvidaran los estragos y por lo menos se preocuparan por ella. Tal vez resistir un poco más y fingir ser dócil podría ayudarle a salir de ahí. Miró a
No valía la pena, quedarse marchitándose en la cama, el bullicio que hacían Erika y Alexis para arreglarse en la mañana era más que motivo para no poder seguir durmiendo. Pasó al baño rascando su trasero, se metió el cepillo de dientes en la boca y abrió la llave de la ducha— ¿dormiste desnuda? —Preguntó Erika desde la habitación. —Me dormí tarde —Respondió con la boca llena—Ponme pasta aquí Alex —Alexis estaba sentada en el inodoro, rodó los ojos y le puso pasta dental en el cepillo, salió del baño y amarró su cabello en una cola de caballo con una cinta color rosa viejo, su favorito. —Para la próxima recuerda que el desayuno es a las siete de la mañana —Erika ya solo estaba esperando por las demás, mientras se
Los fines de semana eran esperados en Sta. Rosa, y mucho más por aquellas que no estaba esperando ver a sus padres. Erika y Alexis se habían despertado temprano, para bañarse y arreglarse, pues desde que el reloj de la escuela marcara las diez no quedaría ni el polvo en los pasillos. Alexis soltó su cabello previamente enrollado en unos rulos enormes para así darle un efecto de ondas al mismo, se metió en unos ajustados pantalones de mezclilla claros, y una camisa holgada color rosa viejo, que no dudo en adornar con un delicado bolso, regalo de su abuela y unas zapatillas doradas. La mañana estaba radiante, los pájaros cantaban y ese vuelco en el estómago de cada sábado en la mañana atormentaba a Erika ¿sería que estaría ahí? ¿Se iría con ella esta vez? Cuando pensaba en eso, le daban ganas de quitarse la ropa y