El clima no tenía la intención de mejorar y para estar abrazados sin hablar, el frio jugaba una parte crucial. Después de unos veinte minutos llorando sin importar que los mocos corrieran de su nariz, que el pecho le doliera por la descontrolada respiración, se habían quedado sentados el sillón de la ventana, arropados con una manta y una chimenea que permanecía ahí para esos climas y compañías—tengo hambre—dijo Megara con la voz un poco ronca, habían sido las únicas palabras que había dicho desde que llegó como un animal herido, mojado y con frio en busca de refugio.
— ¿Qué quieres comer? —Le preguntó pasando una mano por su cabeza.
—No se —Ella se encogió de hombros—No tengo antojo de nada.
—Entonces, solo trae
Alexis literalmente había sacado todos los recortes incluyendo los que había ido a imprimir desde que tuvo la oportunidad, poniéndolos de manera organizada sobre un elaborado mural repleto de brillantina. Ya no ocultaba sus planes, y no era la única quien revisaba su dieta, tanto así que el menú de la cafetería se había transformado a panecillos integrales, frutas, comidas al vapor o a la plancha, todo completamente orgánico y bajo en grasa. Petición del consejo estudiantil que estaba encabezado con las promesas de último año incluyendo a Alexis en sus filas, quien no se avergonzaba de reconocer que era la menos brillante entre ellas.En Santa Rosa, no era un misterio que las cosas se manejaran por castas. En último lugar estaban las estudiantes que no destacaban en nada, las parias de la escuela y que aun siendo nada dentro de las clases sociales no estaba tan abajo como lo estaba Mega
La mañana de ese día fue más soleada que ninguna otra, como todo lo que ocurría allí esplendorosamente mágico, ni siquiera una nube que pueda molestar el bronceado de las estudiantes en pocas ropas tiradas con sus toallas en el largo césped, era sorprendente como parecía un concurso de belleza, las mujeres con sus rolos de pelo y anchoas para sujetar los peinados, mascarillas y en siendo cachivache de belleza que las mujeres usaban. Se sentía la ansiedad, la vibra, el parloteo, el baile lo era absolutamente todo.El comité, aun con sus mascarillas verdes en la cara y las batas de baño recibían con decoro a cada trabajador, con las sillas, cortinas, escaparates, tarimas, sin contar que las profesoras tenían que mantener a puros golpes a los invitados con los ojos en el trabajo y no en los glúteos de las estudiantes. El día fue el más largo y tedioso. La vida dentro d
El baile continuó, como se había planeado, o por lo menos como estaba planeado en el cronograma de la actividad, porque en lo que Alexis concernía sus preocupaciones habían quedado justificadas.Dos, tres, cinco peleas más fueron disputadas en la arena por las rosas más deseadas, como era natural que pasara. Las demás chicas tras bambalinas solo escuchaban los sonidos provenientes del exterior de la escuela, pero nadie que no había sido llamada veía lo que pasaba, solo podía imaginar que aquellos estruendos eran parte de la ambientación o que había empezado a llover y los truenos se hacían los protagonistas de la noche formando parte de la fastidiosa espera.Megara caminaba de un lado a otro sacudiendo las manos para olvidarse del agujero doloroso que se creaba en su estómago y aunque todavía estuviera molesta por todo el tema de que nadie le había advertido
La noche caía serena y despreocupada, el viaje en el lujoso auto de Victoria era lo más terrorífico que le había sucedido en toda la vida y no podía controlar su mano temblorosa. Sentía un frio seco, entre las piernas y por primera vez consideró la elección audaz de su vestido contra el frio asiento negro. Victoria le dio una mirada firme desde su sitio, una mirada que podía desarmarla completamente en cuestión de segundos, tenía los ojos rojos al igual que su pelo una combinación demoniaca inclusive para un Umbra tan temible como ella que finalizó con una sonrisa pícara que le produjo un dolor tan grande a Alexis como si hubiera sido una estocada.El camino a la mansión de Victoria era eterno, recorrían el bosque en medio de la noche hacia donde solo se encontraban las casas más antiguas de todo el país. Al paso de los años
No se sentía muy distinto de estar en su propia casa, igual de oscuro y lúgubre, solitaria y silenciosa. Todo el camino fue igual de aburrido, solo habían compartido una sonrisa desde que se conocieron y el clima hasta el momento no prometía ser mejor. El cielo aun oscuro y frio la hizo tiritar desde que sacó la pierna fuera del auto de Mateo. Más que el frio, dentro de ella disimulaba la ansiedad a lo desconocido, había hablado con él un millón de veces desde su primer encuentro ¿pero que podría encontrar? No podía olvidar que él era un Umbra y eso de por si lo hacía digno de su desconfianza.Pisó la grava valiéndose de su experticie en el uso de tacones, remangó la cola de su vestido y caminó como si conociera el camino al portal de la mansión. Solo había unas cuantas luces encendidas a los laterales de la puerta de madera y ninguna se&
El día en la casa de Mateo no era tan diferente a lo que hacía cuando estaba de vacaciones y eso le agradaba. Podía ir y venir sin que él le dijera nada, hacia y decía sin que nadie se opusiera, puesto a que nadie estaba allí más que ella. Mateo pasaba sus días en su trabajo, o perdido entre los cuartos que aún no había tenido tiempo de recorrer.No le molestaba estar sola, pero por algún motivo la soledad le carcomía, había pasado tanto tiempo imaginando lo desgraciado de este suceso que ahora ver que no había cambiado su rutina, se sentía como una clase de estafa barata, siendo preparar sus propias comidas lo único tortuoso. Pasó todo el día en pijamas tirada en la sala de estar, con un libro que intentaba terminar para avanzar en su amplia lista de libros por leer y esperando inconscientemente que Mateo entrara por esa puerta enorme de madera
Era el momento de hablar de las cosas, se había dejado ir demasiado una hora antes y ahora el llorarle que no lo abandonaría, le resultaba vergonzoso y humillante, pero tampoco se culpaba, nunca había sentido tanto miedo en su vida, nunca había sido siquiera asaltada en las calles, la burbuja que rodeo su vida se había reventado y sabia que ya no podía volver al punto de no retorno. Las cosas jamás volverían hacer la misma y presentía con razón que, aunque Demian se lo prometiera, el peligro formaría parte crucial de vida. Y es que todavía en la casa contando con la protección del umbra más fuerte, no había dejado de temblar bajo el chorro del agua caliente, no se había desvanecido el nudo en la boca de su estómago y mucho menos las imágenes de esa noche, la sangre cálida en su piel, los golpes que le propinaron y los cuerpos destrozados.As&iac
A este punto su trabajo había evolucionado de ser una esclava, una doncella deprimida de la que se podía alimentar para seguir adelante, a una simple persona que la escuchaba quejarse, para después convertirse en una secretaria. — ¿Crees que solo consigo rosas para sexo? —le preguntó Victoria una vez, mientras le asignaba su primera tarea.La relación entre ambas estaba bien definida, una hablaba y ordenaba, mientras que la otra fiel y mansa escuchaba y acataba las ordenes, solo que en secreto esta última planeaba el escape, sin embargo, cabe mencionar que aquella idea iba poco a poco ahogándose en su alma. Se quedaba viendo en todo momento el estruendoso bosque, imaginándose una y otra vez que Jack salía y le proponía la huida, arriesgándose a tener por lo menos un solo amanecer abrazados uno del otro, solo que era justo en ese momento cuando despertaba de la fantasía y se