Era el momento de hablar de las cosas, se había dejado ir demasiado una hora antes y ahora el llorarle que no lo abandonaría, le resultaba vergonzoso y humillante, pero tampoco se culpaba, nunca había sentido tanto miedo en su vida, nunca había sido siquiera asaltada en las calles, la burbuja que rodeo su vida se había reventado y sabia que ya no podía volver al punto de no retorno. Las cosas jamás volverían hacer la misma y presentía con razón que, aunque Demian se lo prometiera, el peligro formaría parte crucial de vida. Y es que todavía en la casa contando con la protección del umbra más fuerte, no había dejado de temblar bajo el chorro del agua caliente, no se había desvanecido el nudo en la boca de su estómago y mucho menos las imágenes de esa noche, la sangre cálida en su piel, los golpes que le propinaron y los cuerpos destrozados.
As&iac
A este punto su trabajo había evolucionado de ser una esclava, una doncella deprimida de la que se podía alimentar para seguir adelante, a una simple persona que la escuchaba quejarse, para después convertirse en una secretaria. — ¿Crees que solo consigo rosas para sexo? —le preguntó Victoria una vez, mientras le asignaba su primera tarea.La relación entre ambas estaba bien definida, una hablaba y ordenaba, mientras que la otra fiel y mansa escuchaba y acataba las ordenes, solo que en secreto esta última planeaba el escape, sin embargo, cabe mencionar que aquella idea iba poco a poco ahogándose en su alma. Se quedaba viendo en todo momento el estruendoso bosque, imaginándose una y otra vez que Jack salía y le proponía la huida, arriesgándose a tener por lo menos un solo amanecer abrazados uno del otro, solo que era justo en ese momento cuando despertaba de la fantasía y se
Mientras el mar picado hacía de las suyas en la lluviosa tarde que azotaba a Megara, quien veía indignada la carta sobre la mesa— ¿Qué es eso? —Preguntó con una mano en la cintura, observando aquella carta sobre la mesa de madera.—Una carta Meg ¿No ves? —Respondió haciéndose el gracioso para después tirar del codo de la pelirroja hasta atraparla en un abrazo.—¡Agh! Olvídalo —Rodó los ojos y se sacó al Umbra de encima—Ya no me importa —Mintió.—Entonces la tiraré —Demian dio unos pasos en la dirección del zafacón.— ¡No! —Exclamó, la curiosidad se apoderaba de ella, las invitaciones solían llegar de manera elegante y misteriosa al igual que lo había hecho aquel pedazo de material—Puede ser importante.—O puede ser un
El día por fin había llegado y el cerebro de Alexis lo sabía, tanto que abrió los ojos a las cuatro de la mañana. El evento, aunque tuviera inicio a las 10 de la mañana, las ansias no la habían dejado permanecer en la cama más allá de las seis. Jack la sintió moverse de un lado a otro antes de disponerse a pararse y la abrazó dulcemente—Vuelve a dormir, cariño —Le susurró una súplica.—No puedo —Él rio adormilado, esa chica era un destello—Iré por café ¿Quieres? —Él asintió en respuesta apretando el agarre hacia ella, queriendo pasar mucho más tiempo a su lado. A ese punto no sabía si realmente quería ir aquello, quería estar todo el día pegado a ella, sobre ella, oler su aroma floral, acariciar su suave piel llena de lunares y amarla por todo el tiempo que le quedaba
Los murmullos en la sala eran implacables, con un ambiente tan tenso que podía cortarse con un cuchillo, la última vez que la alta corte se había reunido en una asamblea de ese tamaño el pueblo contaba con por lo menos 200 habitantes humanos y ni eran un punto en el mapa de ninguna clase.Como siempre aquel país encantado tenía un clima perfecto para cada ocasión y esta vez no era la excepción. Llovía a cántaros, con truenos y relámpagos que iluminaban el cielo de una forma cruel— ¡Silencio! —Ordenó una voz de autoridad, dando golpes sobre el estrado, de las sombras un pelo plateado casi blanco hizo su aparición.Demian entró con la mirada hecha polvo, tan seria y ruda como el ambiente se lo permitió, carraspeó para romper el silencio—Sean breves, no quiero perder el tiempo ni preguntas repetidas, así que solo diré lo que
Había despertado con los rayos del sol en su rostro y una brisa fría que entraba por las ventanas, erizando la piel de su costado al momento de girarse sobre sí misma. Escuchó los pasos de Demian que se acercaba y su corazón empezó a latir por ninguna razón en específico, solo estaba nerviosa y risueña ¿Qué pasaba? De pronto recordó que estaba desnuda y se metió bajo las sábanas floreadas, ¿Qué haces? Le preguntó desde lo que podía ser la puerta ¿Te escondes? Volvió a preguntar con seguramente una sonrisa en el rostro.Ella no quería responder y menos cuando sintió como una parte del colchón se hundió a su lado, mientras reía silenciosa, pero no aguantó más, las risas llenaban la casa cuando Demian empezó a hacerle cosquillas—Para, detente ya por favor —Megara suplic&oacu
Sentía esas manos deslizarse por su cuerpo untado del líquido oscuro y tibio que era su sangre, Megara no quería abrir los ojos, sentía demasiado placer, pero si podía invocar su nombre una y otra vez mientras este la rasgaba y ella apretaba contra él la pelvis para que la penetrara de una buena vez—Házmelo —Pedía bajo la iluminación de la luna. Su cuerpo ardía, su sexo palpitaba y los labios de ese hombre no querían ceder.Abrió los ojos en la tina, y alzó una mano hasta su boca para probar aquella sustancia que la envolvía, tras lamer el metálico sabor recorrió con las manos desde sus labios hasta sus senos donde se apretó y enfocó la mirada al hombre sobre ella empapada de un deseo incontrolable, una excitación que no podía poner en palabras—Demian, Demian —Repitió por última vez antes de despertar
No podía ser, no de nuevo por favor, ni siquiera había podido disimular frente a sus amigos cuando la explicación le había causado dolores de estómago, había creído que todo eso había quedado atrás, que ya no le ocultaría nada ¿O seria uno de esos casos en los que no me preguntaste? Era un imbécil.Tenía los ojos empeñados y una angustia que no cabía dentro de su cuerpo ¿Por qué? No podía explicarse su propio comportamiento estaba cansada, agobiada y solo quería poder bajarse de aquel automóvil que se sentía como una prisión—Déjeme aquí —Le pidió al taxi desde que vio las puertas de hierro del Sta. Rosa, rosas mi trasero, maldijo pateando la puerta.Megara no conocía otro camino a la casa de Demian que no fuera por el trecho entre la escuela y el mar, así que, como veces
No había pegado un ojo en toda la noche, cada vez que pensaba en aquellos labios sentía como su sexo palpitaba y una corriente de emociones bailaban en su abdomen ¿Por qué había respondido a ese beso? La respuesta era simple, se sentía sola, necesitaba a alguien para depositar su calor, alguien que la consuele y no mentiría, Victoria era alguien quien protagonizaba junto a Jack sus más íntimas fantasías de la niñez. En ese momento donde pensaba que su vida no tenía sentido o peor que ya no necesitaba de Jack para seguir adelante, no quería olvidarlo, quería que él siguiera dentro de ella y no sabía qué hacer ante estos impulsos y deseos fuera de control.Empacó en su bolso todo lo que necesitaba para ese día, traje de baño, lentes de sol, bronceador y bloqueador, toalla, ropa interior y por último Victoria. Cruzó a su cuarto