Los murmullos en la sala eran implacables, con un ambiente tan tenso que podía cortarse con un cuchillo, la última vez que la alta corte se había reunido en una asamblea de ese tamaño el pueblo contaba con por lo menos 200 habitantes humanos y ni eran un punto en el mapa de ninguna clase.
Como siempre aquel país encantado tenía un clima perfecto para cada ocasión y esta vez no era la excepción. Llovía a cántaros, con truenos y relámpagos que iluminaban el cielo de una forma cruel— ¡Silencio! —Ordenó una voz de autoridad, dando golpes sobre el estrado, de las sombras un pelo plateado casi blanco hizo su aparición.
Demian entró con la mirada hecha polvo, tan seria y ruda como el ambiente se lo permitió, carraspeó para romper el silencio—Sean breves, no quiero perder el tiempo ni preguntas repetidas, así que solo diré lo que
Había despertado con los rayos del sol en su rostro y una brisa fría que entraba por las ventanas, erizando la piel de su costado al momento de girarse sobre sí misma. Escuchó los pasos de Demian que se acercaba y su corazón empezó a latir por ninguna razón en específico, solo estaba nerviosa y risueña ¿Qué pasaba? De pronto recordó que estaba desnuda y se metió bajo las sábanas floreadas, ¿Qué haces? Le preguntó desde lo que podía ser la puerta ¿Te escondes? Volvió a preguntar con seguramente una sonrisa en el rostro.Ella no quería responder y menos cuando sintió como una parte del colchón se hundió a su lado, mientras reía silenciosa, pero no aguantó más, las risas llenaban la casa cuando Demian empezó a hacerle cosquillas—Para, detente ya por favor —Megara suplic&oacu
Sentía esas manos deslizarse por su cuerpo untado del líquido oscuro y tibio que era su sangre, Megara no quería abrir los ojos, sentía demasiado placer, pero si podía invocar su nombre una y otra vez mientras este la rasgaba y ella apretaba contra él la pelvis para que la penetrara de una buena vez—Házmelo —Pedía bajo la iluminación de la luna. Su cuerpo ardía, su sexo palpitaba y los labios de ese hombre no querían ceder.Abrió los ojos en la tina, y alzó una mano hasta su boca para probar aquella sustancia que la envolvía, tras lamer el metálico sabor recorrió con las manos desde sus labios hasta sus senos donde se apretó y enfocó la mirada al hombre sobre ella empapada de un deseo incontrolable, una excitación que no podía poner en palabras—Demian, Demian —Repitió por última vez antes de despertar
No podía ser, no de nuevo por favor, ni siquiera había podido disimular frente a sus amigos cuando la explicación le había causado dolores de estómago, había creído que todo eso había quedado atrás, que ya no le ocultaría nada ¿O seria uno de esos casos en los que no me preguntaste? Era un imbécil.Tenía los ojos empeñados y una angustia que no cabía dentro de su cuerpo ¿Por qué? No podía explicarse su propio comportamiento estaba cansada, agobiada y solo quería poder bajarse de aquel automóvil que se sentía como una prisión—Déjeme aquí —Le pidió al taxi desde que vio las puertas de hierro del Sta. Rosa, rosas mi trasero, maldijo pateando la puerta.Megara no conocía otro camino a la casa de Demian que no fuera por el trecho entre la escuela y el mar, así que, como veces
No había pegado un ojo en toda la noche, cada vez que pensaba en aquellos labios sentía como su sexo palpitaba y una corriente de emociones bailaban en su abdomen ¿Por qué había respondido a ese beso? La respuesta era simple, se sentía sola, necesitaba a alguien para depositar su calor, alguien que la consuele y no mentiría, Victoria era alguien quien protagonizaba junto a Jack sus más íntimas fantasías de la niñez. En ese momento donde pensaba que su vida no tenía sentido o peor que ya no necesitaba de Jack para seguir adelante, no quería olvidarlo, quería que él siguiera dentro de ella y no sabía qué hacer ante estos impulsos y deseos fuera de control.Empacó en su bolso todo lo que necesitaba para ese día, traje de baño, lentes de sol, bronceador y bloqueador, toalla, ropa interior y por último Victoria. Cruzó a su cuarto
—Me besé con Victoria —Confesó como si no fuera nada, Megara vivía todo aquello como una novela, de inmediato sus problemas le parecieron hacerse más chicos, justo en frente de ella, mientras que Erika no sabía dónde poner la boca ni las manos que gesticulaban sin poder decir nada—O sea, no pensé mucho, solo lo hice y vaya que besa bien, pero ahora no sé qué hacer— me siento un poco confundida y culpable ¿tal vez? ¡no lo sé! Jack murió el otro día, es un poco feo que hiciera eso.— ¿Y qué? ¿Eres gay ahora? Vaya que el luto hace cosas —Mencionó Megara encantada.—Que sutil Megara —Replicó Erika ordenado sus pensamientos.—No lo sé, esto es muy repentino… Aunque tampoco lo creo, ni siquiera sé si me gusta o solo es uno de esos momentos en lo que te dejas llevar
Mateo tenía demasiado tiempo sin saber nada de Erika, ya casi había olvidado con era su voz, se mintió así mismo camino a la casa, que de nuevo estaba sola y sombría. Miró al cielo, esa noche llovería y probablemente lo haría también toda la semana. Dejó el carro donde solía aparcarlo y entró a la casa dejando los zapatos afuera y se desnudó en medio de la casa ¿Qué más daba? No había más nadie allí, así que tomó la ropa y la dobló poniéndola encima del sofá, ese día en particular quería tomar un trago de su reserva especial.Pensar en ella le dolía en el pecho, y no porque de la noche a la mañana se sintiera enamorado, sino porque sentía que ella estaba completamente desperdiciándose con el tipo aquel que no le paraba bola. La había escuchado miles de veces sien
Megara tenía la palabra perfecta para describir su situación en ese momento, perfecta. Tenía todo lo que podía pedir y sin haber pedido nada, Demian era un dios insaciable en la cama, un compañero en la soledad y no tenía que ir a la escuela, sentía sobre todo que no tenía que salir de su nidito de amor, si es que era amor lo que ocurría ahí.La luna estaba en su punto más alto en medio de una noche serena y fría. Megara bajó a la playa donde vio un cuerpo flotar en el reflejo que dejaba el astro en el mar, no podía negar que la imagen era perfecta y se preguntó que él estaría pensando ¿Pensaría en ella? ¿En la vida? O ¿Tal vez en la muerte? Metió un rizo tras su oreja y sonrió apagando en la arena lo último de su porro, caminó entre la espuma leve de la orilla hasta adentrarse con la ropa puesta al agua
—Niña, no puedo trabajar si todo el tiempo te estoy besando —Se quejó Victoria con Alexis sentada en el escritorio—Eres una terrible asistente.—Aun así, me amas —Respondió Alexis risueña.—Vete hacer algo productivo, no se ¿No que te gusta nadar? Aquí me distraes y tengo que trabajar en esa gala —Escupió bajando la chica del escritorio.—Antes me habías dicho no querías que me fuera —señaló coqueta.— Sí, eso dije, quiero tenerte cada segundo a mi lado por si se me antoja besarte—Se llevó las manos a la cara, sorprendida de su cambio. Le plantó un pequeño beso en los labios —¿Tendré que hacer una piscina aquí?—Ya vasta —Detuvo la mujer entre risas—Me iré, volveré más tarde, así que has lo que t