AlexanderEn cuanto Abril sale del aula, un escalofrío recorre mi cuerpo, y a partir de ese momento mi tranquilidad se cuela por el retrete, y dejo de prestarle atención al maestro para empezar a pensar cuál habrá sido el motivo que tuvo mi padre para llamarla a su oficina, pero no logro dar en el clavo.Miro el reloj en mi muñeca cada tanto, al mismo tiempo que acecho la puerta rogando para que Abril vuelva pronto, hasta que suena el timbre para el receso y salgo corriendo del aula a buscarla. Camino apresuradamente por los pasillos hacia el despacho de mi padre, y la veo viniendo hacia mí, caminando distraída, así que me apresuro hacia ella y cuando me ve, una sonrisa radiante ilumina su bello rostro e inmediatamente me siento más tranquilo.—Mi pequeña, ¿cómo te fue? —la saludo buscando una respuesta en sus ojos, a la duda que carcome mi cabeza desde hace unos minutos, y ella me abraza y se pega a mi pecho para después continuar nuestro camino hacia el patio trasero.—No lo sé amor
Son las cinco y cuarenta minutos de la tarde y he tomado una decisión: aceptaré la propuesta de trabajo del señor Miller. En realidad me servirá mucho ese puesto, no solo en cuestión económica, sino también para adquirir experiencia que me será muy útil en el futuro. A pesar de que estoy nerviosa, también tengo la ilusión de que todo saldrá bien y podré tener una buena relación con mi suegro y ahora nuevo jefe, así que, sin más tiempo que perder, lo llamo para informarle que ya tomé una decisión y me dice que casualmente ahora está en el pub; es el momento preciso para decírselo y hablar con él sobre mis nuevas funciones, por lo que, después de colgarle, le marco rápidamente a Alexander para comunicarle la decisión que tomé, y avisarle que me encontraré con su padre en el pub a las seis.Como lo imaginaba, él no parece muy contento con la noticia, pero la acepta sin oponerse, y me dice que tenga mucho cuidado y que lo mantenga informado sobre cualquier cosa.Agarro mi bolso y atravies
Christopher no fue capaz de aguantar una noche más sin su amada, y en cuanto terminamos de hablar, se fue corriendo a buscarla, y yo le marco enseguida para advertirle que esconda el maldito orgullo y no la vaya a cagar. —Aló —contesta. —Christopher va para allá. —¡¿Qué?! —Como lo oyes, él va camino a tu casa con la intención de arreglar las cosas contigo, y te estoy advirtiendo porque te conozco y sé que si él llega de sorpresa vas a sacar a relucir tu maldito ego una vez más. —Mi Chris… —Tu Chris que por poco pierdes por pendeja. —Bueno, ya, basta de regaños, yo también me siento bastante mal y lo extraño como no puedes hacerte una idea… no quiero perder al amor de mi vida. —Bueno, entonces espero que cuando llegue, le muestres cuanto lo amas; saca todo lo que hay para dar en tu corazón, ah, y no le digas que yo te avisé, que parezca un encuentro natural, como que no esperabas su visita. —¡Changos, Abril!, tengo una mascarilla negra en la cara, ¿cómo voy a recibirlo así? —M
—¿Qué haces aquí?, ¿no puedes vivir sin mí? —pregunto con una sonrisa maliciosa en mi rostro. —Ja, ja, ja, cualquier persona como yo podría vivir sin alguien insignificante como tú, niña, vine porque es el pub de mi amigo de toda la vida, mi querido Alejandro Miller. —¡Ay, qué lástima!, mi suegro no está aquí, así que ni modo, tendrás que devolverte por donde viniste. —No te preocupes, ya me di cuenta de que él no está aquí; sin embargo, tengo todo el derecho de venir, más si su hijo está aquí. —Se atreve a mencionar a Alexander y siento que corre fuego por mis venas. —Alexander no está aquí. —Lo sé, ahora no está porque se acaba de ir; me lo encontré al entrar y me recibió con un cálido beso de sus hermosos labios en mi mejilla. «Tranquilízate Abril, solo te está provocando…» —No me digas —sonrío. —Pues como lo oyes; tal y como te lo dije, no tuvo que pasar mucho tiempo para que él reaccionara y empezara a ser más amable conmigo, y sé que en menos de lo que tú crees, m
Abro la llave del grifo y me lavo la cara. El agua fría escurre caliente por mis mejillas; debo estar enrojecida como un tomate, pero no dejaré que eso me afecte. El regaño del director ni siquiera me importó, me impresiona más lo desgraciada que puede ser esa mujer…, pero no podrá salirse con la suya, si sigue metiéndose conmigo seguramente va a tener serios problemas. Ya un poco más tranquila, camino hasta el aula de clases y le cuento a Alex todo lo que me dijo el director. Se pone furioso, hasta el punto de querer salir del salón para ir a cantarle la tabla a su padre, pero no se lo permito; no quiero que él resulte afectado también por mi metida de pata, porque esto ocurrió únicamente por mis estúpidas ganas de fastidiar a la escuálida esa, y querer ponerla en el sitio al que pertenece. Si ella no me hubiera provocado primero, nada de esto habría ocurrido, pero quiere meterse dónde nadie la ha llamado… «¿Por qué no se larga para su país?» Supongo que en Corea nadie la soporta,
Alexander Dejo a Abril en casa de su mejor amiga, y continúo mi camino, cuando de pronto recibo una llamada de mi padre. No quería contestar, pero ahora que es el jefe de Abril, es mejor estar pendiente de todo lo que me quiera decir, así que le contesto y me manifiesta que tiene que hablar conmigo urgentemente y que me espera en su casa; «lo que me faltaba» Pensé que iba a ser alguna estupidez suya sobre trabajo, algo que tuviera que ver con el instituto, pero no… Quería ir a casa para descansar y ahora tengo que verle la cara a mi odioso padre. Tomo un taxi para ir a su mansión, y en el camino voy pensando en lo que muy seguramente va a decirme. Tal vez advertirme sobre las normas que puso en el contrato de Abril y que no debemos romper, y echarme cantaleta de que por mi culpa ella puede estar perdiendo su “valioso” trabajo. Cruzo el jardín principal y toco el timbre varias veces, hasta que me recibe el ama de llaves, y al entrar me alegro de que Mon-Ki no esté aquí; mi día no h
Alexander Silencio al otro lado de la línea… Eso es lo siguiente que sucede hasta que empiezo a escuchar sus sollozos… No responde nada más, solamente llora y hace humedecer mis ojos también; es imposible reprimir lo que siento al escucharla de nuevo, y las lágrimas brotan de mis ojos con facilidad resbalando por mis mejillas… se detienen en las esquinas de mis labios y continúan su camino deslizándose por los bordes de mi mentón, para finalmente caer… No sé cuánto tiempo permanecemos sin decir una sola palabra, únicamente escuchando sus sollozos, y ella mi llanto silencioso, acompañado de unas cuantas inhalaciones rápidas, hasta que, habiéndose calmado un poco, al fin rompe el silencio ella: —Alexander… —Su voz pronunciando mi nombre es música para los oídos—. Hijo… creí que nunca más volvería a escuchar tu voz. —Yo también lo daba por hecho, pero creo que tenemos que hablar de muchas cosas —digo limpiando una lágrima de mi mentón. —Estoy dispuesta a responder a todas tus p
Alex me deja en la puerta y se va, a pesar de que le insistí que entrara conmigo, se niega a causarme más problemas; sin embargo, yo sigo pensando que la que causó el problema fui yo por abrir la boca con la monkey esa, pero en fin, será mejor así. Entro a mi oficina y me siento frente al portátil para empezar a revisar los inventarios de hoy, dándome cuenta de que hay algunas bebidas que se están agotando y son las que más se consumen, así que entro a mi cuenta de correo para enviar un email al distribuidor. Luego de unos minutos inmersa en mi trabajo, escucho que tocan la puerta: —Siga. —Hola, Abril. —Sebastián aparece en el umbral con una sonrisa cálida. —Hola, chiquillo. —Lo saludo devolviéndole la sonrisa. —Te traje café. —Gracias, qué lindo. —Me levanto para recibirle la taza humeante, y la llevo a mi nariz para olfatearlo—. Huele delicioso. —Necesito que hablemos, pero no puede ser aquí —afirma con una seriedad que me causa zozobra enseguida. —¿Qué pasa? —¿Po