Christopher no fue capaz de aguantar una noche más sin su amada, y en cuanto terminamos de hablar, se fue corriendo a buscarla, y yo le marco enseguida para advertirle que esconda el maldito orgullo y no la vaya a cagar. —Aló —contesta. —Christopher va para allá. —¡¿Qué?! —Como lo oyes, él va camino a tu casa con la intención de arreglar las cosas contigo, y te estoy advirtiendo porque te conozco y sé que si él llega de sorpresa vas a sacar a relucir tu maldito ego una vez más. —Mi Chris… —Tu Chris que por poco pierdes por pendeja. —Bueno, ya, basta de regaños, yo también me siento bastante mal y lo extraño como no puedes hacerte una idea… no quiero perder al amor de mi vida. —Bueno, entonces espero que cuando llegue, le muestres cuanto lo amas; saca todo lo que hay para dar en tu corazón, ah, y no le digas que yo te avisé, que parezca un encuentro natural, como que no esperabas su visita. —¡Changos, Abril!, tengo una mascarilla negra en la cara, ¿cómo voy a recibirlo así? —M
—¿Qué haces aquí?, ¿no puedes vivir sin mí? —pregunto con una sonrisa maliciosa en mi rostro. —Ja, ja, ja, cualquier persona como yo podría vivir sin alguien insignificante como tú, niña, vine porque es el pub de mi amigo de toda la vida, mi querido Alejandro Miller. —¡Ay, qué lástima!, mi suegro no está aquí, así que ni modo, tendrás que devolverte por donde viniste. —No te preocupes, ya me di cuenta de que él no está aquí; sin embargo, tengo todo el derecho de venir, más si su hijo está aquí. —Se atreve a mencionar a Alexander y siento que corre fuego por mis venas. —Alexander no está aquí. —Lo sé, ahora no está porque se acaba de ir; me lo encontré al entrar y me recibió con un cálido beso de sus hermosos labios en mi mejilla. «Tranquilízate Abril, solo te está provocando…» —No me digas —sonrío. —Pues como lo oyes; tal y como te lo dije, no tuvo que pasar mucho tiempo para que él reaccionara y empezara a ser más amable conmigo, y sé que en menos de lo que tú crees, m
Abro la llave del grifo y me lavo la cara. El agua fría escurre caliente por mis mejillas; debo estar enrojecida como un tomate, pero no dejaré que eso me afecte. El regaño del director ni siquiera me importó, me impresiona más lo desgraciada que puede ser esa mujer…, pero no podrá salirse con la suya, si sigue metiéndose conmigo seguramente va a tener serios problemas. Ya un poco más tranquila, camino hasta el aula de clases y le cuento a Alex todo lo que me dijo el director. Se pone furioso, hasta el punto de querer salir del salón para ir a cantarle la tabla a su padre, pero no se lo permito; no quiero que él resulte afectado también por mi metida de pata, porque esto ocurrió únicamente por mis estúpidas ganas de fastidiar a la escuálida esa, y querer ponerla en el sitio al que pertenece. Si ella no me hubiera provocado primero, nada de esto habría ocurrido, pero quiere meterse dónde nadie la ha llamado… «¿Por qué no se larga para su país?» Supongo que en Corea nadie la soporta,
Alexander Dejo a Abril en casa de su mejor amiga, y continúo mi camino, cuando de pronto recibo una llamada de mi padre. No quería contestar, pero ahora que es el jefe de Abril, es mejor estar pendiente de todo lo que me quiera decir, así que le contesto y me manifiesta que tiene que hablar conmigo urgentemente y que me espera en su casa; «lo que me faltaba» Pensé que iba a ser alguna estupidez suya sobre trabajo, algo que tuviera que ver con el instituto, pero no… Quería ir a casa para descansar y ahora tengo que verle la cara a mi odioso padre. Tomo un taxi para ir a su mansión, y en el camino voy pensando en lo que muy seguramente va a decirme. Tal vez advertirme sobre las normas que puso en el contrato de Abril y que no debemos romper, y echarme cantaleta de que por mi culpa ella puede estar perdiendo su “valioso” trabajo. Cruzo el jardín principal y toco el timbre varias veces, hasta que me recibe el ama de llaves, y al entrar me alegro de que Mon-Ki no esté aquí; mi día no h
Alexander Silencio al otro lado de la línea… Eso es lo siguiente que sucede hasta que empiezo a escuchar sus sollozos… No responde nada más, solamente llora y hace humedecer mis ojos también; es imposible reprimir lo que siento al escucharla de nuevo, y las lágrimas brotan de mis ojos con facilidad resbalando por mis mejillas… se detienen en las esquinas de mis labios y continúan su camino deslizándose por los bordes de mi mentón, para finalmente caer… No sé cuánto tiempo permanecemos sin decir una sola palabra, únicamente escuchando sus sollozos, y ella mi llanto silencioso, acompañado de unas cuantas inhalaciones rápidas, hasta que, habiéndose calmado un poco, al fin rompe el silencio ella: —Alexander… —Su voz pronunciando mi nombre es música para los oídos—. Hijo… creí que nunca más volvería a escuchar tu voz. —Yo también lo daba por hecho, pero creo que tenemos que hablar de muchas cosas —digo limpiando una lágrima de mi mentón. —Estoy dispuesta a responder a todas tus p
Alex me deja en la puerta y se va, a pesar de que le insistí que entrara conmigo, se niega a causarme más problemas; sin embargo, yo sigo pensando que la que causó el problema fui yo por abrir la boca con la monkey esa, pero en fin, será mejor así. Entro a mi oficina y me siento frente al portátil para empezar a revisar los inventarios de hoy, dándome cuenta de que hay algunas bebidas que se están agotando y son las que más se consumen, así que entro a mi cuenta de correo para enviar un email al distribuidor. Luego de unos minutos inmersa en mi trabajo, escucho que tocan la puerta: —Siga. —Hola, Abril. —Sebastián aparece en el umbral con una sonrisa cálida. —Hola, chiquillo. —Lo saludo devolviéndole la sonrisa. —Te traje café. —Gracias, qué lindo. —Me levanto para recibirle la taza humeante, y la llevo a mi nariz para olfatearlo—. Huele delicioso. —Necesito que hablemos, pero no puede ser aquí —afirma con una seriedad que me causa zozobra enseguida. —¿Qué pasa? —¿Po
No sé cómo pude abrir la puerta y salir de su auto, pero lo hice… Mis movimientos son mecánicos porque mi cuerpo sigue vivo, mientras que mi alma murió con sus palabras… Me quedo mirándolo desde afuera y él también me obsequia una última mirada de sus ojos entristecidos antes de arrancar el auto a toda prisa… «¿Qué acaba de ocurrir?» Por inercia abro la puerta de mi casa y la cierro detrás de mí… Mis ojos ilusos empiezan a buscarlo por los rincones, mientras que siento que no puedo respirar por más que inhalo frenéticamente; reacciono y empiezo a correr por la casa buscándolo en cada parte… El sonido de mi respiración se escucha como un silbido que emite mi garganta, y las lágrimas no dejan de salir… Mi corazón agrietado se rompe y caen los pedazos, provocando que deba ponerme la mano en el pecho por el dolor. Entro a mi cuarto, veo su chaqueta sobre el sillón y mi alma se desmorona… La aprieto contra mi pecho y por un segundo pienso que tal vez estoy alucinando, así que me acurr
Christopher La expresión que Rachel tiene en el rostro me asusta, y me incorporo de la cama, preguntándole qué sucede; me dice que Abril está llorando, e inmediatamente nos levantamos de la cama para arreglarnos. Al llegar a su casa, ella mueve la manija de la puerta y se abre enseguida; la dejó sin seguro anoche y eso me hace pensar lo peor. Caminamos deprisa hasta su cuarto y la encontramos sentada en la cama con la mirada fijada en un punto en el suelo; Rachel se sienta a su lado y le acomoda un mechón de pelo suelto detrás de la oreja. —¿Qué te pasa cielo? —Le pregunta acariciando su mejilla. —Alex cree que… él cree… —No consigue terminar la frase cuando nuevamente las lágrimas brotan de sus ojos y se le entrecorta la voz. Rachel la aprieta entre sus brazos y acaricia su espalda por un rato hasta que el llanto cesa un poco, yo me acerco a mi mejor amiga y acaricio su cara sin decir nada, limpiando sus lágrimas. —¿Te sientes mejor? —pregunto. Ella solo asiente, pero a