Hola, mis chicas bellas 💝, perdonen la tardanza, pero es que tuve serios inconvenientes 😥, se le venció el Office a mi compu y no había tenido tiempo para activárselo; sin embargo, ya estoy aquí y les traigo los 9 capítulos que les debo 🥰. Espero que los disfruten. (Like si me extrañaron, porfis, regálenme un like 🥺).
El señor Alejandro Miller, empieza a avanzar hacia nosotros con cara de pocos amigos, acompañado por esa flacucha que alberga una mirada orgullosa y se sujeta de su antebrazo. —Buenas tardes —saluda mi suegro lanzándonos una rápida mirada a los tres—. ¿Dónde está Choi? Nos quedamos callados y Alex se aleja por el pasillo hacia el balcón, sin decir nada. —Buenas tardes, director —saludo, luego de reaccionar. —Hola papá, está en esa habitación, de allí —señala Hannah. —Gracias, hija —replica, lanzándome una corta mirada, y camina con la garrapata pegada. De inmediato me apresuro hacia donde se fue Alex y lo encuentro recostado en el barandal, mirando la ciudad. —Hola mi amor. —Lo abrazo por la espalda. —Hola mi pequeña. —Se da la vuelta para envolverme entre sus brazos. —¿Estás bien? —No lo puedo afirmar, pero tampoco puedo negarlo… Haber enfrentado a mi padre, por fin, me hizo sentir bien; sin embargo, también estoy enfadado. —Es normal que te sientas así, pero ya se te pasar
Soy la primera en asomarme fuera del vestidor y luego de comprobar que no hay nadie cerca, salgo fingiendo que contemplo las prendas en uno de los percheros, pero entonces al mirar hacia arriba me percato de que hay una cámara que apunta justo al cambiador donde estábamos Alex y yo encerrados. «¡Maldición!, espero que no se hayan dado cuenta». Dos minutos después, Alex sale del cuartito vistiendo la camisa y el pantalón que traía puestos desde la casa y noto que mis bragas sobresalen de uno de los bolsillos, delanteros… Cubriéndolo de la cámara con mi cuerpo, hundo las bragas en el bolsillo de su pantalón y él me guiña un ojo, perverso. Caminamos hacia la caja cargando los paquetes y Alex saca su billetera para pagar, pero entonces las bragas salen de su bolsillo junto con la billetera y caen al suelo; me apresuro a recogerlas, sintiendo que las mejillas me arden y vuelvo a guardarlas en uno de sus bolsillos traseros. Para fortuna de ambos, creo que nadie se dio cuenta, excepto las c
Cuando terminan las clases, salgo del instituto con Alex y Rachel; Chris nos está esperando en la entrada para irnos de compras los cuatro. Alex deja su carro en el instituto y nos subimos al auto de Chris, los hombres adelante y las mujeres atrás; tengo muchas cosas que tengo que contarle a mi mejor amiga, entre ellas, la discusión con la monkey esa. Rach no disimula su risa y se carcajea emocionada, escuchando cómo la puse en su lugar ese día; Alexander y Christopher nos miran con sospecha por el espejo retrovisor, pero nosotras cuchicheamos en voz baja para que no puedan oírnos, «son asuntos de mujeres». Llegamos al centro comercial y vamos directo a la tienda de ropa femenina, nuestros caballeros nos esperan fuera del vestidor mientras nosotras nos probamos un montón de vestidos, blusas, pantalones y demás. Pasan al menos dos horas midiéndonos cosas, y nuestros chicos ya están completamente aburridos de esperar: —Pequeña, llévate todo si quieres —dice Alex. —Tú también Rach, por
—No puedo renunciar, Alex, acabo de entrar…—Conozco a mi padre, sé que él lo hizo con algún propósito, quiere tenerte vigilada y controlada de alguna manera; él no quiere que estés conmigo, Abril, entiéndelo.—No voy a renunciar solamente porque él va a ser mi nuevo jefe, no sabes lo difícil que fue para mí encontrar un trabajo.—Podemos buscar otra cosa, no necesitas trabajar aquí.—Amor, tengo muchas deudas, el instituto es caro, ¿crees que Rachel y yo no anduvimos casi la ciudad entera buscando algo?, tú sabes que en este país si no se tiene experiencia no dan trabajo y la única experiencia que yo tengo es en la heladería de mi madre, fue un milagro que me contrataran aquí.—Si quieres no trabajes, yo te daré todo mientras los dos nos graduamos, abriré un centro de atención psicológica y tú trabajarás ahí, mientras tanto puedes quedarte en casa si no encuentras otra cosa.Su propuesta suena tentadora y sé que él lo hace para ayudarme, quiere protegerme de su padre, pero yo no quie
Es lunes y Alex y yo nos despertamos temprano para ir al instituto. El fin de semana juntos fue espectacular; nuestros días han sido llenos de amor, pasión desenfrenada y risas. No puedo asegurar cuál de los dos está más enamorado y me agrada pensar que el amor crece por igual; hacemos absolutamente todo juntos, desde tender la cama hasta lavar los platos, cepillarnos los dientes, bañarnos, cocinar y demás. Jamás me sentí tan feliz y es entonces cuando me doy cuenta de que la felicidad es perpetua, no tiene límites y siempre puedes ser más dichoso que antes; por ratos da miedo considerar que te puedas caer de la nube en algún momento, pero la bienandanza es tan grande que tu corazón ignora esos malos pensamientos, y solamente se dedica a amar, sin especular en el futuro.La situación de mi mejor amiga es un poco contraria a la mía actualmente, porque desde lo que ocurrió el viernes, Christopher no ha querido hablar con ella. Cuando los dejamos en casa de Rachel, al parecer él se fue e
AlexanderEn cuanto Abril sale del aula, un escalofrío recorre mi cuerpo, y a partir de ese momento mi tranquilidad se cuela por el retrete, y dejo de prestarle atención al maestro para empezar a pensar cuál habrá sido el motivo que tuvo mi padre para llamarla a su oficina, pero no logro dar en el clavo.Miro el reloj en mi muñeca cada tanto, al mismo tiempo que acecho la puerta rogando para que Abril vuelva pronto, hasta que suena el timbre para el receso y salgo corriendo del aula a buscarla. Camino apresuradamente por los pasillos hacia el despacho de mi padre, y la veo viniendo hacia mí, caminando distraída, así que me apresuro hacia ella y cuando me ve, una sonrisa radiante ilumina su bello rostro e inmediatamente me siento más tranquilo.—Mi pequeña, ¿cómo te fue? —la saludo buscando una respuesta en sus ojos, a la duda que carcome mi cabeza desde hace unos minutos, y ella me abraza y se pega a mi pecho para después continuar nuestro camino hacia el patio trasero.—No lo sé amor
Son las cinco y cuarenta minutos de la tarde y he tomado una decisión: aceptaré la propuesta de trabajo del señor Miller. En realidad me servirá mucho ese puesto, no solo en cuestión económica, sino también para adquirir experiencia que me será muy útil en el futuro. A pesar de que estoy nerviosa, también tengo la ilusión de que todo saldrá bien y podré tener una buena relación con mi suegro y ahora nuevo jefe, así que, sin más tiempo que perder, lo llamo para informarle que ya tomé una decisión y me dice que casualmente ahora está en el pub; es el momento preciso para decírselo y hablar con él sobre mis nuevas funciones, por lo que, después de colgarle, le marco rápidamente a Alexander para comunicarle la decisión que tomé, y avisarle que me encontraré con su padre en el pub a las seis.Como lo imaginaba, él no parece muy contento con la noticia, pero la acepta sin oponerse, y me dice que tenga mucho cuidado y que lo mantenga informado sobre cualquier cosa.Agarro mi bolso y atravies
Christopher no fue capaz de aguantar una noche más sin su amada, y en cuanto terminamos de hablar, se fue corriendo a buscarla, y yo le marco enseguida para advertirle que esconda el maldito orgullo y no la vaya a cagar. —Aló —contesta. —Christopher va para allá. —¡¿Qué?! —Como lo oyes, él va camino a tu casa con la intención de arreglar las cosas contigo, y te estoy advirtiendo porque te conozco y sé que si él llega de sorpresa vas a sacar a relucir tu maldito ego una vez más. —Mi Chris… —Tu Chris que por poco pierdes por pendeja. —Bueno, ya, basta de regaños, yo también me siento bastante mal y lo extraño como no puedes hacerte una idea… no quiero perder al amor de mi vida. —Bueno, entonces espero que cuando llegue, le muestres cuanto lo amas; saca todo lo que hay para dar en tu corazón, ah, y no le digas que yo te avisé, que parezca un encuentro natural, como que no esperabas su visita. —¡Changos, Abril!, tengo una mascarilla negra en la cara, ¿cómo voy a recibirlo así? —M