CAPÍTULO 1

El siniestro secreto de la mariposa:

REVELACIONES

(SEGUNDA PARTE)

"[...] Les anunciaré ahora nuevos detalles que jamás había mencionado, secretos que ustedes no han oído.

Entonces no podrán decir: «¡Ya lo sabíamos!».

(Isaías 48:6(parte b),7) (Versión NBV)

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1. COMIENZOS.

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Mi amado Marcos.

Siento que la vida se me escapa de las manos, quisiera que estuvieras aquí para que me salvaras, pero sé que ya es muy tarde para mí. Tengo tanto miedo, no te imaginas cuánto, mi amor. Siento que mi cuerpo ya no resiste y solo puedo pensar en ti y en nuestro pequeño hijo.

Saco fuerzas de las que ya casi no tengo, para escribir y advertirte del peligro en el que están, de la maldad con la que hemos convivido.

Lina no es la persona que yo siempre creí; su corazón está lleno de odio y resentimiento. No sé cómo pude ser tan ciega y no verlo. Ahora que lo sé todo, pienso que he sido la persona más estúpida y la más absurda al no darme cuenta, cuando siempre ha habido indicios de su maldad.

Lo que Leonardo decía de ella, no era falso y yo que tanto la defendí, hasta el punto de ponerme en contra de él para apoyarla y, ahora, sé que el pobre hombre también fue víctima de la infamia de ese ser, a la que sentí, erróneamente, como parte de mi familia...

Algo pasó dos semanas antes de que te fueras, pero no pareció importante en ese momento y por ello no te lo mencioné, ¡Qué tonta fui! Pero fue el inicio para descubrir los siniestros secretos de mi supuesta amiga.

Aquel día llegó una correspondencia...

♢♢♢ 2 AÑOS ANTES ♢♢♢

—¡Mamá, mamá! llegó el correo —Simón de 5 años, corre a donde se encuentra Simona, para entregarle lo que ha dejado el repartidor.

—Gracias, mi oruguita. Eres un niño muy atento, mi amor —Simona besa a su hijo en la cabeza y dejando por un momento lo que hace en la máquina de escribir, se dedica a revisar la correspondencia.

Han llegado las facturas comunes e invitaciones a eventos a los que suele asistir de la escuela donde trabaja como maestra; pero un sobre algo raro, que está entre aquellos papeles, le causa curiosidad.

Al abrirlo, encuentra extraños documentos a nombre de una mujer que no conoce. Hay una póliza de seguro entre ellos, con una suma impactante y un certificado de defunción de un hombre llamado: Benjamín Robertson.

—¿Carla Robertson? —lee en voz alta el nombre al que van dirigidos aquellos papeles, intentando recordar si alguna vez a escuchado ese nombre, pero no le suena de ningún lado—. Debe ser un error —concluye.

Simona organiza la correspondencia y deja en la mesa el sobre, para devolverlo al mensajero al día siguiente.

Hecho esto, continúa tecleando en la máquina de escribir, la fábula que se ha propuesto hacerle a su pequeño Simón:

"... Pero la oruguita siempre le contestaba lo mismo a la mariposita:

-No lo creo, yo solo soy un gusano.

A pesar de todo, su amiga mariposita siempre siguió animándola con palabras bonitas..."

Lina llega una hora más tarde y se acerca a la mesa. Mira los papeles y revisa el sobre que está apartado; al ver para quien va dirigida aquella correspondencia, palidece y cuando temblorosa los guarda, la presencia de Simona que se acerca a su lado, la hace sobresaltarse.

—¿Qué te pasa, Lina? —pregunta Simona preocupada al ver lo extraña que se pone su amiga.

—Nada. Esa correspondencia es... es para una amiga —le dice agarrándola y aferrándose al sobre como si de él dependiera su vida.

—¡Ah! ¿Qué amiga? —interroga Simona con curiosidad.

—Una que tú no conoces —Lina le contesta a la defensiva.

—Ok, disculpa. No quería entrometerme —Simona intenta comprender los arrebatos de Lina. Ha pasado poco desde el "accidente" que ocasionó la muerte de su esposo y destruyó su casa. Sin embargo, no deja de parecerle exagerada la actitud de Lina y le parece extraño no haberla escuchado hablar nunca de esa amiga.

—Es una amiga, bueno más bien una conocida, que me pidió el favor de recibir estos documentos y enviárselos, ya que está fuera del país —Lina cambia su actitud, evitando levantar sospechas.

—¡Ah! Entiendo.

—Voy a comunicarme con ella para avisarle —Lina le dedica una sonrisa a Simona, la cuál borra cuando pasa de su lado y ya no está en el campo visual de esta. Con prontitud va a su cuarto y revisa a detalle los papeles que han llegado, rogando que no la hayan rastreado por culpa de los mismos.

Se mira en el espejo y se relaja al recordar y ver, todos los cambios que le ha hecho en su apariencia. Sonríe, confiando en que será difícil reconocerla.

Marcos llega unas horas después del trabajo y Simón, a penas lo ve, corre a él y se lanza en los brazos, seguido de su madre que espera también a su esposo.

—¿Cómo te fue hoy, mi amor? —le pregunta Simona, abrazándolo por la cintura.

—Muy bien, cariño. ¿A tí, que tal te fue? —pregunta él, besando su cabeza.

—Muy bien también. Hoy terminé el libro para Simón, solo me falta algunos detalles de la carátula.

—¡Oh! Quiero verlo —pide el hombre.

—Oruguita, por favor, tráele a papá el libro.

Marcos baja a Simón de sus brazos y el pequeño sale corriendo a buscar lo que su madre le ha pedido y regresa a mostrarle a su papá.

—Cariño, está hermoso —el oficial la aprieta a él, abrazándola más y besándole los labios—. Mi talentosa esposa...

Lina mira desde el comedor, con la envidia recorriendo cada célula de su cuerpo.

En el mismo momento en que vio a Marcos, sin importarle que fuese el esposo de su amiga, lo quiso para ella. Y no solo eso, Lina quiere todo lo que Simona tiene; todo lo que la vida, le ha negado a ella.

»—Cariño; en dos semanas debo viajar por trabajo, debo ir a investigar un caso, en otra jurisdicción —le avisa Marcos a su esposa, invitándola a sentarse con él, en el sofá.

—¿Será mucho tiempo? —pregunta Simona con tristeza.

—Un par de semanas nada más.

—Es mucho, me harás muchísima falta.

—Y tú a mí, amor.

—¿Podemos ir contigo, papá? —le pregunta Simón, sentándose en las piernas de Marcos.

—Quisiera que me acompañaran, mi pequeño, pero no es correcto. Así que, te dejo como misión estar a cargo de este hogar como el hombrecito que eres.

—Está bien, papi...

Lina que escucha la conversación de la feliz familia, sonríe victoriosa. Ve la oportunidad para deshacerse de Simona, sin la presencia de Marcos.

—Hola, Marcos —saluda Lina acercándose a la familia sentada en el sofá.

—Hola, Lina. No te había visto.

«Pronto lo harás, querido, pronto lo harás»

Una semana después, Lina, después de tanto buscar,  logra conseguir de manera clandestina, el arsénico que acabará con la vida de Simona. De inmediato, empieza a darle el veneno, en pequeñas cantidades ocultas en los jugos, que consumirá la joven mujer.

Unos días después, antes de Marcos irse a su misión laboral, Simona empieza con dolores de estómago y vómitos constantes.

El hombre, lo primero que sospecha con felicidad, es de un embarazo.

—Mi amor, ¿será que nos embarazamos? —le pregunta el oficial, frotándole la espalda a su esposa, que está de cabeza en el retrete.

—¿Tú crees? —Simona lo mira con una sonrisa ladeada, pero voltea nuevamente la cara, para seguir vomitando.

—Puede ser —Marcos recoge su cabello—. Quizás llegó el momento de darle una hermanita a Simón —sonríe el hombre con ilusión.

—O hermanito. O quizás solo sea la gastritis que regresó —menciona Simona, sintiendo el dolor de cabeza aumentar y otra arcada la hace terminar de botar el contenido de su estómago—. Sabes que no es fácil embarazarme.

—No es fácil, pero tampoco imposible. O nada más mira lo hermoso que nos salió el primero.

Simona saca la cara del retrete y sonríe hacia su esposo.

La maestra y el oficial, después de casarse, habían intentado concevir sin éxito. Siguieron cada consejo que les dieron y algunos tratamientos que los expertos les recomendaron, pero nada parecía resultar.

En ese entonces, Lina se sentía feliz de que la perfecta Simona, no pudiera hacer algo bien.

Pero para la sorpresa de todos, luego de desistir de intentarlo, un día, un bebito empezó a formarse en el interior de Simona, dándole una inmensa felicidad a la pareja.

Lina no se puso nada contenta y cuando nació el pequeño Simón en perfectas condiciones, enfureció, pues no soportó que Simona lograra, lo que ella no había podido.

Marcos va a la droguería por una prueba, la cual da negativa, sin embargo no se fia del resultado.

—Puede que esté dañada. Iremos a hacer una de sangre hoy mismo. No quiero irme sin saber si tendremos un bebé.

—Está bien, cariño. Pero no le digas a Simón, no quiero que se ilusione.

Simona y Marcos se dirigen a una clínica donde le sacan una muestra de sangre para la prueba de embarazo y esperan impacientes el resultado. Al recibirlo, confirman lo que la prueba casera les había dictado ya.

Un par de lágrimas escapan de los ojos de Simona.

—Lo siento, mi amor, sé que tenías la ilusión de que estuviera embarazada.

—No, amor, no. Si no lo estás, no importa, cariño —Marcos, abraza a su esposa consolándola.

Lo que ambos no saben, es que a parte de que la mujer no puede embarazarse fácilmente, Lina también se ha encargado de que no ocurra.

Después del nacimiento de Simón, la inicua mujer con sutileza, a logrado que Simona tome pastillas anticonceptivas de la misma forma en que le ha estado dando el arsénico, disminuyendo por completo la posibilidad de un nuevo embarazo.

—Ahora, debemos averiguar qué es lo que tienes... —anuncia Marcos a su mujer luego de darle besos en la cabeza.

Ese mismo día van al doctor quien por los síntomas deduce que es gastritis y le manda medicamentos que al principio, alivian un poco los malestares de lo que realmente ocurre en su cuerpo.

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—¿Estarás bien en lo que regreso, mi amor? —le pregunta Marcos a su esposa, cuando se despide para ir a trabajar a otro distrito.

—Claro que sí, cariño. Regresa rápido.

—Hijo, cuidarás a mamá, ¿verdad? —le pregunta el oficial a Simón, bajándolo de sus brazos.

—Sí, papá.

Marcos abraza a su familia y se va, desconociendo todo lo que se avecina en su ausencia.

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