9. HOLA, VECINA.
«Los sueños o pesadillas, no son más que los deseos, las angustias o los miedos que están en nuestro subconsciente, no es la realidad» —repite la frase que siempre le menciona la terapeuta.
Toma aire y lo suelta lento, para volver a hacerlo una vez más.
Las pataditas en su interior, la hacen sonreír en medio de las lágrimas y acaricia su abdomen con las manos temblorosas.
—Buenos días, mi amor —le habla al pequeño ser que crece dentro de ella—. Aquí estás —una exhalación de alivio, sale de lo más profundo de s
10. PAPÁ, SABE QUE SÍ. —Marcos, pe...pero ¿qué... qué haces aquí? —Sarah está tan sorprendida que balbucea.—Llevo meses buscándote, no te imaginas lo que me alegra encontrarte.—¿Tú?... eh... ¿y Simón?—Con sus abuelos, en Villa Peace.—Ah, y... ¿Cómo me hallaste?—Investigando; trabajo en eso, ¿recuerdas? —dice sonriéndole. Sarah lo mira, sin creer que lo tiene enfrente y por un momento, piensa que es un sueño de esos, donde lo ve aparecer y luego desaparece...—Vi... vi en las noticias que buscan a Lina —comenta ella.—Sí, lo último que supimos fue que cruzó la frontera.
11. ¡PAPÁ! ¡PAPÁ! ¿LA ENCONTRASTE...? Marcos se acomoda de lado en la cama y observa a Sarah dormida. No ha dejado de mirarla, ni deja de acariciarla a cada momento. Desliza sus dedos por su cara y acerca su nariz al cabello de ella, inhalando su olor por milésima vez. Siente que es un sueño haberla hallado. Ese día, había seguido a Delci en secreto, cuando la mujer salió de su casa. No era la primera vez que la seguía, había empezado una semana atrás, desde que descubrió su dirección, pero no se atrevió a acercarse por temor de que, al igual que el abogado, se negara a darle la ubicación de Sarah. Aquella mañana, curiosamente, Delci no usó el uniforme y su recorrido fue diferente. La vio parquear en frente de una cabaña y de inmed
12. NO TE VUELVAS A IR, POR FAVOR. —¡Sarah, viniste! —Simón corre a abrazarla y Sarah se arrodilla, para quedar a la altura de su niño; ninguno de los dos puede contener las ganas de llorar. —Aquí estoy, mi oruguita, aquí estoy, mi amor. —Me hiciste mucha falta, Sarah. No te vuelvas a ir, por favor —solloza el pequeño. —No me iré, cariño. Ya no —la chica lo arropa en sus brazos, sintiendo que otra vez, su corazón está completo. Luego de un rato, en el que hasta al propio Marcos se le escapan un par de lágrimas por tan emocionante reencuentro, Sarah y Simón desunen
13. MI OTRA RAZÓN PARA AMAR.Cuando van llegando a la carretera principal, Marcos le pide a Sarah cerrar los ojos.—Sin trampas, amor —le advierte el hombre.—Está bien —Sarah suspira, rodando los ojos y luego obedece cerrándolos.Cuando escucha que se estacionan, les pregunta a sus dos caballeros, si puede abrirlos.—No, aún no —le dice Marcos. El hombre se baja y bordea el auto para ayudarla a salir. Simón, también se baja y se hace al lado—. A la cuenta de tres los abres.—Uno, dos... ¡Tres! —cuenta el pequeño.—Ábrelos —Sarah mira en frente suyo y es la casa que había vendido—. ¿Te comenté que fui yo quien compró tu casa?
14. ...¿DESEAS SER MI ESPOSA? —Buenos días, princesa de papi, ¿cómo amanece la nena más hermosa? —escucha Sarah, en medio de susurros, mientras despierta. Al abrir los ojos, ve a Marcos con la cara a la altura de su vientre, concentrado en hablarle a la bebé. Sonríe con amplitud, confirmando nuevamente, que nada de lo que ha pasado en los últimos tres días, ha sido un sueño. Se estira un poco y Marcos nota que ha despertado—. Y la reina de esta casa y de este hombre, ¿cómo amaneció? —Feliz —pronuncia Sarah, estirándose un poco más. Marcos sube a besarla—. Y ¿tú? —Dichoso. Ya quiero verla en tiempo real. Sarah asiente con una sonrisa; mira la hora y en ese momento cae en cuenta de algo, por lo tarde que es.
15. EN DOS SEMANAS...—¿Por qué no? —le pregunta Marcos, indagando en su mirada.—¿Quieres casarte conmigo, por la bebé? Porque no es necesario, Marcos. No quiero que te sientas atado a mí, por ella.—¡No! Amor, ni tú sabías de su existencia, cuando compré este anillo para ti. Solo esperaba no seguir casado con Lina.—¿Ah, sí?—Sí. Yo te amo, Sarah y no solo porque estés embarazada, es que deseo casarme contigo.—¿Seguro? —Sarah lo mira con los ojos llorosos— ¿Estás seguro de esto?—Completamente seguro. Ya te lo había dicho antes, mi amor, quiero todo contigo. Pero... ¿Tú quieres ser mi esposa? O... ¿No?—Umjum —Sarah asiente, con su labio inf
16. ABUELA CHARLOTTE.—¡Sarah, hija! —Charlotte Miller se pone de pie, para llamar a su hija, cuando la ve llegando por la entrada del aeropuerto.—¡Mamá! Qué gusto verte —la saluda Sarah, abrazándola con emoción, casi al borde del llanto.—¡Oh, mi vida! Mira que hermosa estás. Te sienta muy bien el embarazo, hija —la mamá de Sarah,la separa para contemplarla y le acaricia la barriga—. ¿Cómo está mi nieta hermosa?—Gracias, mami. Está muy bien, todo ha seguido de maravilla con ella —Charlotte mira al hombre y al niño que están al lado de su hija, observando gustosos el encuentro de las dos&mdas
17. ...AHORA NO PUEDO PENSAR EN ESO...—¡A descansar! —anuncia Marcos, ayudando a Simón con la pijama, después de cepillarse los dientes.—Mi cuento de esta noche será... no sé. ¿Cuál quieres, Sarah?—Mmm, ¿Qué tal si esta vez, le lees tú a tu hermanita? —propone la chica.—Sí, esta bien —acepta Simón feliz. Sarah se sienta a un lado de la cama y Marcos al otro, mientras el pequeño, busca la historia que leerá—. Me gusta el cuento de los tres cerditos —dice subiéndose y acomodándose en medio de los dos adulto. El pequeño se inclina un poco, para que su hermana escuche mejor—. Hermana, escucha. Había una vez tres cerditos...•••Esa misma noche, estando en la cama abrazados, Marcos suspira profund