Parte 3. Capítulo 17. La cara del demonio

—Muerde el paño para que…

—¡Saca la maldita bala de una vez! —reclamó Jonathan con enfado. Lo habían trasladado a la casa de Baudilio para curarle las heridas. La bestia de Kenaí le había propinado profundos arañazos, recibiendo además, disparos que lo debilitaron.

Gregory sacaba con ayuda de sus garras, las dos balas que habían quedado alojadas en la espalda de su hermano, para que luego sus heridas pudieran cicatrizar sin problemas gracias a las capacidades curativas que les aportaba la bestia.

—No son balas de armas cortas —dedujo Gabriel al evaluar la que Gregory ya habia retirado del cuerpo de Jonathan—. Son balas de armas de asalto.

—Y el veneno es más potente que el utilizado meses atrás por los hombres de Jairo Contreras —reveló Albert haciendo girar en su mano uno de los dardos—. Afectan a la bestia, aunque poco. La mía estuvo como adormilada por casi un minuto con un solo dardo.

Jonathan gruñó con ira. Le habían clavado tres dardos en la espalda mientras luchaba con Kenaí, a
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