... VOLUNTARIAMENTE
Comenzaron en el sofá, siguieron en el suelo y terminaron completamente desnudos en la cama, sudados y cansados. Siena estaba satisfecha por el sexo, era muy buen sexo como hacía tiempo que no tenía, pero desbaratada por no estar cumpliendo con su deber, por no haber conseguido nada sobre el asesino y por estar fraternizando con un sospechoso.
Ambos estaban desnudos, contemplando el techo, Siena descansando su cabeza sobre el pecho de Emil, mientras su mano trazaba círculos sobre su vientre, y Emil con un brazo detrás de su nuca, y el otro abrazando a Siena, estrechándola contra su cuerpo.- ¿Qué piensas? -preguntó él.Siena rio entre dientes.- Lo de siempre. Trabajo. Y un adicional: este ha sido el mejor sexo en mucho tiempo.- Debo alegrarme entonces, pero ¿no soy el mejor? Tengo que seguir esforzándome para complacerte. ¿Nunca dejas de lado el trabajo?- Es una gran parte mi vida. El resto va y viene, pero mi trabajo- ¿Sabías que tu padre ha pasado la noche en la comisaría? -preguntó Isabella, espantada.- Si, madre -contestó Emil, desprovisto de emoción-. La noche anterior, para ser exactos. ¿Cómo es que te enteras de todo? No ha salido en los medios, hemos sabido manejarlo con discreción.- ¿“Hemos”? ¿Te incluyes?Emil suspiró, cansado de las discusiones con su madre.- Trabajo para la misma productora, para su mismo equipo. Trabajo para él. En fin, sí. Sabía que había estado detenido, pero no tienen pruebas fehacientes para apresarlo.Isabella suspiró.- Es una lástima. Pensé que al fin se haría justicia con ese hombre -dijo, encogiéndose de hombros.Emil puso los ojos en blanco y continuó preparando el almuerzo. No tenía ganas de continuar con la discusión. Estaba c
Marco se notaba claramente disgustado por toda la situación que estaba viviendo y los homicidios que estaban siendo vinculados a él. Encontraba errores donde no los había y no le convencía ninguna performance. Mandó a revisar un vestuario completo y pidió que detuvieran el rodaje. - ¡Corte! Corte, corte -dijo-. No podemos avanzar así. No se los nota comprometidos con la escena. Vamos a detenernos aquí. Oscar se acercó a él y lo tomó del brazo. - Oye, Marco, ¿por qué no te tomas un momento? -le dijo al oído-. Se te ve algo afectado. Marco se sacudió su mano y lo miró. - ¿Qué quieres decir? - Que todo está perfecto, y tu personal está dando lo mejor de sí, pero los estás llevando al límite. Creo que necesitas un descanso y sabes por qué es. Estás viendo todo negativo. Marco pensó un momento. - Nos tomaremos diez -vociferó Marco-. Vayan a comer algo. Tú -llamó a su asistente -tráeme whiskey. Su asistente corrió a traerle su vaso de whiskey con hielo y Marco lo recibió sin siquier
AMIGOSSiena se sentó en su escritorio y comenzó a darle vuelta a los papeles del caso. La frustración que sentía por no avanzar no le permitía concentrarse. Su móvil sonó en su bolsillo y cuando miró la pantalla, vio que se trataba de un mensaje de Emil. Puso los ojos en blanco y arrojó el móvil con furia sobre el escritorio. El mensaje decía “No dejo de pensar en lo de anoche.”Oliver, quien regresaba de la cocina, se acomodó en su escritorio, frente a ella, observando la escena. Su móvil sonó de nuevo. Otro mensaje de Emil. Tomó el móvil y leyó. “No sabía que te interesaban ese tipo de prácticas”, ponía en el mensaje. Siena golpeó el escritorio y volvió a arrojar el móvil, sin contestar. Oliver arqueó las cejas, observándola.–¿No vas a contestar? Apuesto a que es tu noviecito –dijo él.Siena sólo gruñó y continuó dándole vueltas a los papeles que tenía sobre su escritorio, sin siquiera saber qué estaba haciendo.–Estoy seguro de que continuará escribiendo si no le contestas algo –
CONFESIÓNEl rodaje marchaba como lo planeado y las aguas estaban más calmas ahora que hacía unos días no había novedades de ningún policía rondando por la productora. Oscar sabía cómo mantener calmado a Marco, y al fin los actores tenían un poco de paz para poder trabajar.Finalizado el día de rodaje, Emil se acercó a Oscar, con el fin de invitarlo a cenar. Con tanto trabajo, hacía mucho tiempo que no lo hacían.–Oye, tío. ¿Quieres ir a cenar? Hoy al fin nos vamos temprano.–¡Emil! Hoy te luciste. Disculpa, hijo, he quedado con Sara. Hace instantes nada más terminé de definir con ella para reservar el restaurante.–No te preocupes. Debes nutrir esa relación. Lo entiendo a la perfección.–¿Qué te parece si lo dejamos para mañana? Si tu padre nos libera temprano, podríamos salir a tomar algo.–Me parece bien.–Y me cuentas en qué andas. Ha pasado tiempo, pero nunca me has dicho el nombre de esa chica que te tiene loco.–Es cierto –rio Emil–. Te lo diré mañana. Lo dejaré en suspenso por
SOCIÓPATALiam caminaba por los pasillos del recinto junto con Oliver y Siena.–Necesitamos una buena para la policía. Estoy pensando en ser tan radical de encerrar a Marco Rossi y luego buscar las razones por las cuales lo encierro. Mira lo que te digo.–Jefe… –dijo Siena.–Es un callejón sin salida. Este asesino de Hollywood no ha dejado pistas ni ha vuelto a asesinar y nos tienen en la mira. Siempre tratándonos de incompetentes, como si no supiéramos hacer nuestro trabajo. Ese Marco está sucio, de todas maneras. Algo vamos a encontrar si seguimos desenterrando mierda de su pasado. Incluso de su presente.–Creo que Siena tenía una buena pista allí en la clínica donde se encuentra esta actriz, Vera Silva.–Miren, ya no sé qué hacer –Liam se detuvo frente a la puerta de su oficina–. Necesitamos algo positivo para este cuerpo policial. No tengo pruebas, necesito pruebas y un culpable. Reúne todo el material que tengas y traelo a una reunión hoy mismo. Necesito que repasen todo y si se
LA PROPUESTAEmil abrió la puerta para recibir a una Siena con un rostro demasiado cansado.–¿Estás bien? –preguntó.Siena se echó a sus brazos.–Estoy harta.–¡Oye! ¿Qué pasa? Ven.Emil la condujo al sofá y se sentaron.–¿Quieres contarme o es confidencial? –preguntó.–No creo que haya nada confidencial en que mi jefe me tiene cansada –declaró Siena.Emil la rodeó con su brazo y la atrajo hacia él. Ella se acurrucó allí y cerró los ojos.–No tenemos a nadie a quién encerrar, y, disculpa que diga esto, no me importa que encierren a tu padre si eso hará que me dejen en paz.–Sabes que no me importa mi padre.–Me da igual que sea Marco quien reciba el castigo –continuó Siena–. Sé que no es ningún santo… Cuando todo esto termine me iré. Pediré el traslado a otra jurisdicción.Por un momento se hizo el silencio. Siena abrió los ojos y miró hacia arriba, hacia Emil.–Puedes venir conmigo, si quieres.Emil la observó, entre confundido, sorprendido y feliz, pero disimuló su sonrisa y frunció
PACIENTEMENTE–Siena, Oliver –llamó Liam.–Sí, señor.–Vengan aquí.Ambos se acercaron a la oficina de su jefe, diligentes.–Aquí tengo su permiso para que se entrevisten con esa paciente de la clínica psiquiátrica. Ojalá sirva de algo.–Perfecto, señor.Se retiraron de allí y fueron a ponerse sus abrigos.–Vamos ahora mismo, ¿no? –preguntó Oliver.–Claro, no tengo otra cosa mejor que hacer. ¿Y tú?Oliver se encogió de hombros. Ambos se dirigieron juntos en el coche de Oliver hacia la clínica, que se encontraba a una hora de distancia de allí. Se presentaron ante los enfermeros y mostraron en la recepción el permiso que les había dado Liam. Uno de los enfermeros de turno, un joven moreno, los hizo pasar hacia el interior.–Mi nombre es Romeo, yo los recibiré hoy. Vera es una mujer reservada. Es una de nuestras pacientes más antiguas.–¿Podrías contarnos algo sobre ella? –preguntó Siena.–Está diagnosticada con esquizofrenia. Toma a diario su medicación sin problemas y no es una pacien
DESORDENADOLiam llamó a Siena y Oliver con urgencia.–Los necesito en una escena del crimen.Oliver y Siena se miraron mientras se levantaban de sus respectivas sillas y se disponían a salir detrás de Liam.Liam los envió a una casa donde la mujer yacía muerta hacía pocas horas. La llamada la había hecho su pareja, quien la había encontrado, y aún no sabían nada del crimen. El novio permanecía en la entrada, en estado de shock, siendo interrogado, cuando Oliver y Siena entraron al lugar.–Tengan cuidado donde pisan –advirtió un oficial, cuando los vio llegar.Había sangre por doquier.–Es demasiado caótico –comentó Siena.–Un regadío de sangre…La mujer estaba en el suelo de la cocina, degollada. La herida parecía haber sido infligida por un cuchillo que permanecía cercano al cuerpo, y había signos que mostraban que había estado forcejeando con su atacante, probablemente para huír de él.–¿Qué opinas? –inquirió Oliver.–No es nuestro asesino –decretó Siena, señalando hacia el suelo.