Katrina le dio una probadita a Mary, ya se lo merecía por ofrecida.
—Alfa Ragnar, soy yo, Octavio —dice con voz agitada cuando Ragnar contesta el teléfono de la habitación del hotel donde se está quedando. —¿Qué sucede, Octavio? ¿Por qué me llamas a este número y no a mi celular? —Ragnar toma su móvil, pero hasta ahora se da cuenta de que está apagado por falta de batería.—La Luna Katrina lo ha estado llamando a su celular y no conectaba, señor, el caso es que ella revisó algunos títulos de las empresas que tiene a su nombre y luego salió del edificio de manera repentina, parecía molesta o inquieta por algo y no me quiso decir nada al respecto, solamente que se iría a la mansión. Creí que debía saberlo, alfa.Ragnar se queda callado por un rato largo, sin saber qué responder. —Alfa…—Está bien, Octavio, no te preocupes, yo me encargo de hablar con ella. Mañana a primera hora vuelvo a Tierra de Pinares.Luego de que la llamada se corta, Ragnar llama a la mansión para preguntar por su esposa, pero una de las sirvientas le informa que ella no ha llega
—Ramiro, el investigador, lo encontró, cariño —la respuesta de Ragnar hace nacer una luz de esperanza en Katrina—. Está aquí en Europa, en Grecia. Él no sabía de tu existencia, tu madre y él dejaron de verse antes de que ella sepa de su embarazo.Un suspiro ahogado sale del pecho de Katrina. Akira está pendiente de cada una de las palabras de su compañero. —¿Por qué…? —ella no logra formular la pregunta completa debido a la gran conmoción dentro de su cabeza y su corazón. —Él fue descubierto y puesto en juicio por sus superiores, por lo que fue exiliado y apartado de sus funciones como celestial. Aunque no ha sido despojado de sus poderes, él no puede ejercer sus funciones anteriores. Ahora es un empresario hotelero que vive en el mundo humano, como uno más de ellos.Katrina asiente, pero se queda mucho tiempo callada. Ragnar le da su espacio y su tiempo. Apoya la cabeza de ella en su pecho mientras le acaricia suavemente la espalda. Los latidos armoniosos del corazón de Ragnar y lo
Durante todo el día en la oficina es lo mismo. Esa tensión entre Ragnar y Katrina no desaparece.La paciencia del alfa termina cuando llega la hora de dormir y ella va nuevamente a la habitación de los mellizos. No va a permitir este alejamiento por más tiempo, ya no soporta estar sin ella un minuto más.Ya frente a la puerta de la habitación de los pequeños, respira profundo un par de veces antes de abrir la puerta y entrar. Katrina está acostada en la cama de Selene y se despierta sorprendida cuando Ragnar la toma entre sus brazos y la lleva hasta la habitación que comparten.—¿Qué haces, Ragnar? —ella se queja, pero Ragnar no se inmuta. Entra a la habitación, la acuesta en la cama y aprovecha para cerrar la puerta con seguro y quitar la llave. —Estaba con la pequeña —dice ella intentando levantarse—. Va a llorar si se despierta y no me ve allí.—No va a llorar porque tiene a un centenar de personas cuidando de ella y su hermano —responde tajante Ragnar quitándose la playera para
Mauricio se queda mirando a su yerno, con las manos entrelazadas en la mesa. —¿Qué es lo que piensas hacer, Jarl? ¿Crees que puedes resistir mucho tiempo con lo poco que te queda? —Haré lo que sea, pero no pienso perder la empresa. —Sabes que tienes mi apoyo, pero aun así no somos mayoría, no tenemos forma de tener voz en las decisiones importantes. Lo mejor será averiguar quién es el nuevo dueño, luego analizar las posibilidades que tenemos.—Cuando ese hombre venga, le mostraré quién manda aquí —Jarl se frota la cara con fiereza, como intentando espabilar a la fuerza. No le cabe la menor duda, no puede ser otra persona más que Ragnar Shadowfang. Él sale de la sala cerrando las puertas con tanta fuerza que hasta los cristales de las ventanas empiezan a tintinear. Mauricio queda abrumado, indeciso y sin fuerzas. De todas formas, él ya no tiene tanto que perder. Todo se fue a la mierda desde que Katrina falleció y Jarl tomó el cargo sobre la fortuna. Si hubiese sido un poco más pre
En el aeropuerto de la Amazonía, dos mujeres empujan sus maletas hacia la sala de espera con evidente felicidad por haberse salido con la suya finalmente. Es media mañana y el día está soleado y maravilloso en la Amazonía, a pesar de que no es época de verano. La brisa ya está bastante fresca afuera, pero eso no impide que estén realmente felices. Ambas han hablado incluso de no volver nunca aquí. ¿Para qué? Ya no hay nada en este sitio que les haga volver. —Estoy tan feliz, mamá, no pienso volver a este apestoso lugar nunca más —dice Lizzie deteniéndose a mirar en el enorme ventanal del sitio—. Gracias a la diosa que puso a Ragnar Shadowfang en mi camino, resultó ser mi boleto de salida de aquí.—Por lo que pude ver de lejos, ese tal Ragnar es un hombre muy interesante y millonario. —Tan millonario como casado, mamá —Lizzie hace un puchero al recordar el anillo en su dedo—. Según me contó, está emparejado y con hijos.—¿Acaso eso importa cuando se requiere lograr ciertos objetivos
Ragnar mira la lápida de Anabella y suspira profundamente. Ese olor, tan característico de los lirios, lo envuelve con una ventolina que surge de la nada. Cierra los ojos y se imagina que es ella, tal como lo hacía cuando estaba viva. Todavía puede sentir sus delicadas manos acunando su rostro antes de soplar suavemente su frente un par de veces, alegando que con eso era suficiente para quitar esos malos pensamientos de su cabeza que lo atormentaban. Por supuesto que lo era, ella era la cura a todo su dolor en ese entonces.Una sonrisa se asoma en su cara al recordarla. Ya ha pasado mucho tiempo, pero hay ocasiones en las que no puede evitar extrañarla. Todavía siente algo por ella, pero ya no es amor, sino un sentimiento muy parecido al cariño incondicional. Ahora ama con todas sus fuerzas a Katrina y es sumamente feliz con ella y sus pequeños.Mañana temprano es el viaje a la Amazonía y no tiene idea de cuándo volverá a Tierra de Pinares, por eso decidió levantarse temprano para ven
Al día siguiente, a la mañana, la familia Shadowfang aborda el avión privado que los lleva a la Amazonía. Mary se entera de la situación legal de Katrina esa misma mañana y su humor se vuelve negro. ¿Cómo es posible que no pueda hacer nada contra ella? Debió haber imaginado que el alfa tenía todo controlado y por eso estaba tan tranquilo cuando ella lo enfrentó. Toma su celular y llama al número de teléfono que ayer le pasó su investigador. Si no puede tener a Ragnar, al menos va a joderle la vida a esa aparecida. El teléfono en el castillo Alba Noctis suena y una de las jóvenes sirvientas atiende.—¿Familia Grimlore? —pregunta Mary de inmediato cuando la llamada se conecta. —Así es. ¿Con quién desea hablar, señorita? —Busco al alfa Jarl Fenrisson —contesta Mary.—El alfa Jarl no se encuentra en el castillo a esta hora, pero puedo tomar su recado y darle cuando venga. —No me lo tome a mal, pero necesito hablar con él personalmente. Se trata de su esposa, Katrina Grimlore. Tengo
Ragnar se encuentra sentado en la sala de juntas de Sofisthy escribiendo algo en su computador cuando la joven asistente entra con una taza de café y algunas carpetas. Él le pide otros documentos que necesita. Jarl llega y se pone furioso al ver la pila de carpetas en las manos de su asistente, le exige de mala gana que las regrese a su sitio y entra a la sala de juntas prácticamente con la ira emanando por los ojos.Ragnar no se sorprende de su actitud. El olor a alcohol y la hora que llega lo dice todo. Lo más seguro es que todavía esté borracho. —Fenrisson —Ragnar mira la hora en su reloj—. Tengo entendido que el horario de trabajo inició hace exactamente tres horas.—Yo puedo llegar la hora que quiera a mi empresa —La respuesta tosca de Jarl hace sonreír a Ragnar—. No tengo por qué cumplir el horario de un empleado común, especialmente porque lo tengo todo cubierto.—Qué bueno que tenga todo cubierto, porque quiero dejar todos los documentos listos para la junta de mañana. Ragn