Unas risas desde la cocina reciben a Ragnar cuando llega a la mansión. Camina hasta allí y observa a Katrina interactuar con su madre y su hermana desde la puerta. No puede negar que ella se nota más tranquila y distendida desde que llegaron aquí. La madre de él también está mucho más sonriente que de costumbre y eso de alguna forma lo complace.Sin que ninguna de ellas se percate de que ha llegado, da media vuelta y sube hasta su habitación, se quita la ropa y entra directamente a la ducha. El agua fría siempre consigue relajarlo, por lo que permanece allí durante algún tiempo con los ojos cerrados hasta que su puerta de baño se abre bruscamente y un estallido lo sobresalta. —¡Rayos! —dice el alfa tomando una de las toallas que está a su alcance para tapar su cuerpo desnudo. Katrina se voltea inmediatamente, avergonzada y sonrojada mientras se toma la cara con ambas manos y maldice por no haber oído que la ducha estaba activada. Un ardor se le sube desde la punta de los pies hasta
Ragnar se levanta mucho más temprano de lo normal y antes de que todos despierten, especialmente esta mujer que tiene pegada a él como chicle todas las noches, sale de la mansión junto con Julián hasta una clínica privada que lo suele atender. Julián lo convenció de que era mejor ir a un chequeo para ver lo que estaba sucediendo, ya que es raro que los dolores de cabeza le estén atacando con más fuerza, a pesar del nuevo tratamiento que ha recibido. —Señor Shadowfang, el doctor, ya lo está esperando en su consultorio —dice la enfermera, quien le indica con la mano para que lo siga. Ragnar entra a la sala y su doctor lo recibe con un apretón de mano. El doctor Gutiérrez es un especialista en tumores cancerosos y trabaja directamente con Moreira en este caso de Ragnar desde que él fue diagnosticado. —Es mejor que vayamos al grano, alfa Ragnar —dice el doctor pidiéndole que se cambie para hacerle algunas pruebas—. No me gustan para nada estos dolores que dices tener últimamente. Se
—Hola —La voz del otro lado se oye apenas. Mary no logra salir de su asombro que Ragnar le haya contestado—. Hace mucho que no sé nada de ti, Ragnar. ¿Cómo estás?—Ocupado —contesta él, tosco, ronco y fastidiado. Bebe un poco más de whisky mientras abre la bañera para llenarla de agua fría. —Me preguntaba si puedo ir a hacerte compañía esta noche —dice ella probando su suerte. Sabe que Ragnar siempre se encierra en su departamento en estas fechas para evitar estar en contacto con otros licántropos, pero ella desea más que nada que él le permita estar a su lado como un tiempo atrás lo hizo—. Puedo hacer una cena liviana para ambos, abriremos un vino, conversaremos, si no tienes un compromiso, claro.—No tengo ningún compromiso, Mary, pero francamente, tampoco quiero ninguno ahora mismo. —Tal vez si me das la oportunidad, yo… —Interviene ella con voz seductora—... pueda conseguir relajarte un poco. No es bueno que estés sólo en luna llena y quién más que yo para acompañarte. —No quie
Ya en las afueras del edificio, Katrina camina a pasos presurosos por las calles totalmente iluminadas con la luz de la luna. Lo único que puede rescatar de esta desastrosa visita es que ya sabe dónde queda ese dichoso departamento de Ragnar. Aunque, después de ver lo que vio, no sabe exactamente para qué le sirve esta información. Por unos segundos se siente atrapada en una sensación extraña, está sofocada, con la boca seca, su corazón empieza a golpear su pecho con tal intensidad que parece que va a salir disparado de ella. Se recuesta por un muro mientras intenta recomponerse antes de avanzar. ¿Qué rayos le pasa? —Katrina, espera hija, por favor —Paula le habla desde unos pasos atrás cuando por fin logra verla—. No vayas tan a prisa. —Yo… lo siento mucho por irme así —responde ella luego de un profundo suspiro—. No debí haber pedido que me trajeran aquí. Si sabía que él ya tenía una compañía, yo… —No es lo que piensas, Katrina, mi hermano… —dice Rubí, pero Katrina la interrum
Ragnar permanece durante algunas horas rotando sin sentido dentro de su habitación. Desde la visita de su hermana, su madre y Katrina se siente mucho más intranquilo que antes. Esa joven siempre consigue poner su mundo de cabeza cuando él cree tenerlo todo controlado. Preferiría solamente dejar de lado todo ese enredo y continuar con su vida como si nada hubiese pasado, pero algo dentro de su corazón y de su cabeza le impide hacerlo. Eso lo frustra, lo angustia y lo enoja mucho. Él nunca fue así. ¿Qué le está pasando con ella? ¿Acaso no tiene suficientes problemas en su vida como para unirse a ella y tener más? Mira la hora en su reloj y falta una hora para medianoche, tiene todas sus cortinas cerradas para no ver la luz de la luna, aunque eso no impide que lo afecte de igual modo. Se quita su pantalón de chándal y se da una ducha bastante fría y larga nuevamente. Por la diosa, si esto sigue así, va a volverse loco antes de que la luna se ponga de nuevo. Sale de la ducha y va hasta
Katrina se queda algo pasmada por esta reacción tan repentina de Ragnar. —No voy a morderte —Él dice con una voz ronca al notar su confusión—. Al menos no ahora mismo. Si Katrina estaba temblando antes, ahora está peor. No sabe qué exactamente responder a eso. Ragnar se agacha un poco y deja un beso en su hombro, luego otro subiendo por la curvatura de su cuello hasta llegar a su oreja. Eso hace suspirar sin remedio a la joven, especialmente cuando él continúa esparciendo besos cortos en su piel expuesta hasta llegar a su mandíbula. Katrina suelta un largo jadeo cuando él mordisquea su mentón antes de dejar un beso en cada comisura de sus labios. Sus bocas están a solamente medio milímetro uno del otro, mientras sus narices rozan suavemente. Ambos se miran fijamente, ansiosos, y es obvio lo que va a pasar a continuación entre ellos. La joven cierra los ojos en el momento exacto cuando él se acerca lo suficiente hasta posar sus labios en los de ella. Los labios de Katrina se s
—Quiero que me digas si algo no te gusta —dice Ragnar sin dejar su labor en su vulva—. Y que me digas todo lo que sientes. Katrina suelta unos gemidos ante la oleada de placer que está sintiendo, algo cohibida al principio, pero luego con mayor soltura, dejándose llevar por aquello que él le está ofreciendo con su boca. —¿Qué sientes, Katrina? —La erección de Ragnar se vuelve aún más dolorosa a medida que la saborea— ¿Te gusta? ¿Te hace sentir bien? Katrina asiente. Ella se siente en el mismo cielo bajo su toque. Trata de no gemir tan fuerte para no parecer una loca frente a él, aunque sus movimientos sobre su cara la delatan al cien por ciento. Ragnar continúa su labor con ahínco. Sus piernas las tiene sujetas con fuerza para que ni siquiera piense en escapar. En el segundo siguiente, el vientre de la joven empieza a contraerse y ella suelta un gemido profundo y bastante largo mientras se sacude violentamente. La boca del alfa se da un festín en ese momento mientras trata de a
Lejos de estar complacidos de la sesión anterior, se vuelven a besar apasionadamente en el sillón. La erección de Ragnar se empieza a manifestar rápidamente cuando Katrina empieza a tocarlo. —Si quieres, podemos… —dice él, pero Katrina lo interrumpe antes de que termine. —Sí, quiero —Ni siquiera ella logra reconocerse en ese momento, pero lo cierto es que aún tiene muchas ganas de hacer el amor con él. No sabe explicar lo que le pasa, pero lo necesita. Él se levanta suavemente con ella en brazos y la lleva hasta el cuarto de baño. La hace sentarse sobre el lavadero mientras llena el jacuzzi con agua espumosa y perfumada. Una vez que este está listo, la ayuda a entrar en el agua y él se coloca detrás de ella. Al principio, Katrina se decepciona un poco, porque esperaba más acción, pero Ragnar empieza a lavar su cabello y masajear su espalda mientras va dejando besos cortos en esa parte. Katrina suspira sin remedio y mantiene los ojos cerrados. Esto es placentero igualmente, pero el