Sonrisas…
Calma y agonía…
Euforia, felicidad, y adrenalina…
Y mucho sexo…
Todas estas palabras iban y venían en la mente de Nat cada momento, mientras sus mejillas adolecían sin dejar de sonreír hacia Andrew porque en esto, se habían resumido sus días anteriores.
Estaban bajando por el ascensor de su edificio, ella arreglaba el cuello de la camisa del hombre mientras él recorría sus caderas con intensidad.
—Estás muy guapo… —Andrew tomó sus mejillas y llevó su boca a los labios, si algo debía destacar en Natali era lo extremamente cariñosa que era. Su polo opuesto.
—No más que tú… pero, hay miedo en tus ojos, ¿Qué ocurre?
Las puertas del ascensor se abrieron y los dedos de Andrew se unieron con los de ella para comen
La celebración iba en su pleno apogeo, Nat podía ver desde su mesa como todas las personas disfrutaban de la recepción, a excepción de ese hombre que no le quitaba la mirada de encima y que le arrojaba miles de dagas con sus ojos.Tomando una aspiración, giró hacia el lugar de Andrew que no dejó de tomar su mano en toda la celebración mientras comía algunas cosas que pusieron en la mesa.Ella solo podía pensar en una sola cosa, y esa era de que en todo este tiempo estaba metida en una burbuja, viviendo un sueño que simplemente no era suyo, y eso la lastimaba cada segundo que pasaba.—Me das miedo cuando me miras así —Natali sonrió por el comentario de Andrew, mientras que se pegó a su brazo para darle un beso en su hombro y se apretó contra él.—Bueno, no te asustes, solo creo que ya estoy más cómoda que antes, la
Todo se juntó en el pecho de Andrew entre tanto sus ojos solo detallaban como el rostro de Natali tenía lágrimas, y… rabia en sus ojos. En silencio, y con toda su amargura dentro, dio un cambio en la palanca de su auto mientras apretó el volante. La sensación estaba aquí de nuevo, golpeándolo más duro que nunca, así que, sin tener sentido, hundió el acelerador con su pie y arrancó de un solo tiro yéndose del lugar.Su respiración era entrecortada, todo dentro de él luchaba entre el enojo, la euforia y el ahogo que estaba hundiendo su pecho. Ella le había una pregunta, una simple, pero que le costaba una vida responder, ¿Por qué?, ¡por todo!, por la vergüenza, la humillación, la rabia… el dolor, y este, por sobre todos los demás.En algún momento sintió como las manos de Natali lo halaron, y pud
El camino fue silencioso, largamente callado, pero allí estaba la mano de Andrew sobre la de Natali, como si tuviese miedo de que ella se fuera lejos de él.Solo la observó de vez en cuando, a la vez que, con la otra mano, conducía su automóvil rumbo a casa… a ese lugar que había sido su refugio durante tantos años, y que de alguna forma utilizaba como escudo para con las demás personas.—Tenemos suerte de que es fin de semana, y… que no debemos ir al hospital por el arreglo de turnos que hice… —la cabeza de Natali se giró enviándole una sonrisa y a la vez apretando su mano contra él.No sabía en qué estaba pensando ella, tenía un rato con la mirada perdida, pero ver esos hermosos hinchados le hacían experimentar un dolor agudo en el pecho que quería desaparecer.—No quiero que llores nunca más, Nat&
Un largo silencio se instaló en el ambiente, entre tanto Natali titubeó observando esos ojos que esperaban una respuesta.Pasó un trago, esta vez debía ser valiente porque, aunque nunca había mentido acerca de los sentimientos que tenía para con Andrew, era evidente que su relación comenzó con un trato que él ignoraba.Colocando la mano en su mejilla, le dio una mirada seria mientras separó su boca para hablar.—Andy… mírame… —él asintió con la cabeza—. Cuando te digo que estoy enamorada de ti, ¿qué puedes ver en mis ojos y en mis expresiones?Andrew arrugó el ceño mientras negó.—Esto no es lo que te pedí confesar, Nat…—Dime… —ella lo interrumpió—. Dime si puedes ver verdad en mí, dime si piensas que estoy aquí porque n
La cara le dolía, y esta vez no por razones malas. Aún no podía dejar de borrar su sonrisa que a decir verdad por más que quería, no dejaba de vislumbrar por todo su rostro.La adrenalina que experimentó no solo se trataba de la sensación en su estómago cuando el helicóptero estuvo en los aires, sino en esa mano encima de ella, que estuvo todo el tiempo sosteniendo la suya, como si su cuerpo fuera parte del mismo Andrew.Su mirada fija y la sonrisa que él estaba regalándole estaban causándole esa extraña sensación de pensar que él la quería, que de alguna forma la quería de verdad.O cuando llegaron a esa cabaña y Andrew la presentó al hombre que los recibió como su novia, y aunque antes lo había hecho, Natali podía jurar que sus palabras posesivas eran como si se sintiera perteneciente a su corazón y a
Las lágrimas estaban casi abarrotadas en sus ojos sin poder quitarle la mirada encima de Grace, pero la mujer bajó la cabeza colocando una mano en su brazo escudándose de su hecho.Ese acto era repetitivo en su madre, de esa forma huía cuando Charles le gritaba o le reclamaba sobre algo, ya Natali le podía adivinar sus gestos, y aunque no quería que esto le doliera, le ardía como el infierno.Le dolía muchísimo que su propia madre hiciera esto con ella.De un momento a otro sintió como si tocaran su hombro, y en cuanto giró hacia su lado izquierdo una lágrima salió de su ojo haciéndole notar a Andrew que estaba conmocionada.Los ojos de él se pusieron oscuros, estaba segura de que iba a decir algo cuando el móvil de Andrew sonó rompiendo con el silencio.El hombre sacó el teléfono de sus pantalones y Nat pudo ver que
Después de un largo silencio, Nat escuchó una sonrisa cínica de parte de Jarol que le enfrió la piel.Estaba segura de que la información no le había caído bien al hombre, pero lo vio reponerse y esta vez, él se sentó firme desajustando un poco su corbata mirándola severamente.—Se terminará cuando yo lo decida —dijo con voz extremadamente plana tomando el periódico que ella acababa de leer—. Por supuesto, no confirmaré esta historia, tú no serás la que aparezca en los tabloides con mi hijo, Nat, creo que no es necesario que te lo recuerde…Ella miró el periódico y luego llevó los ojos hacia él.—Eso no es lo que me importa Señor, White…—Natali… —el hombre se puso de pie ajustando su chaqueta, yendo hasta la esquina de la enorme ventana que cubría
Natali vio como Lana la miraba con los ojos salidos de su órbita, y con una evidente tensión en sus hombros que secó su garganta. La chica pasó la mano por su cabello varias veces mientras negaba una y otra vez.—¿Por qué no me dijiste antes?, ¡Dios, Natali!, esto es horrible… Yo… ni siquiera sé qué decirte ahora.Ella soltó un bufido de frustración mientras llevó las palmas a la frente descansando su cabeza en ellas. Sus codos reposaban en la mesa, y allí estaba su café frío, que no había vuelto a tocar.—No lo sé… En mi casa estaba pasando una situación difícil, pero lo que me llevó a tomar esta decisión, fue la universidad, Lana…Lana apretó los parpados volviendo a negar y después que observó hacia afuera del café, volvió los ojos en