—¿Necesitas algo? —Dana intervino al ver que Andrew se movió para decirle algo a Nat, y en el instante, ante el silencio de él mismo, ella se sacó de ese agarre que estaba quemando su propia piel.
La doctora Tucker caminó después de Natali, y esta vez no se arrepintió de no querer saber lo que esos ojos le decían, ni por lo que hubiese querido que decirle hace unos segundos antes de atajar su brazo.
¿Para qué la había tomado de esa forma solo para quedarse callado?
En el momento en que salió de esa sala, el aire volvió a su vida, pero su corazón retumbaba más fuerte que nunca, y antes de que pudiera seguir, se giró hacia Anggie para agradecerle por su ayuda.
Era muy evidente que todos, con solo darle un vistazo a su apariencia, se dieran cuenta de que no la estaba pasando bien con la llegada de Andrew al hospital.
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Natali tomó la taza de café en sus manos, y luego sopló lentamente antes de llevarse un trago a la boca.Hoy se sentía un poco más aliviada, eso porque desde que salió del restaurante de Shan ayer por la tarde, se fue directamente a la casa de Lana, y con todo y la ropa de calle se había tirado a la cama y se había despertado hasta la madrugada.Lo había necesitado, y su cuerpo se lo agradeció en sobre manera. Ahora mismo, estaba hambrienta, y aunque ya iba corriendo su turno a media mañana, estaba aprovechando el receso para comer algo mientras entraba de nuevo al turno con la doctora Tucker.Soltó el aliento relajando sus hombros sabiendo que, aunque Andrew viniera todos los días, ya no iba a ser una tortura verlo porque estaría alejada de ese salón. Y a lo mejor también después de ayer, él decidiera que ella estuviera
Nat soltó el aire una vez que un hombre abrió la puerta de un automóvil negro para ellos, haciendo una señal para que Andrew entrara.De forma voluntaria se colocó delante de él tomando su brazo, para que se apoyara un poco, y poder meterse en el auto con cuidado. Ella pudo evidenciar que ahora se manejaba bien, y que caminaba con más precisión, pero con mucho más cuidado que antes.Después de que la puerta fue cerrada, ella apretó su bolso encima de las piernas, solo con ese pensamiento de Andrew había esperado que terminara su turno, para salir con ella a esa comida que le tenía los nervios explotados.«¿Por qué todo esto de forma tan repentina?», se preguntó torturándose un poco.—¿Cómo va el trabajo? —La pregunta hizo que se sacudiera un poco mientras el auto co
Un mes después…—Imagino que estás muy feliz, ¿no es así? —Nat sonrió negando una vez que volvió a colocar las compresas frías en la pierna de Andrew, y luego quitó el gel que había utilizado unos minutos antes.—Depende de qué punto lo veas… —ante la respuesta, Andrew negó con su sonrisa devastadora mientras colocó sus manos en la nuca recostando la cabeza y deteniéndose en mirarla solo a ella.Nat terminó de envolver toda la pierna con las compresas e inspeccionó que su pierna estaba en perfectas condiciones para seguir con el protocolo de todos los días.Compresas calientes y frías, corriente, caminatas… entre otras cosas de la rutina.Ya no estaba usando el bastón, y aunque no caminaba de forma perfecta y rápida, este mes de terapias le habí
Un montón de espuma, serpentina, y papelillo de colores, cayó sobre todos los graduandos de medicina que unos minutos atrás, habían recibido su título de culminación de grado. La universidad había preparado esta especie de ritual cuando ellos terminaron de lanzar sus gorros al aire, y ahora, en el centro del evento, las luces, los globos, y todo el papel colorido, caía sobre sus cabezas mientras las lágrimas y las risas de felicidad se entremezclaban en sus ojos. Nat estaba abrazada con Lana diciéndole lo agradecida que estaba por estar en su vida, pero de un momento a otro también fueron abrazadas por un tercero. Peter se unió a ellas esparciendo besos en sus cabezas, mientras daban brincos tratando de explotar la emoción que los arropaba. —¡Lo logramos! —gritó Peter aturdiéndolas y luego las sacudió—. ¡Lo lograste Nat!, ¡Lo lograste Lana…! ¡Lo logré! ¡Somos médicos, carajo! ¡Somos los putos médicos más sexys de Durango! Las risas de sus comp
—¿Quién es el bebé más bello del mundo? —Ana y Andrew se giraron para ver como Natali alzaba a Matthew y le besaba las mejillas haciéndole juego con su nariz—. ¡Yo soy el bebé más hermoso de todos…! ¡Mírenme chicas! Soy lo más bello… —Natali fingió una voz de niñete mientras Ana soltó una risa baja y negó pasándole una bebida a Andrew, sentándose un poco retirados de la sala.—Ella será una buena madre… —dijo sin dejar de mirar a su hijo que reía a carcajadas y se restregaba los ojos con el puño.Andrew asintió tomando su jugo rápidamente y luego le indicó a Anaelise:—Por ahora no… quiero que siga estudiando, y que siga creciendo en su carrera. Lo ha anhelado tanto que, yo mismo deseo que puedo lograrlo pronto.Ana sonrió
Seis meses antes. Unas lágrimas frías cayeron por el rostro de Natali Simmons cuando su jefe le entregó la carta de despido. La temporada en Durango había sido un desastre de acuerdo a los visitantes, y el restaurante había hecho un recorte de personal por obvias razones. La chica miró la hoja en sus manos y asintió hacia el hombre que ni siquiera la miraba, y que estaba escribiendo su firma en un cheque, que sabía sería el último dinero que recibiría en este mes. No pudo evitar que su cuerpo temblara de anticipación, al verse en la nada después de esto. —Puedo saber… ¿Por qué de un momento a otro, señor Shan? —ella preguntó con la esperanza de que las cosas cambiaran en cuestión de minutos. El hombre levantó esta vez la mirada colocando la pluma en el escritorio y resopló un poco. —Sabes que no es nada personal. Mi esposa fue la que hizo este recorte. A mí me gusta tu trabajo, pero no pude objetar para con ella cuando sé que debemos
Un viento frío chocó contra su piel en el momento que se bajó del autobús y este arrancó dejándola sola en la calle. Natali abrazó sus brazos y los frotó en tanto comenzó a caminar despacio sabiendo que estaba a solo unas cuadras de llegar a su casa.«Su casa», pensó mientras miraba al piso y daba pasos lentos. Ese lugar era todo menos eso. Después de unos días en que la habían despedido, supo que no hablaría en su casa de lo ocurrido por nada del mundo, esperaría a buscar otro trabajo, y así cumpliría con la cuota que ellos exigían. Había pensado todo este tiempo que rentar un piso era su salvación. Pero ya lo había calculado tantas veces, que no quería volver a ilusionarse con esa idea.No podía cubrir una renta, pagar estudios, y comprar su propia comida, hacer todo esto
Jarol pasó un trago duro cuando vio que su hijo entró a su oficina, y su secretaria corrió detrás de él suplicándole con la mirada, que la disculpara por la interrupción.Con sus ojos le pidió que se retirara y ella cerró la puerta pausadamente dejándolo solo con él.—Andrew —el hombre mayor se levantó del puesto ajustando su corbata—. No te esperaba.Amaba como su hijo se veía por fuera, un hombre derecho, excelente médico, muy formal; pero odiaba con todas sus fuerzas en cómo estaba por dentro.—¿Seguro? —preguntó Andrew caminando alrededor de la mesa.—Hace unos días te esperamos para la cena… nunca apareciste, y tu madre está preocupada.—No soy un niño, y tampoco el mismo que ustedes quieren controlar, ¡entiéndanlo de una buena vez!<