Dormir juntos
Alexander trató de apartarse, instante que usó Hazel para sostenerlo por la parte baja de su camisa.

—Espera, no te vayas—suplicó la chica mordiéndose el labio inferior.

Los ojos grises se abrieron con sorpresa. Su hermana hacía un momento le estaba pidiendo que se fuera y, ahora todo su cuerpo parecía reclamar su presencia.

—Debo irme, descansa—dicho aquello se aproximó a su frente y dejó un delicado beso en la misma.

Hazel sonrió como niña pequeña tras el contacto, cosa que hizo que Alexander se quedara por un segundo viéndola. Era realmente bella.

Cuando la joven reparó en aquella mirada cargada de alguna extraña emoción, sonrió más ampliamente.

—¿Por qué no duermes conmigo como en los viejos tiempos?

—Estás loca, ya no tienes cinco años—dijo él, enderezándose.

—No los tengo, pero extraño a mi hermano—las palabras de la joven estaban cargadas de sentimiento—. A ese que no me apartaba de su lado, sino que siempre estaba disponible para mí. El que me leía un cuento, el que me c
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