Capítulo 54

Maia

Llegué convertida en un manojo de nervios al parque que me traía tantos recuerdos, fue en ese lugar donde tuvimos nuestra primera charla seria e íntima. El mismo banco donde nos habíamos encontrado estaba ocupado por un señor que comía algo con mucha grasa a juzgar por los restos aceitosos alrededor de su boca y una anciana que permanecía completamente inmóvil mirando al infinito y más allá. Me quedé parada, sintiéndome ridícula por la forma en la que estaba vestida. Miré para todos lados esperando que por una vez en su vida el imbécil sea puntual, jamás lo había sido así que era mucho pedir que ahora llegara a horario. Estaba por darme vuelta y regresar cuando casi choco de nuevo con su amplio pecho. Estaba con un traje que le quedaba perfecto, resaltando su cuerpo espectacular que me había vuelto loca durante los años de instituto

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