Capítulo 15

El tiempo transcurría sin poder frenarlo. Maia se embebía cada vez más con las cuestiones relacionadas con la empresa y el señor Nigel insistía cada vez más que fueran a trabajar a casa pues se sentía muy cansado y solo ahí se relajaba. Un par de veces insinuó a que se mudaran a su casa. Maia no sabía que hacer, pues su secreto cada vez pesaba más, esos momentos en que trabajaba junto al señor Nigel constituían precioso tiempo que le quitaba para estar con Michael. Sentía que últimamente lo había visto muy poco y su corazón se arrugaba cuando pensaba en sus largas pestañas negras durmiendo cuando llegaba agotada de noche. Leah empezó a notar el cansancio en los ojos de su hija la que, antes orgullosa se erguía en todo su largo y mantenía la cabeza arriba pero últimamente algo pesaba en sus hombros y no sabía como ayudarla.

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