El punto de quiebre de Evie se dio al encontrar todo el restaurante perfectamente decorado, en el fondo, en la zona de un jardín interior, estaba todo un arreglo enorme de rosas rojas en forma de corazón.Adam, cambiado con un traje blanco, estaba de pie, a un lado del corazón de rosas; sonreía con todo el amor que puede habitar en un hombre enamorado. Cuando Evie se acercó a él, aún consternada por la situación, él se hincó en una pierna y abrió una cajita roja que sus manos habían estado sosteniendo, mostrando un anillo con una gran piedra de diamante.De fondo se escuchaba la canción Stand By Me de Ben E. King, creando un armonioso equilibrio con ocasión.—Te dije que te iba a sorprender en cualquier momento con una perfecta pedida de matrimonio —dijo Adam con los ojos rebosantes de alegría—. Evie, querida, ¿aceptas casarte conmigo?Los labios de Evie temblaban, su garganta quemaba por el malestar que la torturaba. Su cuerpo le informaba que iba a colapsar en cualquier momento.El
Natalie acababa de recobrar la conciencia y su primera reacción fue preguntar por Evie.Marco se encontraba sentado en un sillón a su lado, la tomó de una mano y le dio un beso.—Menos mal estás bien —susurró el hombre—. Gracias a Dios estás bien, amor.—¿Cómo está Evie? —preguntó ella con la voz maltratada—. ¿Cómo está su bebé?El silencio que Marco hizo no ayudó mucho a la situación.Natalie se acomodó en la cama con incomodidad y dolor.—Marco, por favor, dime cómo está Evie —suplicó.—Ella está en cirugía —informó su esposo—. Tuvo una hemorragia interna y… la están operando, intentan salvarle la vida al bebé.—¿Solamente al bebé? —preguntó la mujer con los ojos llenos de lágrimas—. ¿Y qué sucede con la vida de Evie?Marco hizo silencio, algo que desesperó en gran manera a Natalie.—¡Por favor, responde ya!—No sabemos aún —contestó el hombre a toda prisa—. No sabemos si logre sobrevivir.El silencio los invadió por completo. Natalie, quien le costaba procesar la información recibi
Fernanda acompañaba a su hijo en la sala de espera, sentados en unos sillones de cuero. —Cuando se está en este tipo de situaciones es cuando pensamos en esas cosas que dejamos de hacer —dijo la mujer—, nos decimos “ah, debí decirle esa tarde que lo quería, que no estaba enojado realmente. Esa mañana tuve que despedirme mejor”. Pensamos en “si se recupera se lo diré” o el “voy a hacerlo esta vez si se pone mejor”. —Desplegó una mediana sonrisa—. No es bueno dejar las cosas para después. Ese después puede convertirse en arrepentimiento. Adam sabía a qué se refería su madre, por lo mismo permaneció en silencio. —Si Evie logra sobrevivir dile toda la vedad, ella está preocupada por tu salud, ya lo sospecha —comentó—. Lo mejor es hacer las cosas bien. Volteó a mirarla fijamente. —¿Desde cuándo lo sabes? —le preguntó. —Soy tu madre, ¿crees que podrías mentirme? —respondió Fernanda con mirada triste. Adam pasó saliva por su garganta lentamente. —Pienso que sería una carga para Evie
Evie estaba fuera de peligro, había despertado a mitad de la noche.Al día siguiente, cuando Adam pudo visitarla, la joven ya podía respirar por sí sola y tenía un rostro tranquilo, como si disfrutara de un placentero sueño.De esta forma la recuperación de Evie era lenta, pero segura. Adam no se despegaba de ella ni un instante, estaba atento a cualquier por menor.Cuando la pasaron a una habitación, se pasaba todo el día sentado en un sillón, leyendo tranquilamente las cartas que Evie le había escrito. La mujer dormía la mayor parte del tiempo, por lo cual nunca notó que Adam estaba leyendo sus cartas.Ada organizó todas las cartas por fechas, así pudo enterarse de todo lo que Evie había sufrido y soportado en aquellos años. También supo por parte de ella, gracias a estas cartas, las razones para haberlo rechazado, sobre cómo se dio la muerte de la su madre y todas las acciones de parte de su familia para poder separarlos.Por momentos Adam no lograba retener las lágrimas, podía tra
Adam se acercó a Davison con paso demandante.—¿Qué crees que estás haciendo? —preguntó con tono despectivo.—Voy a visitar a una amiga que no se encuentra bien de salud —respondió Davison.Adam soltó una risa llena de sarcasmo.—Así que ahora consideras a Evie una amiga —dijo Adam y colocó sus brazos en la cintura, dejó salir un suspiro—. Me sorprende que tengas el coraje de aparecerte por aquí. Después de tantos años aún sigues siendo una molestia en la vida de Evie. —Adam no hablaba, gruñía—. Parece que no te quedó nada claro mi advertencia, esa vez debiste estar tan ebrio que se te olvidó. —Acercó un poco su rostro a Davison—. No quiero verte cerca de Evie.Davison desplegó una sonrisita y bajó la mirada al ramo de flores.—Parece que el que no puede entender las cosas esta vez es otra persona —dijo Davison y volvió a mirar al que ahora era su rival—. Tú… hace mucho tiempo que no tienes el derecho de decirme si estar o no cerca de Evie. Desde que la abandonaste y dejaste que pasar
Para Evie fue hermoso estar en la que sería su nueva casa: la mansión Sanders. Le fascinó el momento exacto en el que se sentó en un sillón reclinable para que estuviera cómoda y le trajeron a su bebé. El poder cargarlo, apreciar sus mejillas regordetas y rojas, acurrucarlo en sus brazos y poder acariciar su piel fue la mejor experiencia que pudo vivir en el mundo. Fue la primera vez en años que lloró de la alegría. Le dio muchos besos en el rostro y lo arrulló hasta que Adem se durmió profundamente. Los siguientes días pasaron con mucha calma y al mismo tiempo colmado de cosas nuevas, tanto para Evie como para Adam. Si bien Evie se recuperaba satisfactoriamente de la cirugía y los golpes sufridos en el accidente, quería estar involucrada en el cuidado del bebé, por más que la enfermera y los familiares le pidieran que estuviera recostada, descansando. Evie comenzó a amamantar al bebé y lo acurrucaba cada vez que lloraba. Adam, que tampoco se despegaba ni un momento del bebé, se
Carlo y Fernanda, como era habitual, llegaron a visitar a la familia y así pasar tiempo de calidad con su nieto, pero esta vez no llegaron solos, estaban acompañados de Margara. Se encontraban sentados cerca al jardín, pues esa mañana era muy fresca, bastante inusual para esos meses del año. Adam no pudo recibirlos, estaba tan cansado que seguía durmiendo, algo que no sorprendía a nadie, pues llevaba varios meses en aquel estado.Adam para esos momentos tenía un enfermero que lo atendía y monitoreaba, pues su salud no hacía más que empeorar. De hecho, los padres del joven los habían estado visitando diariamente y a Evie le daba la curiosidad de que querían disfrutar con él sus últimos momentos de vida, pues le hablaban con un cariño y delicadeza, como quien se dirige a un perro que está a punto de recibir la eutanasia.Comían unas galletas con c
Cuando Adam más débil estaba, le hacían los tratamientos en la mansión, para que así no tuviera que estar trasladándose constantemente, pues ya casi no ponía caminar. Además, él quería pasar más tiempo con su hijo Adem. Para esos meses había comenzado la temporada de lluvia, Evie los recordaba como muy tristes y llenos de interminables lecturas, con olor a perfume de bebé y juguetes con sonidos agudos. Ya para esa época sabía mucho sobre el cáncer, había asistido a dos conferencias que se dieron en una universidad sobre nuevas investigaciones y tratamientos que se estaban realizando para curar la leucemia. Evie apuntó a Adam para un tratamiento experimental, donde curiosamente terminó siendo seleccionado, pues era un buen candidato, en pocas palabras, estaba tan moribundo que si terminaba funcionando el tratamiento en él, no habría dudas de que fue a causa del medicamento y no porque tenía aún esperanzas de sobrevivir. Esto lo sabía Adam y por lo mismo