Carlo y Fernanda, como era habitual, llegaron a visitar a la familia y así pasar tiempo de calidad con su nieto, pero esta vez no llegaron solos, estaban acompañados de Margara. Se encontraban sentados cerca al jardín, pues esa mañana era muy fresca, bastante inusual para esos meses del año. Adam no pudo recibirlos, estaba tan cansado que seguía durmiendo, algo que no sorprendía a nadie, pues llevaba varios meses en aquel estado.Adam para esos momentos tenía un enfermero que lo atendía y monitoreaba, pues su salud no hacía más que empeorar. De hecho, los padres del joven los habían estado visitando diariamente y a Evie le daba la curiosidad de que querían disfrutar con él sus últimos momentos de vida, pues le hablaban con un cariño y delicadeza, como quien se dirige a un perro que está a punto de recibir la eutanasia.Comían unas galletas con c
Cuando Adam más débil estaba, le hacían los tratamientos en la mansión, para que así no tuviera que estar trasladándose constantemente, pues ya casi no ponía caminar. Además, él quería pasar más tiempo con su hijo Adem. Para esos meses había comenzado la temporada de lluvia, Evie los recordaba como muy tristes y llenos de interminables lecturas, con olor a perfume de bebé y juguetes con sonidos agudos. Ya para esa época sabía mucho sobre el cáncer, había asistido a dos conferencias que se dieron en una universidad sobre nuevas investigaciones y tratamientos que se estaban realizando para curar la leucemia. Evie apuntó a Adam para un tratamiento experimental, donde curiosamente terminó siendo seleccionado, pues era un buen candidato, en pocas palabras, estaba tan moribundo que si terminaba funcionando el tratamiento en él, no habría dudas de que fue a causa del medicamento y no porque tenía aún esperanzas de sobrevivir. Esto lo sabía Adam y por lo mismo
Kevin había tenido muchas sospechas de las constantes reuniones de su familia con el detective Mauricio, sin embargo, el enterarse era completamente diferente a sospecharlo.Era de mañana, Kevin hacía su habitual visita a su hermano y conversaban sentados en el balcón de la habitación, contemplando la gran arboleda, disfrutando de la fresca mañana. El cielo estaba nublado, probablemente llovería en las horas de la tarde.Kevin la mayoría del tiempo se negó a creer que su familia estuviera envuelta en situaciones sucias, con personas peligrosas. No quería verlo, le daba miedo enfrentar la realidad, pero ahí estaba, tocándole el hombro.—Podrían entregarlo a la policía —dijo el joven—, ella se puede encargar. No es bueno que tomen venganza, alguien inocente puede salir herido.—Es necesario, porque gente inocente ya ha salido lastimada —informó Adam—, Evie y mi bebé no necesitaban ser lastimados, contaron con suerte, de lo contrario habrían muerto en aquel accidente. ¿Te parece que eso
Era temprano por la mañana, Evie se encontraba en su sala de estudio, la cual quedaba al lado de la biblioteca y tenía una puerta que la conectaba con la misma, algo que a la joven le encantaba, pues cuando quisiese, podría recorrer la gigantesca biblioteca y leer. Pero este cuarto de estudio no era para leer, todo lo contrario, Adam mandó a diseñarlo para que Evie pudiera concentrarse en escribir.—Una escritora necesita su propio espacio —le había dicho Adam.Se lo había entregado hacía semana y media, cuando cumplió años. Le vendó los ojos y la hizo caminar por toda la mansión. Evie no dejaba de reír, preguntando qué podría ser el regalo. Cuando Adam le permitió quitarse la venda de los ojos, la joven se maravilló al encontrarse con una habitación grande, con una pared de cristal que daba hacia una sección del jardín que no conocía.La habitación tenía una pequeña sala con muebles y plantas en las esquinas, dando un ambiente minimalista y natural. Estaba el escritorio de madera y l
Evie veía como espectadora a los padres de Adam debatir con su hijo sobre el número de invitados al cumpleaños del debe. El joven no quería nada extravagante, deseaba algo íntimo, pero Carlo y Fernanda deseaban invitar a todas sus amistades para así poder presumir a su primer nieto.Ella no se sentía tan animada, después de recibir la amenaza de Hugo se sentía nerviosa. Esa mañana también recibió otra que decía “Esta vez no vas a sobrevivir”. Estuvo toda la noche sin dormir, analizando la amenaza. Llegó a la conclusión de que el accidente donde casi pierde la vida fue producido por él.Se sentía como una tonta por no haberlo notado anteriormente. Él deseaba verla muerta, claro que crearía un plan para asesinarla.Temía por la vida de su bebé. Hugo podría hacerle daño. Seguramente ya sabía que ella estaba viviendo con Adam y por eso reactivó sus amenazas que esta vez estaban más agresivas que antes. Se preguntaba si Marco también las estaba recibiendo y si había intentado atacarlo.Ent
Davison apretó los labios. Los rodeaba un silencio incómodo, al menos lo era para el hombre.Evie volvió a comer su wafle con helado, saboreando el suave dulce que se derretía en su paladar. Davison la observaba fijamente, sintiendo el nudo irse formando de a poco en su garganta.Evie parecía una muñequita, no aparentaba tener treinta años, se veía de menor edad. Era una joven de alto valor, de las que se sabe que pertenecen a la alta alcurnia. Su cabello perfectamente arreglado, maquillaje natural, piel perfectamente cuidada; aretes de diamantes discretos que al observarlos se podía saber que podían costar lo mismo que una casa; ropa discreta y elegante de finas marcas; uñas perfectamente arregladas.Era cierto, Evie nunca estuvo a su alcance. Él en la historia nada más fue el puente que la llevó a que conociera a Adam Sanders.—No me comentaste, ¿crees que es un buen regalo? —preguntó Evie.—¿Te refieres al Rolex? —indagó él. —Claro, ¿crees que es un buen regalo para un momento es
Por fin había llegado la noche y Evie se encontraba en la habitación, cargaba a su hijo, arrullándolo en sus brazos. Poder tenerlo consigo le daba la sensación de que todo estaba bien, se encontraba a salvo. Si bien le pareció un gran gesto de que todos los amigos y familiares de Adam habían llegado a celebrar con él la buena noticia, Evie lo que más quería en el mundo era estar en soledad, cuidando a su hijo de cualquier peligro y el que hubiese gente en su casa era sinónimo de que cualquier persona se podía infiltrar y hacerle daño a su bebé. Hasta cuando llegó Rossy con Sebastián en las horas de la tarde, a eso de las seis de la tarde, lo sintió como una molestia. Le pareció que su amiga hablaba demasiado, sobre todo le incomodaba su estridente risa y le pareció un problema cuando Natalie se acercó a ellas para unirse a la conversación. Marco le había pedido que disimulara y que disfrutara de la reunión, ella le rebatió, diciéndole que si Hugo lo amenazara de asesinar a Elizabet
Era un DéJá Vu. La muerte estaba a mi alrededor, danzando con una gran sonrisa, dando brincos, emocionada. Para ella era un gran espectáculo, una guerra en miniatura, con balas yendo de un lado a otro, entrando en los cuerpos de los hombres como costales de arena que después caían al suelo, empapándose en su propia sangre. El reloj avanzaba sus manecillas, soltando su rutinario sonido: tictac. Cada segundo contaba, era una vida que peleaba por sobrevivir. Forcejeaba con Hugo, gruñendo y con todo el rostro rojo por la falta de oxígeno. Podía sentir sus manos apretar con fuerza mi cuello. Mis oídos quedaron sordos ante el caos que sucedía a mi alrededor, incapaz de escuchar las detonaciones de las pistolas y los gritos. Nada más podía observar a Hugo mostrarme su siniestra sonrisa, con aquellos ojos saltones que estaban ansiosos. Para él yo era un delicioso caramelo que estaba saboreando, el que por tantos años deseó poder llevarse a la boca. Me había servido en bandeja de plata. Era